LA NOVIA DE BARRANQUILLA.

LA NOVIA DE BARRANQUILLA.
ESTHER FORERO.

RESEñAS LITERARIAS.

RESEñAS LITERARIAS.
PROMOCIONA EL LIBRO CANTATA A LA VIDA,EL AMOR Y EL OLVIDO.

JOSE MARIA VARGAS VILA.

JOSE MARIA VARGAS VILA.
PANFLETARIO Y LIBERTARIO.

EL GRAN ESCRITOR WILLIAN FAULKNER.

EL GRAN ESCRITOR WILLIAN FAULKNER.
EL AUTOR DE LAS PALMERAS SALVAJES.

DESNUDO.

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AUTOR BRYCE CAMERON LISTON.

LOS DETECTIVES SALVAJES.

LOS DETECTIVES SALVAJES.
ROBERTO BOLAñO.

JOSE LUIS DIAZ GRANADOS.

JOSE LUIS DIAZ GRANADOS.
UN GRAN POETA.

EL POETA ...OCTAVIO PAZ,

EL POETA ...OCTAVIO PAZ,
POEMA ..UN NUEVO ROSTRO.

RESEñADO EN EL DICCIONARIO LATINOAMERICANO DE POETAS.

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LIBROS Y LETRAS.

REVISTA MOLINO DE LETRAS NUMERO NUEVE,

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MICROCUENTO UNA SOMBRA.

PRIMER FOLIO DEL CANTAR DEL MIO CID.

PRIMER FOLIO DEL CANTAR DEL MIO CID.
BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAñA.

LA LEYENDA DEL GILGAMESTH.

LA LEYENDA DEL GILGAMESTH.
TALLADO ANTIGUO.

MUJER EN EL JARDIN.

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DE CLAUDE MONET.

AU MOULIN DE LA GALLETTE.

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PINTURA DE RENOIR.

PARLAMENTO NACIONAL DE ESCRITORES DE COLOMBIA

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UN COMPROMISO CON EL PAIS Y LA LITERATURA.

PLAZA DE BOLIVAR.

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SANTA FE DE BOGOTA.COLOMBIA.

VICENTE VAN GOGH

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QUIEN SOLO VE SEGMENTOS DE LA REALIDAD,ESTA CONDENADO A NO VER LA REALIDAD COMPLETA.

MI AMIGO EL CUENTO TOMO II

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PUBLICACION DE MIS TRABAJOS LITERARIOS.

PORTADA DE LA REVISTA TALLER LUNA Y SOL.

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PUBLICACION DE MIS TRABAJOS LITERARIOS.

PLAYAS DE CHORONI.

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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.

LOS FUSILAMIENTOS DEL 3 DE MAYO.

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AUTOR GOYA.

LA DIVINA COMEDIA. NARRATIVA.

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DANTE ALIGHIERI

PORTADA DE CIEN AñOS DE SOLEDAD.

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GABRIEL GARCIA MARQUEZ.

POEMAS PUBLICADOS EN POETAS DEL MUNDO.

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CESAR MOLINA CONSUEGRA.

MI AMIGO EL CUENTO.

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Publicacion de mis Microcuentos.

REVISTA MOLINO DE LETRAS.

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PUBLICACION DE MIS TRABAJOS LITERARIOS.

nelson,mi esposa Carla,Cesar y Emilse.

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AEREOPUERTO ERNESTO CORTISOZ.

MAS ALLA DE LA MUERTE.

MAS ALLA DE LA MUERTE.
MARIO BENEDETTI.

HOMENAJE A UN GRAN ESCRITOR.

HOMENAJE A UN GRAN ESCRITOR.
MONSIVAIS

UNA APROXIMACION A LA OBRA LITERARIA DE LA POETISA MEYRA DEL MAR

UNA APROXIMACION A LA OBRA LITERARIA DE LA POETISA MEYRA DEL MAR
AUTOR, CESAR MOLINA CONSUEGRA.

MEYRA DEL MAR.

MEYRA DEL MAR.
Una aproximacion a la obra literaria de la poetisa meyra del mar..Un homenaje a su memoria!!

Una aproximacion a la obra literaria de la poetisa Meyra del Mar

Una aproximacion a la obra literaria de la poetisa Meyra del Mar
El autor..CESAR MOLINA CONSUEGRA.

LA CORONELA MANUELA SAENZS

LA CORONELA MANUELA SAENZS
LIBERTADORA DEL LIBERTADOR.

HASTA SIEMPRE LUIS VITALE!!

HASTA SIEMPRE LUIS VITALE!!
TE QUEDARAS CON NOSOTROS!!

HOMENAJE A MIGUEL HERNANDEZ EN ALICANTE.

HOMENAJE A MIGUEL HERNANDEZ EN ALICANTE.
POETAS DEL MUNDO EN EL ACTO.

ROBERTO FERNANDEZ RETAMAR.

ROBERTO FERNANDEZ  RETAMAR.
UNA VIDA EN CASA DE LAS AMERICAS.

TURNER EN EL MUSEO DEL PRADO DE MADRID.

TURNER EN EL MUSEO DEL PRADO DE MADRID.
UN CALIDOSCOPIO PARA APRECIAR SU ESTILO.

AQUILES

AQUILES
LA INUTIL SED DE VIOLENCIA.

viernes, 26 de noviembre de 2010

CANTATA A LA VIDA,EL AMOR Y EL OLVIDO. CESAR MOLINA CONSUEGRA.

Idioma: Spanish

País: Canadá

Edición: Primera edicion.

Versión: 1 Libro tapa blanda

78 páginas,

encuadernado 15,24 cm x 22,86 cm,





Descripción del autor:

Es una propuesta literaria que contiene cuentos,.. entre ellos del pulpito, cabeza de nalga,el circo,el gran suspiro,en el lugar equivocado,la primera experiencia,el cielo esta gris y la variante de judas iscariote..Ademas el asiduo lector encontrara mis poemas del alma...un canto a la esperanza de un mundo mas amable,otro mundo posible del tamaño de nuestros sueños y esperanzas....Canto desde el barro de la tierra primitiva,asumiendo el dolor de los humillados y ofendidos,los gritos del silencio, de los que no tienen voz,y el rescate de la memoria de nuestros muertos...el drama de los desaparecidos,los desplazados y refugiados,en medio de una guerra demencial.





El Autor:

César Molina Consuegra, Escritor de poemas y cuentos, nació en Barranquilla (Colombia). Estudió economía en la Universidad del Atlántico, y actualmente ciencias políticas Montreal (Canadá).



Ha sido finalista en el concurso del Centro Poético de Madrid (España). Sus poemas figuran en diversas antologías. Fue finalista en el concurso de cuentos Sobre Praga en octubre del 2008. Publicó el libro de cuentos y poesía "Cantata a la vida, el amor y el olvido", Editorial Lulu, 2009.César Molina Consuegra, Escritor de poemas y cuentos, nació en Barranquilla (Colombia). Estudió economía en la Universidad del Atlántico, y actualmente ciencias políticas Montreal (Canadá). Ha sido finalista en el concurso del Centro Poético de Madrid (España). Sus poemas figuran en diversas antologías. Fue finalista en el concurso de cuentos Sobre Praga en octubre del 2008. Publicó el libro de cuentos y poesía "Cantata a la vida, el amor y el olvido", Editorial Lulu, 2009.
Libro promocionado en RESEñAS LITERARIAS.

lunes, 22 de noviembre de 2010

ESA LUNA OCULTA..

Los pasos nos llevan por el camino

con el sabor incierto del destino,

alfombra de hojas resecas,piedras y guijarros

el bosque parece el mismo

meciendo sus hojas al cambiante viento,

y esa Luna de pronto se oculta,

y en el vertigo de las ausencias

recordamos que sufrimos

y pensamos en todos los sufrimientos acumulados

como geologicas capas

en muestra infinita piel que retoña,

y reaparece el vacio,

los ojos vagan en la penumbra

como fantasmas extraviados,

ahora no sabemos

por donde construir los caminos..

algo nos grita que sigamos,

alla al final de la linea del tiempo,

una palabra apolinea

surcara la aurora,

magica,irrepetible,

pletorica de sueños e ilusiones...

es la hora de las sombras,

demasiadas estatuas

se bañan en la turbia lluvia

del instante,

pudicas esconden, su secreto alado

alguien dice que es la historia atesorada,

otros ,los recuerdos del futuro,

y esa luna oculta,

no nos dice cuando empieza el final,

solo presientes el leve empujon

hacia la nada,

y caes al vacio

sin atravesar la puerta..

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miércoles, 17 de noviembre de 2010

VARGAS VILA..PANFLETARIO Y LIBERTARIO.

Vargas Vila,
panfletario y libertario






José María de la Concepción Apolinar Vargas Vila Bonilla nació en Bogotá, en una familia de ideas radicales, el 23 de julio de 1860. Murió en Barcelona el 23 de mayo de 1933. Fueron sus padres el general José María Vargas Vila y Elvira Bonilla. Hizo sus estudios primarios y secundarios en Bogotá.

Desde muy temprano participó en luchas políticas como periodista, agitador y orador. Tenía dieciséis años apenas cuando se enroló en las fuerzas liberales del general Santos Acosta. A la edad de 24 años, en 1884, actuó como secretario del general radical Daniel Hernández, durante el alzamiento que éste dirigió contra el presidente Rafael Núñez, líder del partido "nacionalista" y caudillo de la "Regeneración Nacional". Colombia era entonces una República Federal constituida por "Estados Soberanos" y con frecuencia sacudida por pronunciamientos y guerras civiles regionales. El levantamiento del general Daniel Hernández se inició en el Estado Soberano de Santander (al nororiente del país) y muy pronto se irradió a toda la nación. En 1885 los sublevados vencieron a las tropas del gobierno en la batalla de La Humareda, pero sus pérdidas fueron tan grandes que les resultó imposible continuar las operaciones. El propio jefe de la rebelión murió en esa terrible carnicería. Su secretario, Vargas Vila, huyó a los Llanos del Casanare donde el general Gabriel Vargas Santos le ofreció hospitalidad y refugio. Allí escribió su obra "Pinceladas sobre la última revolución de Colombia; siluetas bélicas".

Con este libro nació el Vargas Vila demoledor, iconoclasta, panfletario. En él trazó retratos crueles, grotescos, de los grandes jefes políticos de la "Regeneración", acentuando hasta la caricatura su confesionalismo católico, descalificando con adjetivos lapidarios, quemantes, todas las supuestas virtudes cívicas de esos líderes y presentándolos como monstruos ávidos de poder y cargados con todas clase de lacras morales. La respuesta gubernamental fue inmediata: se ofreció recompensa por la captura de Vargas Vila, vivo o muerto.

El panfletario huyó a Venezuela y se estableció en Rubio, donde fundó el periódico "La Federación". El gobierno de Colombia, mediante presiones y protestas, logró que esta publicación fuera clausurada por las autoridades de Venezuela. Vargas Vila se trasladó a Maracaibo y allí inició la producción de sus primeras novelas, que publicaba y vendía en forma de folletos, por entregas.

En 1891 viajó a los Estados Unidos y se radicó en Nueva York, donde muy pronto entabló relaciones con muchos exiliados latinoamericanos, intelectuales y conspiradores. Una cálida amistad lo unió al admirable José Martí y juntos participaron en actos, reuniones literarias, foros y encuentros de trabajadores, políticos y poetas. Martí nos ha dejado el testimonio de una reunión con obreros en la cual fue apasionado "el vehemente entusiasmo con que, sacados de sus asientos por ímpetu de amor, saludaron aquellos esclavos de América la peroración cadenciosa, inspirada, valentísima del colombiano José M. Vargas Vila, que cuenta sus días ya gloriosos por las batallas afamadas de su palabra y de su pluma en pro de la libertad".

En Nueva York, Vargas Vila fundó y redactó la revista "Hispanoamérica" y el diario "El Progreso". Allí se publicó también su libro "Los Providenciales", feroz diatriba contra los arrogantes caudillos y dictadores latinoamericanos.

En 1893 viajó a Venezuela donde el presidente Crespo lo nombró su secretario particular. Pero esto duró poco, pues Crespo fue derrocado y Vargas Vila debió regresar a su exilio en Nueva York. Están documentados sus frecuentes encuentros con José Martí y una carta de éste último, escrita a fines de 1894, muestra que Vargas Vila fue informado por su amigo cubano sobre los planes de retorno a la isla para integrarse a la guerra de independencia. Pocos meses más tarde, el 19 de mayo de 1895, caía Martí herido de muerte en el suelo de la patria que había amado por sobre todas las cosas de la vida.

Vargas Vila se fue a vivir a París, donde se habían refugiado tantos brillantes escritores latinoamericanos (Rufino Blanco Fombona, Enrique Gómez Carrillo y muchos otros). Con ellos estableció relaciones de amistad personal e intelectual, al mismo tiempo que continuaba publicando artículos, ensayos, novelas, narraciones y panfletos políticos. En Nueva York, a donde regresó en 1902, fundó la revista "Némesis", que pronto se hizo muy famosa. Él la escribía y editaba íntegramente y en sus páginas pueden hallarse las más finas y las más terribles de sus frases de combate. Es notable que Vargas Vila escogiera trasladarse a Nueva York para escribir allí, y no en otro lugar, su violento libro "Ante los bárbaros", implacable requisitoria contra el expansionismo norteamericano, con sus flamantes cañoneras y su "Política del Garrote".

Nuevamente establecido en París, continuó allí la publicación de "Némesis". Pero su vida personal había llegado a un punto crítico. Era intelectualmente admirado y temido, pero también profundamente odiado por gobiernos, academias e intelectuales tradicionalistas. Era un solitario, como un toro furioso combatiendo en medio del ruedo, sin vida afectiva íntima, sin un amor profundo, sin una compañía duradera. La neurosis comenzó a manifestarse en forma de actitudes agresivas e intolerantes, incluso hacia los propios amigos que lo estimaban y admiraban. Su médico le indicó que debía cambiar de aires. Se fue a vivir a Venecia.

Aunque el paréntesis veneciano fue breve (regresó a París en 1904), sus extravagancias decadentes contribuyeron allí a alimentar la Leyenda Negra de Vargas Vila que ya había comenzado a crecer como una hidra. En París, en Bogotá, en Caracas, en Nueva York, se decía que el panfletario era inmensamente rico. Que vivía como un príncipe. Que odiaba a las mujeres, a los curas y a las monjas. Que su misantropía y su odio a la iglesia nacían del hecho de ser hijo de un cura párroco y una monja depravada. Que era anarquista y que ayudaba con su dinero a los seguidores de Malatesta, financiando asesinatos y bombazos contra duques y marqueses. Que era homosexual. Que presidía sesiones de satanismo con sus amigos y cómplices. Que era impotente y que esta era la razón de su odio a todo lo viviente. Que era hermafrodita.

La sola enumeración de las perversiones y sicopatologías que se adjudicaron a Vargas Vila podría servir para hacer el catálogo de las perversiones y sicopatologías de sus calumniadores: la beatería tradicionalista de su país, los viejos círculos clericales hinchados de privilegios, cargados de rencores y de odios, incapaces de sentir amor cristiano, inválidos para la reconciliación y la bondad. Los intelectuales al servicio de estas alimañas no mencionaban siquiera el nombre de Vargas Vila. Hablaban del "expatriado", el "satánico", el "bastardo", el "lenguaraz despreciable", el "desnaturalizado", "el blasfemo", "el luciferino mendaz", el "enemigo de la paz, el orden y la autoridad", "el decadente pernicioso", el "disolvente", el "degenerado". Nunca hicieron un crítica literaria de sus obras, un análisis de sus ideas, un cuestionamiento razonado de su pensamiento, su estilo o su lenguaje. No tuvieron valor, ni grandeza moral ni capacidad intelectual suficientes para ello. Fueron, en toda la línea, inferiores y pigmeos. Lo único que pudieron oponer a Vargas Vila fue un sartal de calumnias infames.

Por supuesto, el panfletario no era de ninguna manera perfecto. Sus opiniones eran tajantes, categóricas, no dejaban lugar a la discrepancia. Carecía de modestia intelectual, era arrogante y vanidoso. Estaba convencido de que su genio era incomparable. Se elogiaba con frecuencia a sí mismo de una manera irritante. Su egolatría era monumental. Esto daba material abundante a sus enemigos.

Pero la causa fundamental de la inquina contra Vargas Vila fue su irreductible anticlericalismo, su apasionada defensa del libre pensamiento. En la oración fúnebre para su amigo el poeta Diógenes Arrieta (1897), en París, pronunció esta frase sobre Colombia, que jamás se le ha perdonado:


-- ¡Duerme en paz, amigo, lejos del imperio monacal que nos deshonra!


Vargas Vila empleó siempre toda su potencia de fuego, su feroz estilo virulento y mordaz, contra los desmedidos privilegios del clero y de la Iglesia, contra el dogmatismo y la intolerancia. Usaba frases y metáforas que abrían heridas incurables y luego ponía en esas heridas la sal o el ácido quemante de renovadas imprecaciones. Fue un virtuoso del vituperio y de la diatriba, puestos al servicio del pensamiento laico.

Su estilo era profético: usaba palabras grandilocuentes, verbos y adjetivos tremendistas. Presentaba los conceptos abstractos como entes mitológicos, con nombres en mayúsculas: la Ambición, el Odio, la Hipocresía, la Grandeza. Sus sentencias eran lapidarias. Sus conclusiones, proverbiales. Usaba la paradoja como una maza para aplastar a sus adversarios. Su fraseo era entrecortado, con hiatos arbitrarios que evocaban el estilo desmelenado de don Simón Rodríguez; pero a diferencia de éste, nunca era campechano ni familiar. Se ha dicho a veces que era demasiado efectista, artificioso, con un cierto gusto decadente por las decoraciones recargadas, a lo D'Annunzio; pero ninguno de sus adversarios salió ileso ni sonriente después de una descarga de tales florilegios.

Sería tonto sostener que toda la obra de Vargas Vila merece admiración. En sus escritos hay mucha hojarasca, muchas extravagancias de poco mérito, muchas frases ruidosas y estridentes sin mayor substancia. Pero en aquellas líneas donde su talento fulgura, logra formular ideas propias y conceptos admirables. Es entonces cuando enseña, impresiona y apasiona.

Su estadía en París (1904) fue muy breve. El gobierno de Nicaragua lo llamó a cumplir funciones consulares en España. Allí, con Rubén Darío, integró la Comisión de Límites con Honduras ante el rey de España, quien era entonces mediador en el contencioso. Pero Vargas Vila no era hombre de cargos diplomáticos; pronto regresó a su trabajo creador. Se puso al frente de la edición de sus libros y luego de breves estancias en París y Madrid se asentó en Barcelona. Fue allí donde se inició, por acuerdo con la Editorial Sopena, la publicación de sus obras completas.

Este fue uno de los grandes éxitos editoriales de esos años. Vargas Vila llegó a gozar de ingresos muy considerables gracias a esta edición. Su popularidad como escritor era inmensa. Su nombre no se mencionaba (ni se menciona hoy) en las antologías, en las historias de la literatura o en los artículos de crítica literaria. Pero sus libros circulaban en las tabernas, en los corredores de las universidades, en las herrerías, en las oficinas de comercio, en los talleres de sastrería, entre los empleados de los servicios públicos, en la clientela de las peluquerías y de las carnicerías. Vargas Vila ha sido por eso, como pocos, forjador y maestro de la cultura popular en Nuestra América. Yo he encontrado libros suyos en bebederos de aguardiente de Risaralda (Colombia), entre bultos de papa; en un cafetín de Buenos Aires, en la zona del puerto, alimentando la conversación de los parroquianos a la hora de la siesta; en la cartera de una empleada de correos de Montevideo, para ser llevado del trabajo al café Sorocabana de la Plaza Libertad, donde un grupo de amigos esperaba para el debate intelectual del anochecer; en una pescadería de Valparaíso, cuyo propietario interrumpía la atención a los clientes para leerme párrafos enteros de "Los Césares de la decadencia" con entusiasmo sincero; en una "fazenda" brasilera, donde el mulato más letrado tenía el encargo de leer a los trabajadores reunidos algún texto "bueno para el alma"; en una peluquería del Cuzco (Perú), entreverado con revistas de moda y de deportes, para que los clientes que pagaban por la trasquilada ("sentado, 10 soles; parado, 5 soles") pudieran ilustrarse; y naturalmente, en mi propio pupitre de escolar, en Santiago de Chile, cuando fundé un club de adolescentes conspiradores y traficantes de libros prohibidos y blasfemos.

Vargas Vila hizo una gira por América Latina en 1923. Visitó Buenos Aires, Montevideo, Río de Janeiro, México, La Habana y otras ciudades importantes. Dictó conferencias, muy agitadas y concurridas. Libró polémicas a través de los periódicos. Los periodistas le hicieron entrevistas escandalosas. Causó revuelo y estrépito. Los curas sermoneaban desde los púlpitos ofreciendo las llamas eternas del infierno al apóstata que leyera los libros de este monstruo. Esto hizo aumentar explosivamente las ventas de sus obras.

Fue al final de esta gira, en La Habana, donde Vargas Vila contrajo una enfermedad extraña que afectó su vista y que terminaría por dejarlo completamente ciego. Regresó a Barcelona, donde transcurrió los últimos años de su vida en completa soledad, sin dar ni pedir cuartel a sus rencorosos enemigos. Murió en 1933, cuando ya comenzaba a gestarse el terrible drama de la guerra civil española. Los círculos de obreros anarquistas y socialistas lo leían con avidez y entusiasmo, lo respetaban y lo reconocían como a un maestro. Y en efecto, por encima de todo, Vargas Vila fue siempre un apóstol de las ideas libertarias. Esto fue lo mejor de su ideología, porque en ocasiones se perdió en los laberintos de las doctrinas nihilistas o en la búsqueda del "superhombre" de Nietzsche. Causa emoción constatar que ninguno de sus grandes defectos le hizo perder su aliento humanista.

Escribió narraciones, novelas, relatos de viaje, obras de teatro, notas de historia y de estética, conferencias, artículos de crítica y ensayos políticos. En todos ellos campea el amor por la libertad y la pasión por la justicia social.



C.V. (Estocolmo, 1997).






Bibliografía de José María Vargas Vila


La obra de Vargas Vila abarca unos cien volúmenes. Existen dos ediciones diferentes de sus Obras Completas: Bouret (París-México, abreviado aquí como PM) y Ramón Sopena (Barcelona, abreviado aquí como RS). Esta última se considera la definitiva. Las "Obras Completas" publicadas en Buenos Aires en 1946 (2 volúmenes), son apenas una selección de sus producciones más vendidas. No es fácil determinar exactamente la fecha de publicación de algunas de sus obras (hay ediciones dobles, con diferentes títulos para la misma obra, etc.). La que sigue es una lista tentativa. Un signo "?" al lado del año, indica que la fecha es dudosa.


1887 Aura o las violetas, Maracaibo; 1892, Bogotá; 1920, París; s.f., RS.

1887 Pasionarias, álbum para mi madre muerta, San Cristóbal.

1888 Emma, Maracaibo, (en una publicación literaria).

1889 Aura o las violetas; Emma; Lo irreparable, Maracaibo; 1898, 1918, 1920 y 1930, PM, Biblioteca de los Novelistas; 1934, RS, t6.

1889 Lo irreparable, Maracaibo (en el periódico Ecos de Zulia).

1892 Los Providenciales, New York.

1895 Flor de fango, París; 1918, PM, Biblioteca de los Novelistas; 1918, RS, t 14.

1900 Ibis, Roma; 1911, RS, t 2; 1917, París.

1900? A la hora del crepúsculo, París.

1901 Alba roja, París; 1919 y 1930, RS, t 4.

1901 Las rosas de la tarde, PM (Biblioteca de los Novelistas); 1933, edición definitiva, RS, t 13.

1902 Ante los bárbaros: el Yanki. He ahí el enemigo, Nueva York. 1902, París; 1923 y 1930, RS, t 55.

1902 Copos de espuma, París; 1918 y 1923, PM, Biblioteca de los novelistas; 1930, RS, t 38.

1904 Los divinos y los humanos, París; 1917, ibid.; 1920 y 1930, RS, t 29.

1906 La simiente, París; s.f., edición definitiva, RS, t 1.

1906 Laureles rojos, París; 1921, ibid.; 1921, RS, t 44.

1906? El canto de las sirenas en los mares de la historia, RS.

1907 Los Césares de la decadencia, París; 1913; 1936, RS, t 34.

1909 El camino del triunfo, La Habana; RS, t 10.

1909 La república romana, París; s.f., RS, t 36.

1910 La conquista de Bizancio, RS, t 11.

1910 La voz de las horas, Barcelona; 1920, edición definitiva, RS, t 18.

1910? Hombres y crímenes del Capitolio, RS.

1911 El ritmo de la vida: motivos para pensar, PM; s.f., edición definitiva, RS, t 33.

1911 Huerto agnóstico; cuadernos de un solitario, RS; 1912, PM y RS, t 43.

1911 Rosa mística; mes nouvelles, Barcelona.

1911? Ibis, novela, edición completa, México.

1912 Políticas e históricas (páginas escogidas), PM.

1912? El imperio romano, obra inédita, Barcelona; 1936, RS, t 54.

1913 Archipiélago sonoro, poemas sinfónicos, PM; 1930, RS, t 19.

1913 Ars-verba, PM; 1921, RS, t 42.

1913 En las zarzas del Horeb, PM; 1930, RS, t 41.

1914 El alma de los lirios, PM.

1914 El rosal Pensante, París; 1923, RS, t 40.

1914 La muerte del cóndor; del Poema de la tragedia y de la historia, Barcelona 1914; 1935, edición definitiva, RS, t 37.

1914 Los parias, París; 1926, ibid. (Biblioteca de los Novelistas); s.f., RS, t 16.

1914 Verbo de admonición y de combate, PM; 1921, edición definitiva, RS, t 39.

1915 Pretéritas, Prólogo de R. Palacio Viso, PM; 1921 y 1930, RS, t 46.

1915? Clepsidra roja, Barcelona; 1916, 3a. ed., Barcelona; 1921 y 1930, RS, t 47.

1915? En las cimas, Barcelona; 1916, ibid.

1916 La demencia de Job: novela, Madrid; 1930, RS, t 15.

1916 Prosas selectas, Barcelona; RS, t 51.

1916? María Magdalena (novela), México.

1917 Ante los bárbaros (los Estados Unidos y la Guerra) el yanki: he ahí el enemigo, RS; 1918, corregida y aumentada, RS.

1917 El cisne blanco (novela psicológica), Barcelona.

1917 Eleonora (novela de la vida artística), Barcelona.

1917 Los discípulos de Emaüs (novela de la vida intelectual), Barcelona; 1923, RS, t 7.

1917 María Magdalena; novela lírica, RS, t 5.

1917 Rubén Darío, Madrid; 1922, edición definitiva, RS, t 35.

1917? El huerto del silencio, Barcelona.

1917? Horario reflexivo, Barcelona; 1923, RS, t 26.

1918 Los estetas de Teópolis, novela, Madrid; 1922, RS, t 8.

1918 Páginas escogidas; literatura, PM.

1918? La ubre de la loba, Barcelona; 1920, edición definitiva, RS, t 28.

1919 El minotauro, novela, RS, t 12.

1920 Cachorro de león (novela de almas rústicas), RS; 1930, edición revisada y corregida por el autor, RS, t 30.

1920 De los viñedos de la eternidad; obra inédita, RS, t 25.

1920 De sus lises y de sus rosas, Barcelona; 1931, RS, t 17.

1920 El final de un sueño: novela inédita, Barcelona, 1920; 1936, RS, t 27.

1920 Libre estética, RS, t 32.

1920 Salomé, novela poema, edición definitiva, RS, t 24).

1921 Belona dea orbi, Barcelona; 1936, RS, t 48.

1921 El huerto del silencio: tragedia lírica, RS, t 43.

1921 Prosas-laudes, Barcelona; 1931, RS, t 45.

1922 Gestos de vida, obra inédita, RS, t 53.

1922 Mis mejores cuentos, novelas breves, Madrid.

1922 Saudades tácitas, obra inédita, RS, t 49.

1923 Némesis, México.

1924 Antes del último sueño (páginas de un vademécum), PM, Biblioteca de los Novelistas.

1924? Mi viaje a la Argentina; odisea romántica, Buenos Aires (Biblioteca Las Grandes Obras, 21).

1926 La cuestión religiosa en México, México.

1926 Los Soviets, con Carta-prólogo de D. Oscar Pérez Solís. Barcelona.

1927 Odisea romántica; diario de viaje a la República Argentina, Madrid (Obras Inéditas).

1928 Dietario crepuscular, Madrid, 1928 (Obras Inéditas, II).

1928? La novena sinfonía, novela, Madrid (Obras Inéditas).

1930 Lirio negro. Germania, edición definitiva, RS, t 23.

1930 Lirio rojo. Eleonora, RS, t 22.

1930 Sobre las viñas muertas, edición definitiva, RS, t 3.

1930 Tardes serenas (obra inédita), Barcelona, Colección Idea, Sección de Autores Americanos.

1932 Lirio blanco. Delia, edición definitiva, RS, t 20.

1935 El maestro, La Habana (Obras póstumas).

1937 El joyel mirobolante (desfile de visiones), Guayaquil, Ecuador (Obras Póstumas).

1938 José Martí: apóstol-libertador, con prefacio de Ramón Palacio Viso, París (Obras Póstumas).

s.f. El sendero de las almas: novelas cortas, RS, t 31.

s.f. Históricas y Políticas, RS, t 50.

s.f. Poemas sinfónicos, Barcelona.

s.f. Polen lírico, conferencias, RS, t 52.

s.f. Sombras de Águilas, RS, t 9.



C.V. (Estocolmo, 1997).









Algunas lecturas sobre Vargas Vila


Andrade Coello, Alejandro: Vargas Vila; ojeada crítica de sus obras: de "Aura o las violetas" a "El ritmo de la vida". Quito, 1912.


Besseiro, Victorio Luis: Un hombre libre: Vargas Vila, su vida y su obra. Buenos Aires, 1924.


Botero, Ebel: "Un hombre en blanco y negro: Vargas Vila", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 671-674.


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Vidales, Luis: "Iniciación al estudio crítico de José Ma.Vargas Vila", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 666-670.




Carlos Vidales (Estocolmo, 1997).

UNA LECTURA DE LAS PALMERAS SALVAJES DE WILLIAN FAULKNER.

Una lectura de Las palmeras salvajes de William Faulkner
Agosto 12, 2008 | Por mvivar | Claves: las palmeras salvajes, literatura, william faulkner | # Enlace permanente


En toda su narrativa, William Faulkner, tiene ese gusto por desembarcar en cualquiera de los puntos de su narración, sin haber dado apenas noticia de los antecedentes que han desencadenado aquella situación que va contando con minuciosidad, a la que aporta múltiples digresiones, que va cercando desde múltiples puntos de vista, usando una microscópica visión para diseccionar un nimio detalle o, por el contrario, distanciándose hasta alturas que dan vértigo para ofrecer la panorámica completa de un acontecimiento, no siempre central. Está también su afición por perderse por paisajes y tramas secundarias, todo ello movido por la autoridad de un estilo prístino. O está esa querencia por los saltos temporales y espaciales, que obligan al lector a prestar una especial antención si se quiere comprender y reconstruir mentalmente la linealidad de la narración. Las palmeras salvajes[i] novela publicada en 1939 es un ejemplo más de la complicada narrativa faulkneriana. Como el mismo define, esta novela, es una especie de “contrapunto estético.”[ii] Este contrapunto le da un ritmo narrativo que de otra manera la estructura no sería digna del tema que se esta tratando Pues la compleja estructura, las diferentes voces narrativas, las digreciones, los saltos temporales y las dos historias funcionando paralelamente, arman el imbrincado mapa de múltiples caracteres que definen a los hombres y mujeres, el cual esta limitado y determindado por dos acontecimientos irreversibles de la existencia humana: el nacimiento y la muerte. Y si hay un tema el cual ponga en relación ambas historias y, a esto dos acontecimiento irremediables, ese tema es la perdida y el encuentro del amor. De esta manera, forma y contenido marchan juntos en esta novela para tratar de ilustrar la complicada realidad del hombre.[iii] Dos historias, dos hombres, dos mujeres y dos acontecimientos paralelos siempre marcados por pares de opuestos.


“Dos historias”


La novela contiene dos historias paralelas: la de un médico de Nueva Orleans que huye con una mujer casada a la que ocasiona involuntariamente la muerte al someterla a una operación abortiva, por lo que es sentenciado a quince años de prisión, y la de un convicto que cumple una condena por robo y es enviado a salvar en un bote a una mujer encinta que se ha aferrado a un árbol para no ser arrastrada por la corriente. Por horas y días, el hombre lucha contra la impetuosidad salvaje de “El Viejo” nombre familiar del río Misisipi, con el unico objetivo de librarse de esa mujer que esta a punto de parir y poder volver a la seguridad que le proporsionaba la prisión.


La primer historia agrupada bajo los capítulos llamados “Las palmeras salvajes” comienza en el instante previo al nefasto final. El narrador introduce al lector al problema de la verdad, por medio del constante preguntarse del Doctor acerca de lo que oculta esa pareja que le a alquilado la casa de al lado. Este problema sera unos de los temas de la novela y el objeto principal de reflexión y preocupación del personaje del Doctor, quien se haya obsesionado por encontrar “la forma de la verdad.”[iv] Este personaje occila todo el tiempo entre el Doctor (mandato paterno y la institución) y el hombre, y aunque no es protagónico contiene rasgos que van a ir diseminándose por el resto de los personajes masculinos. En este primer capítulo el narrador, aunque toda la novela esta escrita en tercera persona, presenta al resto de los personajes bajo la perspectiva del Doctor. En los capítulos que siguen, correspondientes a “Las palmeras salvajes”, el narrador se posiciona en la perspectiva del protagonista, Harry. En estos capítulos los temas empienzan diversificarse a medida que avanza la narración. Y si bien el Dinero y el Arte son importantes el tema principal es el amor. En esta parte de la novela la poseción o falta de Dinero es el determinante que traza el rumbo de los protagonistas. Por otro lado, el Arte es presentado a través de las pinturas de Rittenmeyer y las esculturas de Carlota. En ambos casos lo que resulta importante no son los objetos artístico en sí ni las tecnicas empleadas, sino las circunstancias que llevan a un hombre a producir Arte, y lo que implica ser un “Artista.”[v] El amor como tema principal es aquello que tanto Harry como Carlota buscan y desean pero una vez que lo encuentran parece ser demasiado para ellos. Eligiendo la clandestinidad frente al matrimonio, tratan de preservar “el amor verdadero” pero no lo logran, pues la voragine que implica el cambio constante de habitat en pos de escapar a la rutina, los lleva


a su propia destrucción. Casi como un trágedia griega ambos protagonistas terminan uno en la carcel y el otro muerto. Estos dos acontecimientos estan atravezados en el libro por la imagen recurente de las palmeras asotadas por el viento. Y en donde el color negro todo lo tiñe. El viento y las palmeras funcionan como leiv motiv que representan la angustia y confusión de los protagonistas. En el capítulo final Harry sera atormentado por esta imagen que sus sentidos persistirán en traer a su mente.[vi]




La segunda historia agrupada bajo los capítulos correspondientes a “El viejo” tienen como gran protagonista al Río Misisipi. Y al igual que el dinero en “Las palmeras salvajes”, el río marca el camino de manera despótica y tiránica sometiendo a “el penado” a su juicio. En esta parte del libro el narrador, ahora, toma la perspectiva de “el penado” y cuenta las penurias que el protagonista sufrío cuando era asotado por las aguas y llevado por la corriente. Aquí, el narrador construye su relato de manera que, el tiempo de la narración y el tiempo de lo narrado conviven marcando el constrate entre el agua mojandolo todo y el estar seco y fumando apaciblemente. En este relato también el tema principal es el amor pero visto en extrecha relación a las mujeres. A “el penado” le interesa y le preocupa mucho más desacerse de la mujer antes que de a luz que aprovechar la oportunidad que el río le ofrece de recuperar su libertad. Aquí, la mujer es simbolicamente la posibilidad del amor y paradojicamente “el penado” sólo quiere librarse de ella. En este sentido no es gratuita, de ningun modo, la última linea de la novela.[vii] Con un giro irónico y burlandose de las leyes termina el relato con “el penado” recibiendo diez años más por tentativa de fuga.


Ambas historias, narradas paralelamente logran no sólo ritmo narrativo sino que también consiguen darnos un visión más acabada del amor. Es así, como Faulkner alcanza en Las palmeras salvajes una manera de dar cuenta de la realidad a través de una peculiar conección entre forma y contenido.[viii]

“Dos hombres”


En ambas historias los personajes masculinos estan construidos y constituidos de manera tal que son victimas de una marcada despersonalización y pasividad. Tanto Harry como “el penado” se somenten, el primero ante los caprichos de Carlota y el segundo ante los azarosos destinos que el río forja para él. De Harry al menos sabemos su nombre y que ha estudiado medicina bajo el mandato paterno, al igual que el Doctor. Pero de”el penado” se mantiene su nombre oculto y sólo se informa su ingenuidad como lector. “El penado” es doblemente literario y, si se quiere en cierta medida triplemente literario, porque por un lado, al igual que el Quijote cree peligrosamente en lo que lee, y por el otro, está su singular similitud con Huck Finn y finalmente porque, efectivamente, él es un personaje de una novela.[ix] A pesar de este anonimato y paradójicamente, “el penado” encarna el único personaje con un sentido ético y moral, es el único que sale airoso de la novela conservando su dignidad. Pues, a pesar que su único objetivo es librarse de la mujer y su bebe no los abandona, ni deja de cuidarlos hasta que estan a salvo. Esta dignidad del penado está ilustrada en el detalle de la ropa, otro de los leiv motiv de la novela. Volver a la carcel con el mismo uniforme de presidiario, gastado pero limpio, es lo que marca la diferencia frente a el comisario quien en una sucia maniobra le agrega diez años a su condena.


De Harry, los datos son muchos más y se van revelando a través de los diferentes personajes masculinos; pues como si fuera un ezquizofrénico cada personaje masculino conforma un parte de la personalidad de Harry. Por ejemplo, del Doctor tiene la profesión y la razón por la cual llega a ella; de Rittenmeryer adopta la pintura; de Flint el traje y frecuentar a los artistas; del vecino, en el lago, la forma de vestirse y de Buckner el someter a su mujer a un aborto. En esta sección de la novela, la ropa también es un leiv motiv que proporciona al lector la pauta de los cambios de los rasgos de personalidad que Harry va adquiriendo a lo largo del relato. Por ejemplo, si se lee con detenimiento la descripción que hace el narrador de Harry en el primer capítulo es exactemente igual a la descripción que se hace del vecino en el capítulo cuarto. Esta diseminación de la figura de Harry lo termina anulando, pues es todos y nadie. Claramente esto se pone de manifiesto cuando en el último capítulo el policia se refiere a él siempre con nombres distintos; y él en vez de corregirlo se limita a asentir. Una vez más los detalles no son sólo por una cuestión de decorado sino que son significativos para reconstruir la compleja estructura de la realidad humana.



“Dos mujeres”


En esta novela los personajes femeninos estan presentados desde las diferentes voces narrativas, todas masculinas y se pueden clasificar en tres tipos. En un extremo, está la mujer del Doctor, quien es descripta como una mujer “gris”, rígida y fría.[x] Todas la imágenes de ella que aparecen en la novela contienen la palabra “hierro” y son imágenes que trasmiten al lector la sesación de que esta mujer es una especie de estatua viviente.[xi] El que no tenga hijos acentua su carácter de frialdad. Sin embargo, en el capítulo final es quien le ofrece caritativamente un taza de café a Harry, frente al muy perocupado Doctor por encarcelarlo y no por ocuparse de Carlota moribunda. Este personaje esta sumamente emparentado con el personaje de la madre en El sonido y la furia[xii]. Si se quiere pensar simbolicámente es probable que este tipo de mujer represente en la literatura faulkneriana a la tradición.


En el extremo opuesto está Carlota, quien es presentada en el novela, como la mujer que huye de su matrimonio con su amante. Muchas de las veces que el narrador se refiere ella lo hace desde la comparación con una prostituta. También la imagen recurente que utiliza es la de “la mujer con pantalones,” y no pantalones de mujer sino pantalones de hombre, como si lo fuera[xiii]. Otra vez el leiv motiv de la ropa aparece. Aquí, significando el lugar activo que toma la mujer frente a la pasividad del hombre. Otra de las características, es su condición de artista plástico otro lugar que usurpa al hombre. Este personaje también tiene su gemela en El sonido y la furia pues Caddy recibe similar descripción. Por ejemplo, al igual que ella, Carlota abandona a sus hijas. Y si se tiene en cuenta las palabras de Carlota con respecto a su hermano mayor la posibilidad del incesto también determina a este personaje.


Finalmente, en el medio de estos dos extremos tenemos a la mujer embarazada de quien poco sabemos aparte de su condición de madre. Este personaje femenino significativamente permanece fiel a “el penado”. Y aunque esto paresca bueno paradojicamente “el penado” no quiere más que huir de esa situación.


Tanto Carlota como la mujer encinta son las responsables de desatar la catástrofe en las vidas aparentemente tranquilas de Harry y “el penado.” Son quienes, de alguna manera, le dan acción a estos hombres que tenían esas vidas opacas antes de conocerlas. Son quienes les ofrecen la posibiliadad de conocer el amor, pero esto implica riesgos tales que no siempre conducen a buen termino. [xiv] Así, en la novela, se construye detalladamente a estos personajes femeninos pues son determinantes para la trama.

“Dos acontecimientos”


Los dos acontecimientos que marcan el comienzo y fin de la vida estan tratados en esta novela de forma análoga. Tanto en la escena del nacimiento como en la escena previa a la muerte de Carlota a causa del aborto, el narrador se concentra más en los personajes masculino que en los femeninos quienes son lo que viven la situación en carne propia. Tanto Harry como “el penado” se ven desbordados por la situación Son las mujeres quienes toman la iniciativa y dominan la escena. Dos imágenes recorren estas dos escenas, por un lado, las serpientes que lo invaden todo mientras la mujer esta dando a luz y, por el otro, el de la sangre que todo lo mancha mientras Carlota aguarda la muerte. Nuevamente aparece en estas escenas el leiv motiv de la ropa, pues Carlota que nunca usaba camisón, [xv]ahora, lo lleva puesto y la mujer ante el asombro de “el penado” encuentra un pedazo de género que utiliza para lavar a recien nacido.[xvi] Ambas escenas provocan tanto en Harry como en “el penado” estupefacción al punto tal que, el primero se entrega pasivamente a la policia y el segundo no expresa ningun signo de alivio o alegría ante el nacimiento del niño. En ningun momento se dice claramente que el niño a nacido o que Carlota ha muerto si no que el lector debe inferirlo por las consecuencias que estos dos acontecimientos acarean.


Estos dos momentos de la novela marcan el punto de contacto entre ambas historias y son dos hitos que articulan la trama. No sólo porque los temas tienen relación sino también por como estan armadas y construidas las escenas. Desde el punto de vista estructural estas dos escenas son especulares en tanto que una es reflejo de la otra.


Como punto final y a modo de conclusión, entonces, la complicada y compleja estructura que Las palmeras salvajes presenta, es determinada como la única posibilidad de dar cuenta de una realidad igualmente compleja y complicada. Pues, como a lo largo de la trama se vió, los acontecimientos que marcan el camnino de la vida de los seres humanos son demasiado imbrincados y, si se quiere absurdos, como para representarlos de manera lineal y progresiva. Así, es que Faulkner encuentra la estructura que se adapta al tema, es decir, encuentra la manera de que la forma se exprese en el contenido y viceversa.

Marcela Vivar




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[i] William Faulkner, Las palmeras salvajes, Buenos Aires, Altaya, 1999.

[ii] “Aquello era una historia: la historia de Charlotte Rittenmeyer y Harry Wilbourne, que lo sacrificaron todo por el amor y después perdieron eso. Yo no sabía que iban a ser dos historias separadas sino después de haber empezado el libro. Cuando llegué al final de lo que ahora es la primera sección de Las palmeras salvajes, comprendí súbitamente que faltaba algo, que la historia necesitaba énfasis, algo que la levantara como el contrapunto en la música. Así que me puse a escribir “El viejo” hasta que “Las palmeras salvajes” volvió a ganar intensidad. Entonces interrumpí “El viejo” en lo que ahora es su primera parte y reanudé la composición de “Las palmeras salvajes” hasta que empezó a decaer nuevamente. Entonces volví a darle intensidad con otra parte de su antítesis, que es la historia de un hombre que conquistó su amor y pasó el resto del libro huyendo de él, hasta el grado de volver voluntariamente a la cárcel en que estaría a salvo. Son dos historias sólo por casualidad, tal vez por necesidad. La historia es la de Charlotte y Wilbourne.” Entrevista a William Faulkner en Cuadernos Paris nº20 set-oct, 1956.

[iii] Stonum hablando del concepto de movimiento cautivo dice: “así el concepto permite contamplar el arte como una visión de la trascendencia de vida, el arte como una representación del movimiento de la vida, el arte como problemática de captación y el arte como metaforma para investigar el valor de formas culturales.”Gary Lee Stonum, La carrera de Faulkner. Una historia literaria inetrior, México, Noema, 1983. Pág. 30

[iv] William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. cit.. Pág.16

[v] Dice en la novela: “había visto fotografías y reproducciones de tales cosas en revistas y las había mirado sin nunguna curiosidad y sin ninguna fé, como un palurdo que mira la figura de un dinosaurio. Pero ahora es palurdo estaba delante del monstruo y Wilbourne miraba los cuadros: absorto. No lo que representaban, el procedimiento o el colorido; no le decían nada. Era como un asombro sin entusiasmo ni envidia ante las circunstancias que pueden dar a un hombre los medios y el ocio necesarios para pasar sus días pintando cosas semejantes y sus noches tocando el piano y dando de beber a gente que no conocía (y, en un caso, al menos) cuyos nombres ni se molestaba en oír.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág. 41

[vi] Dice en la novela: “podía oír ahora el chocar de las palmeras invisibles, el salvaje ruido seco que hacían.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág.277

[vii] Dice en la novela: “-¡Mujeres!…-dijo el penado gordo.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág.321

[viii] Dice Yankas en su artículo: “Faulkner no ha creado una tecnica novelesca sino que afirma una nueva realidad en el drama entre el hombre y su naturaleza” Lautaro Yankas, “William Faulkner: el cosmos y la aventura interior” en Atenea, año 40, tomo cxlix, nº 399, marzo 1963. Pág. 66


[ix] Dice Stonum en su libro: “el que un escritor adopte esa responsabilidadlos valores tratados en su obra, implica que él cree que la palabra escrita tiene considerable poder” Gary Lee Stonum, La carrera de Faulkner. Una historia literaria inetrior, ed. Cit. 156

[x] Dice en la novela: “Era una mujer deformada aunque no gorda (ni siquiera tan gordita como el mismo doctor), que había empezado a volverse toda gris hacía ya unos diez años, como si el pelo y el cutis se hubieran alterado sutilmente junto con el tono de los ojos, por el color de sus trajes de casa que posiblemente ella elegía para hacer juego” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 12

[xi] Dice en la novela: “Ya volvía a subir corriendo la escalera; entró al dormitorio, donde su mujer se enderezó en la cama sobre el codo y lo miró lidiar con los pantalones, su sombra proyectada por la lampara de la mesa de noche, grotesca sobre la pared, monstruosa, tabién la sombra (de ella) con algo de Gorgona, a fuerza de los rígidos papelitos atormentándole el pelo gris, sobre la cara gris, sobre el camisón de cuello alto que también parecía gris, como si cada una de sus ropas participara de ese horrendo color fierro de su implacable e invencible moralidad” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 17

[xii] William Faulkner, El sonido y la furia, Buenos Aires, Mirasol, 1961.


[xiii] Dice en la novela: “- la mujer usa pantalones- le dijo- Es decir, no bombachas de señora, sino pantalones, pantalones de hombre. Quiero, decir le quedan chicos justo en los sitios donde a un hombre le gusta verlos chicos, pero no a una mujer, salvo que sea ella misma quien los use.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 10


[xiv] Dice Onis en su artículo: “En la obra de Faulkner la relación entre hombre y mujer es casi siempre tortuosa. La más de las veces es la de la mosca debatiéndose en la tela de la araña, o la lujuria brutal”. Harriet de Onis, “William Faulkner” en La Torre, revista general de la Univarsidad de Puerto Rico, nº 12 , oct-dic 1955. Pág. 16.


[xv]Dice en la novela: “Carlota estaba de espaldas, con los ojos cerrados, el camisón (esa prenda que nunca había tenido, que nunca había usado) arrollado a su pecho bajo los brazos, el cuerpo no desparramado, no abandonado, sino al contrario, un poco tenso.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 267


[xvi]Dice en la novela: “Una vez calentada el agua ella sacó de alguna parte que él no conocería nunca y que ella tal vez ignoraba también hasta que llegó el momento, de una parte que tal vez ninguna mujer conoce pero que no asombra a ninguna mujer, ese cuadrado de algo entre alpillera y seda.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 219

martes, 9 de noviembre de 2010

ESTOS PASOS..

Estos pasos

que me llevan hacia ninguna parte,

rostros anonimos que se cruzan,

andares de brazos caidos,

sonrisas postizas

atraves de las ventanas

gatos pensativos en las persianas,

el ruido infernal de la avenida,

el claxon que embotella,

unas manos esquivas

que ansian el mendrugo de pan de la vida...





Esos ojos llorosos,

turvia la mirada,sin objeto,

rostros y cuerpos sin sombra,

el estrupicio de los pensamientos,

aves ansiosas de partir

hacia otros cielos,

y de pronto ese llanto

de un bebe que esta naciendo

al dolor hecho mercancia!!

domingo, 24 de octubre de 2010

POR QUE ADORO LOS DETECTIVES SALVAJES..POR MARTIN CRISTAL.

Por qué adoro Los detectives salvajes
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Por Martín Cristal

Le he dedicado varios artículos a 2666 simplemente porque es una gran novela y tiene mucha tela para cortar, pero mi favorita entre las novelas de Roberto Bolaño sigue siendo Los detectives salvajes.

A mediados de 2001, yo ya llevaba en México DF casi tres años; había publicado mi primera novela, tenía un buen trabajo y acababa de mudarme a la calle Bucareli. Una fiebre me tumbó en la cama de ese departamento, enorme y vacío; falté al trabajo y me animé con el único libro que me quedaba sin leer: Los detectives salvajes. Lo había comprado junto con otros libros, por recomendación de Mónica Maristain (quien tiempo más tarde le haría a Bolaño su última entrevista). De esos libros, Los detectives salvajes había quedado al final, quizás por su mayor volumen. De inmediato me sorprendió que la historia escrita por un chileno que vivía cerca de Barcelona iniciara, no ya en el DF, sino precisamente en la misma calle a la que yo me había mudado.

Me sedujeron, claro, el dominio de un lenguaje mexicano con el que por entonces yo convivía, la evocación de un México mítico elegido como un territorio fecundo para disparar la imaginación… pero lo que más me atrapó fue la desmesura (que no es meramente extensión): una novela de seiscientas y tantas páginas, sí, pero cuya acción transcurre en un lapso de veinte años, en muchas ciudades diferentes, con más de cincuenta narradores distintos (algunos de ellos tomados de la vida real), con una gran cantidad de historias y voces… Imposible no impresionarse.

Bolaño narra vidas completas: registra todo el “ancho de banda” de la vida. En esto se opone diametralmente a Borges, cuya estrategia era cifrar el destino de un hombre en un momento de la vida de ese hombre, como si narrando ese único momento diera cuenta de la vida entera de esa persona. Bolaño no le saca el cuerpo a los pormenores, a las idas y vueltas, y así la vida en sus relatos se parece, efectivamente, a la vida: caprichosa, llena de meandros e incertidumbres, con tiempos muertos, pausas, vértigo, cambios, traslados… No se trata de que Borges sólo haya escrito cuentos y entonces, por una cuestión de síntesis, haya preferido aquella estrategia, mientras que Bolaño puede desarrollar más porque escribe largas novelas: no es eso, digo, ya que Bolaño no lo hace sólo en las novelas; también se da el lujo de lograr esa impresión en muchos de sus cuentos, como por ejemplo en “Vida de Anne Moore” (en Llamadas telefónicas).

Con Los detectives… Bolaño se ubica en la genealogía de Rayuela de Cortázar (1963), novela que le debe mucho al Adán Buenosayres de Marechal (1948), que a su vez desciende de dos líneas entrelazadas, el Ulises de Joyce (1922) y la Comedia de Dante (siglo XIV), y por ende de Virgilio y de Homero. Una línea genealógica en la que reconozco diversos placeres que me definen como lector.

Audacia, desmesura; narración coral; emociones alternadas, no pura tristeza, tampoco pura alegría; humor, a veces absurdo, con frecuencia irónico o lúdico, muy pocas veces simple; prosa sin ornamentos innecesarios, con períodos largos, y cadencias atractivas, de poeta con calle, que no reniega de la oralidad; metáforas desbordadas, hiperdesarrolladas; cierto riesgo estructural (estructuras abiertas); descripciones disyuntivas —del tipo “en la habitación había tal cosa, o quizás tal otra, o quizás no había nada”— que construyen una atmósfera, no meros inventarios; un buen equilibrio entre lo vital y lo metaliterario; la digresión como estrategia y un poder de fabulación enorme, una gran concatenación de anécdotas pequeñas y grandes: todo eso encontré en Los detectives salvajes.


Eso me sorprendió desde el arte; en un plano más íntimo, la novela me conmovió con sus personajes nómades, cuya vida parece triste porque no consigue enraizarse en ninguna parte. Ése era exactamente el sentimiento que comenzaba a surgir en mí por aquellos años (yo viviría aún dos más en el DF). El viaje como búsqueda. La vida lejos del lugar que te vio nacer. Ulteriormente, ese sentimiento creció y pesó mucho en la decisión de volver a la Argentina, luego de un paso muy breve por Europa. De vuelta, lo primero que publiqué fue Mapamundi (2005), un librito con siete cuentos que, en distintos tonos, querían tocar esa fibra. Hoy sé que la vida no para en ningún lado porque está en todas partes.

Mis razones para volver de México a la Argentina fueron muchas, y no todas muy claras al momento de volver, por eso me pregunto: ¿cuánto habrá tenido que ver la lectura de Roberto Bolaño en esa decisión? Quizás leer a Bolaño tuvo algo que ver también porque ¿qué hubiera podido seguir escribiendo en el DF, que historia personal hubiera podido narrar o inventar allá luego de que ya había hecho mi pequeña “novela de extranjero en México” (Bares vacíos, 2001) y luego de haber leído algo como Los detectives salvajes? ¿Seguir con otras historias de exilio o extranjería? ¿Adoptar el lenguaje mexicano ya no como un juego, sino como algo propio? Quizás era hora de volver, de descubrir mi verdadero lugar, y tal vez leer a Bolaño me ayudó a darme cuenta de eso.

Roberto Bolaño murió el 14 de julio de 2003. Hoy se cumplen seis inviernos. Este pequeño artículo no surge del mero deseo de hacer un homenaje, sino de la más pura gratitud.

TRES HAYKUS DE OTOñO...

TRES HAYKUS DE OTOñO...
Categoría(s): HAYKUS.
Hojas

cayendo indecisas

en el fugaz tiempo

de las brisas.

 

fragiles

como los sueños

que iluminan la mañana.

 

Que tarde

la de esta tarde

solo escucho a lo lejos

el reloj del mundo

sábado, 23 de octubre de 2010

TUS CADERAS...

Tus caderas que danzan

como la tenue brisa

sobre la colina...

tu corazon que galopa

como yegua corriendo,

en la esplanada,..



De repente tu cintura

son las olas sucesivas

que sacuden mi vida

hoja que cae en el otoño,

cielo gris en el invierno,

volcanico sol de nuestros sueños...



Eres eso..

un mar de silencios,

un temblor de susurros quedos,

una respiracion tendida sobre el llano,

tu mano que me saluda

desd el tren que parte irrevocable,

hacia la nada de los espejismos..



un nudo en la garganta,

el aliento reseco,

la ansiedad de tus labios,

una mirada peregrina

que rueda sobre los zocalos de la plaza..



Una llamarada que me indique,

apenas el manojo de cenizas,

el ovillo de todos los caminos posibles,

la mortaja de la despedida...

tus besos voraces

que me afirman,

en la hora infinita de la Aurora.

NAVEGANDO A CIEGAS..

Buzo apenas soy

navegando a ciegas

en el ancho y profundo mar

de tu infinito silencio..



y mis labios

surcando tu esbelta espalda

como una gema palpitante

caen al fondo del espasmo,

piel que palpita

llama contra llama,

navegando la cintura

arriba los senos que me observan

abajo el delta de tu néctar

ríos de ambrosía,

camino al abismo

de tu cinturón de fuego,

entonces solo una palabra tuya

me salva...

martes, 5 de octubre de 2010

RESEñADO EN EL DICCIONARIO LATINOAMERICANO DE POETAS.

Libros y Letras | Agencia de Noticias Culturales por Jorge Consuegra: Diccionario Latinoamericano de
www.librosyletras.com
{Revista Cultural de Colombia y América Latina, información de libros y letras}

viernes, 1 de octubre de 2010

PUBLICACION DE MI MICROCUENTO UNA SOMBRA,EN MOLINO DE LETRAS.

Número actual
La hacedora de velas. Elena Ortiz Muñiz
Sangre en la hojarasca. Mariela Loza Nieto
La isla. David Uriel Martínez Valencia
Insomnio.Jorge Martínez Jorge
La vuelta.Magda Lago Russo
Cuando nos deje de llover. Dayan Gamboa
La chica de los brackets. Agustín Azcona Hernández
Una sombra. César Molina Consuegra
Un puzzle de 1000 piezas no se hace solo. David Bombai
Historias de familia. Manuel Prieto
Una madrugada alcohólica. Edgar Tarazona Angel
Artista. Rolando Revagliatti
F.T.O.S. Evgeny Zhukov
Elena. Roberto Javier Rodríguez Santiago
Film. Rolando Revagliatti

miércoles, 29 de septiembre de 2010

EL TIGRE Y EL ZORRO.

Un tigre atrapó a un zorro, y éste le dijo:
- A mí no puede comerme.
- El Emperador del Cielo me ha designado rey de todas las bestias.
- Si me comes desobedecerás sus órdenes.
- Si no me crees, ven conmigo.
- Pronto verás cómo huyen los otros animales al verme.

El tigre accedió a acompañarle: y en cuanto los otros animales los veían, escapaban presurosos. El tigre creyó que temían al zorro. No se dio cuenta que huían de él.

Fuente: desconocido

martes, 28 de septiembre de 2010

EL CID CAMPEADOR EN LA LITERATURA.

El Cid en la literatura
Excepción hecha de los testimonios documentales de la época, algunos firmados por el propio Rodrigo Díaz, las fuentes más antiguas acerca del Campeador provienen de la literatura andalusí del siglo XI. Las obras más tempranas de que tenemos noticia sobre él no se han conservado, aunque se ha transmitido lo esencial de ellas a través de versiones indirectas. En las fuentes árabes se impreca generalmente al Cid con los apelativos de tagiya ('tirano, traidor'), la'in ('maldito') o kalb ala'du ('perro enemigo'); sin embargo, se admira su fuerza bélica, como en el testimonio del siglo XII del andalusí Ibn Bassam, única alusión en que la historiografía árabe se refiere al guerrero castellano en términos positivos; de todos modos Ibn Bassam habitualmente se refiere a Rui Díaz con denuestos, execrándolo a lo largo de toda su Al-Djazira fi mahasin ahl al-Yazira... (Tesoro de las hermosas cualidades de la gente de la Península) con las expresiones «perro gallego» o «al que Dios maldiga». He aquí el conocido pasaje en que reconoce su prodigiosa valía como guerrero:[34]

...era este infortunio [es decir, Rodrigo] en su época, por la práctica de la destreza, por la suma de su resolución y por el extremo de su intrepidez, uno de los grandes prodigios de Dios.

Ibn Bassam, Yazira, 1109.[35]
Es de notar, asimismo, que nunca se le aplica en las fuentes árabes el sobrenombre de sidi (señor) —que entre los mozárabes derivó a «Cid»—, pues era un tratamiento restringido a los dirigentes islámicos.

La Elegía de Valencia del alfaquí Alwaqqashí fue escrita durante el sitio de Valencia (inicios de 1094). Entre ese año y 1107 Ibn Alqama compone su Manifiesto elocuente sobre el infausto incidente, que narra las vicisitudes del señorío del Cid en Valencia. Ibn Al-Faray, visir de Al-Qádir, redacta un relato que no nos es conocido ni en su título, sobre los momentos previos a la conquista de Valencia por el Cid. Por último, y como se dijo arriba, en 1110 Ibn Bassam de Santarén dedica la tercera parte de su Al-Yazira a exponer su visión del Campeador.

En cuanto a las fuentes cristianas, desde la primera mención segura sobre el Cid (en el Poema de Almería, 1147/8) las referencias están teñidas de una aureola legendaria, pues se dice de él que nunca fue vencido. Para noticias más fieles a su biografía real existe una crónica en latín, la Historia Roderici (segunda mitad del siglo XII), concisa y bastante fiable, aunque con importantes lagunas en varios periodos de la vida del Campeador. Junto a los testimonios de historiadores árabes es la principal fuente sobre el Rodrigo Díaz histórico. Además, la Historia Roderici presenta a un Rodrigo Díaz no siempre alabado por su autor, lo que hace pensar en la neutralidad de su relato. Así, comentando la razia del Campeador por tierras de La Rioja, el autor de la historia de Rodrigo se muestra muy crítico con el protagonista, como se puede ver en la manera como describe y valora su razia por La Rioja:[36]

[...] Rodrigo abandonó Zaragoza con un ejército innumerable y muy poderoso, y penetró en las regiones de Nájera y Calahorra, que eran dominios del rey Alfonso y estaban sometidas a su autoridad. Peleando con decisión tomó Alberite y Logroño. Con brutalidad y sin piedad destruyó estas regiones, animado por un impulso destructivo e irreligioso. Se apoderó de un gran botín, pero ello fue deplorable. Su cruel e impía devastación destruyó y asoló todas las tierras mencionadas.

Historia Roderici, apud Fletcher (2007), pág. 226.
La literatura de creación pronto inventó aquello que se desconocía o completaba la figura del Cid, contaminando progresivamente las fuentes más históricas con las leyendas orales que iban surgiendo para ensalzarlo y despojar su biografía de los elementos menos aceptables por la mentalidad cristiana y el modelo heroico que se quería configurar, como su servicio al rey musulmán de Saraqusta.


Manuscrito Carmen Campidoctoris.Sus hazañas fueron incluso objeto de inspiración literaria para escritores cultos y eruditos, como lo demuestra el Carmen Campidoctoris, un himno latino panegírico escrito en poco más de un centenar de versos sáficos en la segunda mitad del siglo XII que cantan al Campeador ensalzándolo como se hacía con los héroes y atletas clásicos grecolatinos.[37]

En este panegírico ya no se encuentran registrados los servicios de Rodrigo al rey de la taifa de Zaragoza; además, se han dispuesto combates singulares con otros caballeros en sus mocedades para resaltar su heroísmo, y aparece el motivo de los murmuradores, que provocan la enemistad del rey Alfonso, con lo que el rey de Castilla queda exonerado en parte de responsabilidad en el desencuentro y destierro del Cid.

En resumen, el Carmen es un catálogo selecto de las proezas de Rodrigo, para lo cual se prefieren las lides campales y se desechan de sus fuentes (Historia Roderici y quizá la Crónica najerense) algaras de castigo, emboscadas o asedios, formas de combate que conllevaban un menor prestigio.[38]


Reproducción del primer folio del manuscrito del Cantar de mio Cid conservado en la Biblioteca Nacional de España.De esta misma época data el primer cantar de gesta sobre el personaje: el Cantar de mio Cid, escrito entre 1195 y 1207 por un autor culto, letrado de la zona de Burgos, Soria, la Comarca de Calatayud, Teruel o Guadalajara[39] y con conocimientos de derecho. El poema épico se inspira en los hechos de la última parte de su vida (destierro de Castilla, batalla con el conde de Barcelona, conquista de Valencia), convenientemente recreados. La versión del Cid que ofrece el Cantar constituye un modelo de mesura y equilibrio. Así, cuando de un prototipo de héroe épico se esperaría una inmediata venganza de sangre, en esta obra el héroe se toma su tiempo para reflexionar al recibir la mala noticia del maltrato de sus hijas («cuando ge lo dizen a mio Cid el Campeador, / una grand ora pensó e comidió», vv. 2827-8) y busca su reparación en un solemne proceso judicial; rechaza, además, actuar precipitadamente en las batallas cuando las circunstancias lo desaconsejan. Por otro lado, el Cid mantiene buenas y amistosas relaciones con muchos musulmanes, como su aliado y vasallo Abengalbón, que refleja el estatus de mudéjar (los «moros de paz» del Cantar) y la convivencia con la comunidad hispanoárabe, de origen andalusí, habitual en los valles del Jalón y Jiloca por donde transcurre buena parte del texto.[40]

La Estoria o Leyenda de Cardeña recopila un conjunto de noticias elaboradas por los monjes del Monasterio homónimo acerca de los últimos días de Rodrigo Díaz, el embalsamado de su cadáver y la llegada de Jimena con él al monasterio burgalés, donde quedó expuesto sentado por diez años hasta ser enterrado. Este relato, que incluye componentes sobrenaturales hagiográficos y persigue convertir al monasterio en lugar de culto a la memoria del héroe ya sacralizado, fue incorporado a las crónicas castellanas empezando por las distintas versiones de la Estoria de España alfonsí. En la Leyenda de Cardeña aparece por vez primera la profecía de que Dios concederá al Cid la victoria en la batalla aun después de su muerte.[41]

Entre otros aspectos legendarios que se desarrollaron a la muerte del Cid en torno al monasterio de San Pedro de Cardeña está el utilizar a dos espadas con nombres propios: la llamada Colada y la Tizona, que según la leyenda era perteneciente a un rey de Marruecos y hecha en Córdoba. Ya desde el Cantar de mio Cid (solo cien años desde su muerte) la tradición ha propagado los nombres de sus espadas y de su caballo, Babieca.


Mocedades de Rodrigo.Hasta el siglo XIV fue fabulada su vida en forma de epopeya, pero cada vez con más atención a su juventud, imaginada con mucha libertad creadora, como se puede observar en las tardías Mocedades de Rodrigo, en que se relata cómo en sus años mozos se atreve a invadir Francia y a eclipsar las hazañas de las chansons de geste francesas. El último cantar de gesta le dibujaba un carácter altivo muy del gusto de la época, que contrasta con el personaje mesurado y prudente del Cantar de mio Cid.

A partir del siglo XV se va perpetuando la leyenda popular del héroe asentada sobre todo en el ciclo cidiano del romancero. Su juventud y sus amores con Jimena fueron desarrollados en los romances, con el fin de introducir el tema sentimental en el relato completo de su leyenda. Del mismo modo, se añadieron episodios que le retrataban como un piadoso caballero cristiano, como el viaje a Santiago de Compostela o su caritativo comportamiento con un leproso, a quien, sin saber que es una prueba divina (pues es un ángel transformado en tullido), el Cid ofrece su comida y conforta. El Cid se va configurando, de ese modo, como perfecto amante y ejemplo de piedad cristiana. Todos estos pasajes formarán la base de las comedias del Siglo de Oro que tomaron al Cid como protagonista.

En el siglo XVI, además de continuar con la tradición poética de elaborar romances artísticos, le fueron dedicadas varias obras teatrales de gran éxito, generalmente inspiradas en el propio romancero. En 1579 Juan de la Cueva escribió la comedia La muerte del rey don Sancho, basada en la gesta del cerco de Zamora. En este material se basó también Lope de Vega para componer Las almenas de Toro. Pero la más importante expresión teatral basada en el Cid son las dos obras de Guillén de Castro Las mocedades del Cid y Las hazañas del Cid, escritas en 1618. Corneille se basó (por momentos al pie de la letra) en la obra del español para componer Le Cid (1636), un clásico del teatro francés.

Los románticos recogieron con entusiasmo la figura del Cid siguiendo el romancero y las comedias barrocas: ejemplos de la dramaturgia del siglo XIX son La jura de Santa Gadea, de Hartzenbusch y La leyenda del Cid, de Zorrilla, una especie de extensa paráfrasis de todo el romancero del Cid en aproximadamente diez mil versos. El romanticismo tardío escribió profusamente reelaboraciones de la biografía legendaria del Cid, como la novela El Cid Campeador (1851), de Antonio de Trueba.[42] En la segunda mitad del siglo XIX el género deriva a la novelista de folletín, y Manuel Fernández y González escribió una narración de este carácter basada en sus aventuras y sus leyendas llamada El Cid, al igual que Ramón Ortega y Frías.

En el ámbito teatral Eduardo Marquina lleva al modernismo este asunto con el estreno en 1908 de Las hijas del Cid.

En el siglo XX aparecen versiones poéticas modernas del Cantar de mio Cid, como las que realizaron Pedro Salinas, en verso, y Camilo José Cela.

Las ediciones críticas más recientes del Cantar, han devuelto el rigor a la edición literaria del Cantar; así, la más autorizada actualmente es la de Alberto Montaner Frutos, editada en 2000 para la colección «Biblioteca Clásica» de la editorial Crítica, revisada en 2007 en Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores.

Una de las magnas obras del poeta chileno Vicente Huidobro es La hazaña del Mío Cid (1929), que como él mismo se encarga de señalar, es una «novela escrita por un poeta».

A mediados del siglo XX el actor Luis Escobar hizo una adaptación de Las mocedades del Cid para el teatro, titulada El amor es un potro desbocado; en los ochenta José Luis Olaizola publicó el ensayo El Cid el último héroe, y en el año 2000 el catedrático de historia y novelista José Luis Corral escribió una novela desmitificadora sobre el personaje titulada El Cid. En 2007 Agustín Sánchez Aguilar publicó la leyenda del Cid, adaptándola a un lenguaje más actual, pero sin olvidar la épica de las hazañas del caballero castellano.

EL POETA BAJO TORTURA: *AHORA TE VA A COGER DIOS*

martes 28 de septiembre de 2010
Argentina, Chaco: El poeta bajo tortura: “Ahora, te va a coger Dios”

Marcos Salomón (CHACO DIA POR DIA)


Le advirtió el torturador a Raúl Junco, quien declaró este lunes ante el Tribunal Oral Federal. Se escucharon a otros cuatro testigos relacionados a la zona rural: Leopoldo Jordán, Laureano Guzmán y los hermanos Ángel y Héctor Berger.

Un poeta y cuatro hombres ligados a la zona rural chaqueña fueron los testigos ayer, en la continuidad del juicio oral y público por la Causa Caballero, en la que se juzga tormentos agravados ocurridos en la Brigada de Investigaciones y en la alcaidía policial entre 1975 y 1979.


Tragicómico


Raúl Junco contó su tragedia en clave de comedia, hasta de los momentos más atroces que le tocaron vivir logró sacar una sonrisa a propios y extraños (si hasta los imputados no pudieron disimular una sonrisa).


De alpargata, y vestido con elegante ropa de trabajo rural, contó que fue detenido el 4 de junio en la casa de Reynaldo Zapata Soñez –víctima de la Masacre de Margarita Belén- y que durante su detención el imputado Ramón Gandola, a pesar de conocerlo, le dio un duro golpe en la nuca.


Lo llevan a la Brigada de Investigaciones, donde le bajan el pantalón, mientras José Luis Patetta - otro de los imputados -, cuya descripción no fue del todo clara, le apuntaba a la cabeza con una pistola.


“Me pegué un cagazo y ahí se me vino la noche: picana y piñas sin parar, así me tenían”, relató Junco. Está 20 días, hasta que lo trasladan en la Alcaidía Policial, donde no dura mucho tiempo y es traído nuevamente a la Brigada.


“Encrucificado”


De nuevo en el Infierno, Junco es llevado por José María Cardozo (fallecido en el proceso) a uno de los sótanos de tortura. Lo atan al elástico de una cama, mientras “Cardocito me mostraba un crucifijo de aleación que me había regalado mi hermano”, narró.


Entonces, se preanunció el sadismo: “Ahora, te va a coger Dios”, le gritó Cardozo, mientras “me introduce en el ano el crucifijo”. La sesión de tortura no termina ahí: “Me pone picana”, justo en ese lugar, “y se rompió el crucifijo, desgarrándome el ano”, narró.


Irónicamente, todas estas sesiones de tormentos, supuestamente destinadas a quebrar al preso político para lograr que conteste pregunta, “nunca fueron acompañadas por un interrogatorio formal”. De hecho, “no preguntaban nada”.


Infierno


En la Brigada, Junco fue golpeado por Gabino Manader y José Francisco Rodríguez Valiente (ambos imputados), en el mismo lugar donde vio a Patricio Blas Tierno, que “estaba hecho pelota”, lugar al que describió muy gráficamente: “El que llegaba ligaba, no se pegaban entre ellos porque se conocían”, contó el testigo y las risas fueron infrenables.


Junco, que fue un detenido-desaparecido: “No me vio ni Jesucristo”, contó el remate de una conversación de antología, con un servicio de Inteligencia: “… Si ustedes saben dónde está Firmenich, vayan, agarrenlo y dejenme a mi”.


Apropiación de bienes


A Leopoldo Jordán, que tenía un aserradero en Machagai (aunque estaba asentado en Córdoba) lo detienen el 12 de febrero de 1977 (un día antes del cumpleaños de su hijo) por llevar a Raúl “Ñaró” Gómez Estibarribia - delegado de Ligas Agrarias en Corrientes - hasta Corzuela.


Mientras “Ñaró” fue ultimado de un itakazo en el campo donde presumiblemente se iba a esconder, Jordán fue detenido y tuvo que soportar la tortura en Brigada de Investigaciones, pasó por la alcaidía, la U7 y, para cuando salió de la cárcel, los torturadores de la dictadura cívico-militar se habían apropiado de todos sus bienes, al punto que su esposa e hijos debieron vivir de “la asistencia”. “Fue como el Martín Fierro, volver y encontrar el rancho abandonado”.


Campo arrasado


De los tres testigos restantes, todos estaban relacionados con Ligas Agrarias. El caso de los hermanos Ángel y Héctor Berger, detenidos por proteger al dirigente Carlos Oriansky, en un operativo encabezado por el imputado Patetta.


Según su relato, ambos fueron torturados y detenidos, el campo familiar fue quemado por bombas incendiarias arrojadas por un helicóptero del Ejército, mientras los torturadores se apropiaron de todos los bienes, incluido el dinero de un crédito bancario.


Por último, declaró Laureano Guzmán, otro detenido y torturado por pertenecer a Ligas Agrarias. Así terminó una audiencia, a la que el Tribunal Oral Federal intentó imprimir cierto ritmo.

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Publicado por ARGENPRESS en 15:08:00
Etiquetas: Argentina, Chaco, CHACO DIA POR DIA, dictadura, juicios, Justicia, militar, represores

sábado, 25 de septiembre de 2010

EL ILUSIONISTA...

El ilusionista,inicio su sesion con las magicas palabras de ABRA CADABRA,el teatro estaba atestado de personas incredulas,de pronto,e sintio un rugido,como de fiera prehistorica, los cimientos comenzaron a temblar,entonces levanto los brazos,y comenzo a levitar!!..fue cuando todo el mundo desaparecio!!

viernes, 24 de septiembre de 2010

EL SEPELIO...

EL SEPELIO...
El sepelio desemboco,en las cuatro esquinas del cementerio,una multitud luchaba por entrar,por la angosta puerta,otra marejada humana,se posiciono en los espacios laterales de la ancha plaza,entre llantos,rezos y murmullos,el feretro se balanceaba en los brazos de la multitud...frente a ala boveda que señala el unico lugar, irrevocable espacio de la muerte,abrieron la caja,para darle al difunto el ultimo adios!!..pero la caja estaba vacia...y la multitud en su desbandada rompio tapias y cruces,floreros y lapidas!!

miércoles, 22 de septiembre de 2010

LA ESCALERA MOJADA...

Todos estabamos en la parte alta de las escaleras,recogiendo las manzanas,arriba un cielo amenazante de color plomizo,una lluvia pertinaz que nubla los ojos,y el rugido del trueno,la estela de luz de los rayos,el olor de la estatica..hay voces anonimas en variados idiomas,a lo lejos el mugido de las vacas,el olor a pasto virgen,y la moñinga de vaca, de pronto ese golpe seco y aparatoso,y el ruido de una escalera que cae,un grito apagado de dolor,en lo que parece ser un sueño de tantos que interioriza nuestras metas y sueños,frente a la ventana solo cruzan sombras anonimas,y ruido de pies que se arrastran,la lampara de luz se enciende por unos segundos,pienso que hago parte de un sueño colectivo,mientras sacudimos la piel,la sinergia nos acopla a la cola del mundo,en una secuencia infinita,cuando escucho que LINDA,le dice a MALLOF,QUE ACABAN DE LLEGAR LOS MEDICOS,PARA CURAR A EL PACIENTE.

martes, 21 de septiembre de 2010

CARTA A ERNESTO SABATO O LAMETAFISICA DE LO COTIDIANO,POR JORGE CASTELLON.

Carta a Ernesto Sábato o la metafísica de lo cotidiano por Jorge Castellón
« volver




Y qué mejor manera de comenzar un libro que sus palabras: “Hay días que me levanto con una esperanza demencial —dice usted— momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana, están al alcance de nuestras manos. Este es uno de esos días.” Es que eso demuestra que la literatura, la escritura en usted, y en muy pocos de su estatura, es un regalo para nosotros, de lo mejor de usted mismo. Su mejor vino, la gran reserva espiritual de un hombre que resiste el siglo, y que en esa resistencia se ha añejado su sabiduría, para ponerla en el centro de la mesa de los que quieren ser convidados en una invitación siempre abierta.
Empecé, como es mi costumbre, por subrayar, por marcar los párrafos que me parecían invaluablemente hermosos de su libro, no sólo por su prosa, sino por su profundidad, por su noble sapiencia Le cuento que a las cinco páginas cesé de hacerlo: todo lo escrito era fundamental. Nada estaba de sobra, de fondo, de adorno. De seguir en mi costumbre, hubiese tenido que marcar cada párrafo de las 123 páginas de su libro.
Quiero comentar sólo su primera carta, que usted titula Lo pequeño y lo grande, de inicio acentúa usted “ la convicción de que - únicamente- los valores del espíritu nos pueden salvar de este terremoto que amenaza la condición humana”. Y al hablar de la condición humana nos habla de la soledad, del alejamiento que las personas —nosotros— experimentamos del mundo, de la des-humanización de la vida.
Momento terrible, sí, casi desesperanzador el que vivimos. Me entenderá mejor si le cuento que escribo desde Centroamérica., desde una de las partes más violentas y pobres del planeta, tierra de héroes sin tumbas, de santos y de cínicos. De un lugar ya sin bosques, sin aves, pero lleno de aguas putrefactas...pero que es nuestra casa. Y desde este contexto, donde uno ansía milagros, me impresiona aun más una declaración suya profundamente cierta, que aveces me pasa inadvertida:
“Milagro son ellos., milagro es que los hombres no renuncien a sus valores, cuando el sueldo no les alcanza para dar de comer a sus familias, milagro es que el amor permanezca y que todavía corran los ríos cuando hemos talado los arboles de la tierra”.
Y me pregunto: ¿cómo en un mundo como éste, todavía se puede hablar de la posibilidad el amor.? En un mundo donde, como en el poema de Juan Gelman:
“Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran...”
Nos dice, que hemos perdido “la capacidad para mirar y ver lo cotidiano”. Recordándonos con nostalgia y dulzura lo que es lo cotidiano mismo: “Una calle con enormes tipas, unos ojos candorosos en la cara de una mujer vieja, las nubes de un atardecer.” Nos llama la atención en su carta sobre un hecho casi fatal: el ruido tecnológico del mundo, que “nos quita las ganas de trabajar en alguna artesanía, leer un libro, arreglar algo de la casa mientras se escucha música o se matea,” que en nuestro caso seria el disfrutar de una taza de café entre amigos o seres queridos.
Nos habla en fin, de cosas simples que hemos olvidado, que hemos desvalorizado, que hemos echado al olvido presas de un letargo profundo sobre las cosas pequeñas. Y usted nos insiste que:
“ No hay otra manera de alcanzar la eternidad, que ahondando en el instante, ni otra forma de llegar a la universalidad que a través de la propia circunstancia: el hoy y el aquí. Y entonces ¿cómo? Hay que re-valorar el pequeño lugar y el poco tiempo en que vivimos”.
Y es verdad que ese espacio y ese tiempo están “sagradamente impregnados de la humanidad de las personas.” Y usted nos ayuda a descubrir esa metafísica de la vida cotidiana que desconocemos u olvidamos, y nos recuerda que aquellos zapatos viejos, no son zapatos...son “Van Gogh, Vincent: su ansiedad, su angustia, su soledad; de modo que son más bien su autorretrato.” De modo que lo humano está presente en todo y por lo tanto, las cosas, los objetos “son símbolos de aquello profundo y recóndito que reflejan”. Y que están allí, para decirnos algo...de los que nos rodean, y de las personas que nos han abandonado.
Descubro aquí, sin proponérmelo, una coincidencia suya con sus compatriotas, Jorge Luis Borges y Manuel Mujica Laínez: el amor poético por las cosas, por el misterio de las cosas, que viene del amor por las personas y del respeto por el tiempo que trascurre a través de las personas.
Borges dice:
“...!cuántas cosas,
Limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
Nos sirven como tácitos esclavos,
Ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
No sabrán nunca que nos hemos ido.”
Pero hay algo más en sus ideas señor Sabato, porque para usted, esas cosas, nos remiten más bien al presente, a la fuente del goce de lo humano en la vida cotidiana...”Porque el hombre hace con los objetos lo mismo que el alma realiza con el cuerpo, impregnándolo de sus anhelos y sentimientos...” Y así, “el contacto con cualquier obra humana evoca en nosotros la vida del otro”
Es por eso que -prosigue-... “ al retornar a nuestra casa después de un día de trabajo agobiante, una mesita cualquiera, un par de zapatos gastados, una simple lampara familiar, son conmovedores símbolos de una costa que ansiamos alcanzar, como náufragos exhaustos que lograran tocar tierra después de una larga lucha contra la tempestad.”
Entonces, es ahí, en lo inmediato, entiendo, en lo cotidiano, que comienza esa resistencia contra la tristeza del mundo, contra la pesadumbre que suscita la desesperanza; es – parece decirnos- en esos encuentros humanos en que resistimos la des-humanización del mundo que nos rodea. “A los años que tengo hoy, puedo decir, dolorosamente, que toda vez que nos hemos perdido un encuentro humano, algo quedó atrofiado en nosotros, o quebrado”
Fuera de los encuentros humanos, somos entonces seres atrofiados, quebrados, ajenos a nuestra propia naturaleza. Alejados, ajenos a los otros, y a la vivencia humana con el prójimo, nos deshumanizamos. Recuerdo ahora, una cita de Borges, que puede ser la nuestra: “No nos une el amor, sino el espanto”, y es precisamente lo que a nosotros nos sucede, diría, en mi pequeño país. Luego, unidos por el espanto y atrofiados, en qué nos hemos convertido.
Pero su carta, me alivia, me dice que lo grande, está en lo pequeño. Que es desde lo pequeño desde donde podemos comenzar a irradiar con nuestra pequeña luz, el oscuro mundo del entorno. Que lo pequeño es el intersticio, “apenas el espacio que necesita un latido para seguir viviendo, y a través de él puede colarse la plenitud de un encuentro, como las grandes mareas pueden filtrarse aun en las represas más fortificadas.”
Me alienta cuando dice, que “la historia es siempre novedosa”, Y que por eso, “ a pesar de las desilusiones y frustraciones acumuladas, no hay motivo para descreer el valor de las gestas cotidianas. Aunque simples y modestas son las que están [ ] abriendo así un nuevo curso al torrente de la vida”
Me alienta pensar, que cada abrazo entre hermanos, cada beso de una madre a sus hijos, cada sonrisa de un padre, cada risa entre amigos, cada noche entre amantes, cada esperanza juvenil, cada silencio satisfecho alrededor de una humilde mesa, cada sueño escolar, cada letra y palabra aprendida en una escuela, cada bondad en la calle, cada lucha honorable por el sustento, cada rezo, cada mirada de simpatía, nos abren la esperanza de un mejor futuro, “porque el amor, como el verdadero acto creador, es siempre la victoria sobre el mal.”
Con profundo agradecimiento y admiración.
Junio de 2010

domingo, 19 de septiembre de 2010

PROVERBIOS CHINOS.

PROVERBIOS CHINOS


UNO

Si me das pescado, comeré hoy, si me enseñas a pescar, podré comer mañana.



DOS

Pregunta al hombre con experiencia, no al hombre con estudios.



TRES

Incluso las torres más altas empiezan en el suelo.



CUATRO

Vive cada día de tu vida como si fuera el último, un día acertarás.



CINCO

Jamás desesperes, aún estando en las más sombrías aflicciones, pues de las nubes negras
cae agua limpia y fecundante.



SEIS

Le pedí a Dios todo para gozar la vida, El me dio vida para gozarlo todo.



SIETE

El jade necesita ser tallado para ser una gema.



OCHO

Cuando llegues a la última página, cierra el libro.



NUEVE

Quien hace una pregunta es ignorante cinco minutos; quien no la hace será siempre ignorante.



DIEZ

Es mejor volverse atrás que perderse en el camino.



ONCE

La puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta.



DOCE

El que estudia diez años en la oscuridad, será universalmente conocido como quiera.



TRECE

El sabio no dice lo que sabe y el necio no sabe lo que dice.



CATORCE

Ámame cuando menos lo merezca, ya que es cuando más lo necesito.



QUINCE

Si eres paciente en un momento de ira, escaparás a cien días de tristeza.



DIECISEIS

No prometas nada cuando te sientas eufórico; no respondas una carta cuando te sientas iracundo.



DIECISIETE

La gente se arregla todos los días el cabello, ¿por qué no el corazón?



DIECIOCHO

Si haces planes para un año, siembra arroz. Si los haces para dos lustros, planta árboles.
Si los haces para toda la vida, educa a una persona.



DIECINUEVE

Si un problema tiene solución, no hace falta preocuparse. Si no tiene solución,
preocuparse no sirve de nada.



VEINTE

Que curioso es el hombre, nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere.



VEINTIUNO

El agua hace flotar el barco, pero también puede hundirlo.



VEINTIDOS

Un hombre tiene la edad de la mujer a la que ama.



VEINTITRES

No puedes guiar el viento, pero puedes cambiar la dirección de tus velas.



VEINTICUATRO

Si no quieres que se sepa, no lo hagas.

sábado, 18 de septiembre de 2010

LA LITTERATURE QUEBECOISE EN 600 TITRES

LA LITTERATURE QUEBECOISE EN 600 TITRES
LE CORPUS LITTERAIRE


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XXe siècle
1990...



Brisset, Annie. Sociocritique de la traduction: théâtre et altérité au Québec (1968-1988), 1990.

Féral, Josette. La Culture contre l'art, 1990.

Paterson, Janet M.. Moments postmodernes dans le roman québécois,1990. (@)

Turcotte, Elise
Le Bruit des choses vivantes, 1991.
Caravane, 1994.

Simon, Sherry
Fictions de l'identitaire au Québec, 1991. (@)
Le Trafic des langues: traduction et culture dans la littérature québécoise, 1994.

Allard, Jacques
Traverses de la critique au Québec, 1991. (@)
Le Roman mauve : microlectures de la fiction récente au Québec, 1997.

Chassay, Jean-François
Obsèques, 1991.
Les Ponts, 1995.
L'Ambiguite américaine: le roman québécois face aux Etats-Unis, 1995. (@)

Gallays, François (avec Sylvain Simard et Robert Vigneault, dir.). Le Roman contemporain au Québec (1960-1985), 1992. (@)

Saint-Jacques, Denis (dir.)
Les Pratiques culturelles de grande consommation: le marché francophone, 1992.
Ces livres que vous avez tant aimés: les best-sellers au Québec de 1970 à aujourd'hui, 1994. (@)

Cliche, A-Élaine
La Pisseuse, 1992.
La Sainte famille, 1994.

Chen, Ying
La Mémoire de l'eau, 1992.
Les Lettres chinoises, 1993.
L'Ingratitude, 1995.

Angenot, Marc. Les Idéologies du ressentiment, 1996.

Bouchard, Gérard. Quelques arpents d'Amérique : population, économie, famille, 1996.

Lamonde, Yvan et Bouchard, Gérard. Québécois et Américains : la culture québécoise aux XIXe et XXe siècles, @ 1995.

Lamonde, Yvan et Claude Larin. Louis-Joseph Papineau : un demi-siecle de combats, 1998.

Caccia, Fulvio. Cybersexe: les connexions dangereuses, 1995.

Lord, Michel
En quête du roman gothique québécois, 1837-1860, 1994.
La Logique de l'impossible. Aspects du discours fantastique québécois, 1995. (@)

Kokis, Sergio
Le Pavillon des miroirs, 1994.
Errances, 1996.
L'Art du maquillage, 1997.
Un sourire blindé, 1998.

Laverdure, Bertrand. L'Oraison cassée, 1994.

Saint-Martin, Lori
Lettre imaginaire à la femme de mon amant : nouvelles, 1991.
Contre voix : essais de critique au féminin, 1997.
etc, etc, etc...




Commentaires et suggestions: berand@sympatico.ca

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XXe siècle
1990...



Brisset, Annie. Sociocritique de la traduction: théâtre et altérité au Québec (1968-1988), 1990.

Féral, Josette. La Culture contre l'art, 1990.

Paterson, Janet M.. Moments postmodernes dans le roman québécois,1990. (@)

Turcotte, Elise
Le Bruit des choses vivantes, 1991.
Caravane, 1994.

Simon, Sherry
Fictions de l'identitaire au Québec, 1991. (@)
Le Trafic des langues: traduction et culture dans la littérature québécoise, 1994.

Allard, Jacques
Traverses de la critique au Québec, 1991. (@)
Le Roman mauve : microlectures de la fiction récente au Québec, 1997.

Chassay, Jean-François
Obsèques, 1991.
Les Ponts, 1995.
L'Ambiguite américaine: le roman québécois face aux Etats-Unis, 1995. (@)

Gallays, François (avec Sylvain Simard et Robert Vigneault, dir.). Le Roman contemporain au Québec (1960-1985), 1992. (@)

Saint-Jacques, Denis (dir.)
Les Pratiques culturelles de grande consommation: le marché francophone, 1992.
Ces livres que vous avez tant aimés: les best-sellers au Québec de 1970 à aujourd'hui, 1994. (@)

Cliche, A-Élaine
La Pisseuse, 1992.
La Sainte famille, 1994.

Chen, Ying
La Mémoire de l'eau, 1992.
Les Lettres chinoises, 1993.
L'Ingratitude, 1995.

Angenot, Marc. Les Idéologies du ressentiment, 1996.

Bouchard, Gérard. Quelques arpents d'Amérique : population, économie, famille, 1996.

Lamonde, Yvan et Bouchard, Gérard. Québécois et Américains : la culture québécoise aux XIXe et XXe siècles, @ 1995.

Lamonde, Yvan et Claude Larin. Louis-Joseph Papineau : un demi-siecle de combats, 1998.

Caccia, Fulvio. Cybersexe: les connexions dangereuses, 1995.

Lord, Michel
En quête du roman gothique québécois, 1837-1860, 1994.
La Logique de l'impossible. Aspects du discours fantastique québécois, 1995. (@)

Kokis, Sergio
Le Pavillon des miroirs, 1994.
Errances, 1996.
L'Art du maquillage, 1997.
Un sourire blindé, 1998.

Laverdure, Bertrand. L'Oraison cassée, 1994.

Saint-Martin, Lori
Lettre imaginaire à la femme de mon amant : nouvelles, 1991.
Contre voix : essais de critique au féminin, 1997.
etc, etc, etc...




Commentaires et suggestions: berand@sympatico.ca

LES LITANIES DE SATAN DE CHARLES BAUDELAIRE.

Charles Baudelaire -Les litanies de satan-
dimanche, avril 23, 2006
Les litanies de satan
Charles Baudelaire (1821-1867)

O toi, le plus savant et le plus beau des Anges,
Dieu trahi par le sort et privé de louanges,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

O Prince de l'exil, à qui l'on a fait du tort,
Et qui, vaincu, toujours te redresses plus fort,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui sais tout, grand roi des choses souterraines,
Guérisseur familier des angoisses humaines,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui, même aux lépreux, aux parias maudits,
Enseignes par l'amour le goût du Paradis.

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

O toi qui de la mort, ta vieille et forte amante,
Engendras l'Espérance, - une folle charmante!

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui fais au proscrit ce regard calme et haut
Qui damne tout un peuple autour d'un échafaud,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui sais en quels coins des terres envieuses
Le Dieu jaloux cacha les pierres précieuses,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi dont l'œil clair connaît les profonds arsenaux
Où dort enseveli le peuple des métaux,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi dont la large main cache les précipices
Au somnambule errant au bord des édifices,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui, magiquement, assouplis les vieux os
De l'ivrogne attardé foulé par les chevaux,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui, pour consoler l'homme frêle qui souffre,
Nous appris à mêler le salpêtre et le soufre,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui poses ta marque, ô complice subtil,
Sur le front du Crésus impitoyable et vil,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Toi qui mets dans les yeux et dans le cœur des filles
Le culte de la plaie et l'amour des guenilles,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Bâton des exilés, lampe des inventeurs,
Confesseur des pendus et des conspirateurs,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Père adoptif de ceux qu'en sa noire colère
Du paradis terrestre a chassés Dieu le Père,

O Satan, prends pitié de ma longue misère!

Prière
Gloire et louange à toi, Satan, dans les hauteurs
Du Ciel, où tu régnas, et dans les profondeurs
De l'Enfer, où, vaincu, tu rêves en silence!
Fais que mon âme un jour, sous l'Arbre de Science,
Près de toi se repose, à l'heure où sur ton front
Comme un Temple nouveau ses rameaux s'épandront!


Baudelaire las letanías de Satán

Oh tú, el Angel más bello y asimismo el más sabio
Dios privado de suerte y ayuno de alabanzas,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Príncipe del exilio, a quien perjudicaron,
Y que, vencido, aún te alzas con más fuerza,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú que todo lo sabes, oh gran rey subterráneo,
Familiar curandero de la angustia del hombre,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú, que incluso al leproso y a los parias más bajos
Sólo por amor muestras el gusto del Edén,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Oh tú, que de la Muerte, tu vieja y firme amante,
Engendras la Esperanza - ¡esa adorable loca!

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú que das al proscrito esa altiva mirada
Que en torno del cadalso condena a un pueblo entero

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú sabes las guaridas donde en tierras lejanas
El celoso Dios guarda toda su pedrería,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú, cuyos claros ojos, saben en qué arsenales
Amortajado el pueblo duerme de los metales,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú, cuya larga mano disimula el abismo
Al sonámbulo errante sobre los edificios,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú que, mágicamente, ablandas la osamenta
Del borracho caído al pie de los caballos,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú, que por consolar al débil ser que sufre
A mezclar nos enseñas azufre con salitre,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú que imprimes tu marca, ¡oh cómplice sutil!
En la frente del Creso vil e inmisericorde

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú, que en el corazón de las putas enciendes
El culto por las llagas y el amor a los trapos

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Báculo de exiliados, lámpara de inventores,
Confidente de ahorcados y de conspiradores,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Padre adoptivo de aquellos que, en su cólera,
Del paraíso terrestre arrojó Dios un día,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Oración
Gloria y alabanza a Tí, Satán, en las alturas
del Cielo, donde una vez reinaste y en las profundidades
del Infierno, donde, vencido, sueñas en silencio!
¡Haz que mi alma un día, bajo el Árbol de la Ciencia,
cerca de Tí repose, en la hora en que de tu frente
como un Templo nuevo sus ramajes se extenderán!
Libellés : Charles Baudelaire

POESIA DEL BARROCO ALEMAN.

Poesía del barroco alemán

por Héctor A. Piccoli



En la Sierpe de Don Luis de Góngora, escribe José Lezama Lima: «Quizás ningún pueblo haya tenido el planteamiento de su poesía tan concentrado como en ese momento español en que el rayo metafórico de Góngora necesita y clama,…» En un sentido general, empero, no sería tal vez excesivo asignar aquel predicado de «momento etrusco», si no de «nuestra» poesía, de nuestra cultura, a la totalidad de la producción poética del barroco: entiéndase, del barroco histórico. Con harta frecuencia —y, las más de las veces, con excesiva ligereza— se habla hoy de «barroco», del barroco de tal o cual autor contemporáneo, de neo-barroco(s). Estos juicios se basan por lo general en ciertos rasgos de semejanza externa, sea el procedimiento de la acumulación, sea un determinado tratamiento lexical (uso de arcaísmos o de términos más o menos alejados del habla coloquial), sea la mera aparición de ciertos tropos, para atribuir a un texto la calidad de barroco. Contentándose casi siempre con la simple proliferación, olvidan el segundo momento, el momento determinante en la arquitectura poética del barroco: el de la sujeción, la constricción estricta de la variedad desplegada a una unidad, a un orden en el que ningún elemento puede quedar desasido o en constelación, a una economía sistemática, en fin, que, signada por la sobredeterminación y la oblicuidad, funda precisamente gracias a esa antítesis entre lo plural y lo singular, entre el despliegue de lo múltiple y la remisión a lo único, su gesto de infinito y representa del modo más acabado la idea de texto. A pesar de la torsión extrema, de la superestructuración aun de la sintaxis (latín / español, en el caso de Góngora), jamás supera el barroco histórico los límites de la gramaticalidad. Pluralidad de lecturas, sí: pero en la linde hiperbatónica, siempre una articulación posible. Una semántica de superficies fulgurantes, un deslizamiento de capas tectónicas, en que la figura imagina su apropiación radical: la metáfora corporiza el objeto, pero la incandescencia metafórica no despoja al sentido de su vocación de orden, es simultáneamente subsunción jerárquica, cosmonomía, sistemática. Una lectura prolija, atenta a los mecanismos estructurantes del poema puede demostrar, por ejemplo, qué profundas diferencias separan los textos «barrocos» de un Lezama de los de Góngora, o, fuera del ámbito de nuestra lengua, en qué estrecha medida se puede en verdad hablar de barroco respecto a un Hugo von Hofmannsthal.

Durante este reinado de la «poesía in extremis»: ¿fue realmente la nuestra la faceta más bruñida de la piedra? Si de todas las lenguas románicas culminó en español el «vencimiento de la prueba heliotrópica»: ¿pierde ya en ellas y más allá de ellas la perla oriente, palidece? Lo cierto es que, leyendo la lírica del barroco alemán, es difícil substraerse a la impresión de una cierta sobriedad. Pero tal vez se trate tan sólo de una cuestión de grado: hay en la base del barroco una imanación de la palabra, algo que tiene que ver esencialmente con la sensualidad: ¿cómo no habría resultado Góngora intolerable a Borges? ¿nos puede sorprender en verdad su juicio sobre la «obscenidad de Góngora»? La asunción barroca del sentido lleva consigo una suerte de insolencia esencial, que, aunque no percibida conscientemente, determina el rechazo, la reacción adversa del lector no predispuesto, que la vive como agresión.

Con una cimbria de distinto élan, tiende, no más instable puente, el barroco alemán, su arco de pleamar sobre el agua en fuga, fluencia única y prolija. En la serie de textos que publicados en estas páginas, reconocemos de inmediato esa tensión entre Weltflucht y Weltsucht, entre la huida del mundo y la pasión por el mundo, esa voluntad tan abandonada como extasiada y apartada de lo terrenal, que es la oposición constitutiva de la cosmovisión barroca. Los nombres, algunos de los más significativos de este período, que la historia del arte alemana ubica tradicionalmente entre 1600 y 1730/50: de Paul Fleming, cultor de la poesía de Opitz, a la que conoció en Leipzig a través de un círculo de jóvenes silesianos, uno de los poetas más «personales» de esta época que desconoce aún la idea de creación en tanto que producción libre de un Yo aislado, aparecieron los poemas completos, los «Teutsche Poemata», sólo en forma póstuma: 1641/42. Él nos sorprende aquí con un soneto que difícilmente encontraría parangón en una historia universal del epitafio autógrafo. Nótese con qué perfecta, serena armonía, cierra la inscripción tumular su propia forma, soneto, y con qué gesto profundamente humano sella a la vez el hombre barroco, entre el más acá y el más allá, la plenitud del reencuentro consigo: «An mir ist minder nichts, das lebet, als mein Leben.» Andreas Gryphius, dramaturgo y lírico mayor del período, tomó contacto en Leyden con la tradición y el singular barroco del teatro popular neerlandés. En su obra está, como en ninguna otra, la impronta de esa experiencia determinante para la Weltanschauung de la época, que fue la guerra de los 30 años. De los sonetos, empero, con los que está aquí representado, nos ofrece el primero, y más precisamente sus cuartetos, la vitalidad de un paisaje que pareciera hablarnos al par desde un momento posterior de la literatura alemana: con la doble oposición luz / sombra y luz / fulgor del día, vienen los tercetos a restituirnos la «profundidad» del «mundus symbolicus». Y es justamente la articulación de ese «mundus significativus», como solía decirse entonces, la que nos muestra como ninguno, el segundo soneto, A las estrellas: ellas se reconocen en su carácter alegórico, aluden, señalan tan sólo el orden de la Salud; en este orden, se inserta el Yo. Devota contemplación de las estrellas sobre la tierra; serie de invocaciones e imágenes, referidas exclusivamente al objeto. En el primer cuarteto son imágenes que alaban la belleza: allí se inscribe el orden de la naturaleza. En el segundo cuarteto y primer terceto, en cambio, se trata del orden divino (imágenes que revelan la esencia: custodias, garantes, heraldos). Al final se ubica la esperanza de salvación personal. Así lo observa acertadamente E. Trunz en su artículo «Barocke Lyrik — Drei Sonette des Andreas Gryphius» y agrega: «las tres virtudes cristianas, fe, amor y esperanza participan en el poema». La disensión entre vanitas y carpe diem se dintorna con claridad en un Christian Hofmann von Hofmannswaldau, prominente en la segunda escuela de Silesia. En su Descripción de la belleza perfecta construyen las sinécdoques, con el típico movimiento de descenso y ascenso, la topología de un cuerpo. En estos poemas se ve excepcionalmente qué hace Eros en el barroco con, desde y por los lugares comunes (en el sentido retórico) de la poesía. Polifonía del esplendor y la caducidad: leamos estos sonetos junto al 228 de Góngora («Mientras por competir con tu cabello,…») y al 145 de Sor Juana («Este que ves, engaño colorido,…»). El mayor poeta religioso del barroco es Angelus Silesius, quien fuera llamado «el último de los místicos alemanes». Durante sus estudios de derecho y medicina en Straßburg, Leyden y Padua, toma el primer contacto con el antiguo pensamiento místico, que se consolidará luego en el entorno de Abraham von Frankenberg. Convertido en 1653 al catolicismo, recibe en 1661 las órdenes sacerdotales. En esta figura clave de la contrarreforma silesiana, alcanza su apogeo el género del epigrama, de vasta tradición en la época, cuyo antecedente más importante e inmediato se encuentra en las Sexcenta Monodisticha de Daniel Czepko von Reigersfeld, perteneciente, como el mismo Silesius, al círculo de Frankenberg. En el camino hacia la unio mystica realiza el serafín el amor perfecto (Heilige Seelen-Lust / Oder Geistliche Hirten-Lieder), el querubín el sumo conocimiento (Cherubinischer Wandersmann oder Geist- reiche Sinn- und Schluß-Reime zur Göttlichen beschauligkeit anleitende). La segunda de las obras mencionadas, con mucho la más importante de Silesius, abre un espacio privilegiado a la incrustación emblemática —esa otra operación tan propia del barroco— y lleva a la perfección formal un género literario, hablándonos de Dios por la antítesis y la paradoja precisamente allí donde fracasa el pensamiento.

La traducción de poesía es una artesanía ígnea. Todos los artesanos tienen una patria: Heliópolis, allí donde Fénix ha de renacer (y no necesariamente la de su lengua materna).

Cuando traduzco un poema, me pregunto en primer lugar: ¿qué debo hacer?, en segundo lugar: ¿qué puedo hacer? En el momento en que no puedo, esta última pregunta —sobre todo en poemas sujetos a un patrón métrico y rímico— se transforma de inmediato en la siguiente disyunción: ¿no puedo, o es que realmente no se puede? La institución, la devoción, la calculada desesperación de erigir una morada en la inclemencia y para quien no ha de ser jamás más que un huésped en su casa, ese ejercicio de ardimiento, en fin, del que resulta en definitiva la incidencia del texto en la otra lengua, me recuerda en algo las tácticas de los jugadores de ajedrez.

La forma soneto, ya por la misma tensión en que se funda, la oposición entre lo par y lo impar, entre la simetría y la falsa simetría, complace al espíritu del barroco: cuatro estrofas (dos cuartetos y dos tercetos), un centro sólo virtual entre el séptimo y el octavo verso y el «centro» articulatorio entre cuartetos y tercetos, cinco pares rímicos (en la modalidad canónica, con disposición especular en los cuartetos y relativa variabilidad combinatoria en los tercetos). Esta forma, rigurosa, nítida, concisa, es especialmente apta para el tratamiento dinámico de ciertos «contenidos». Lo apasionante del barroco, empero, no es el simple hecho de que se apropie de esta forma y la cultive con asiduidad, sino el modo en que la sobreescribe, la medida en que la hiperelabora. El comentario más breve que pretendiera seguir los movimientos, el trabajo de la escritura barroca en acción, excedería ampliamente los límites de estas notas; sin embargo, no puedo dejar de señalar al menos el papel del factor constitutivo de toda poesía —de todo poema escrito como texto— en el tratamiento barroco de los modelos heredados: me refiero a la inscripción de la aliteración, y pienso en el Stabreim (no menos, en la manera curiosa en que lo considera la preceptiva a lo largo de la literatura alemana).

Los versos de los sonetos reproducidos —con excepción de los de Mittag, que tienen una menos— son versos de seis cláusulas (Sechstakter): ellas son las que en realidad definen su calidad de «alejandrinos», y no el número total de sílabas, que puede ser variable. El alejandrino marca las más de las veces una pausa o cesura después del tercer acento rítmico (6ta. sílaba).

Fácil es ver qué se juega aquí en el desafío de la traducción: mantener metro y rima es mantener el momento, los medios de cohesión fundamentales del poema. Pero «metro» no implica por supuesto tan sólo una medida, sino antes bien una estructura rítmica, es decir, un determinado esquema de apoyos acentuales: por esta simple razón no todo verso, digamos, de 14 sílabas es un alejandrino, del mismo modo que no todo sintagma de 11 sílabas es un «endecasílabo» (por paradójico que suene en la nomenclatura española).

De acuerdo naturalmente a las exigencias planteadas por cada tipo de composición poética, aun por cada poema, diría que esos medios cohesivos deberían tratar de mantenerse en la traducción, aunque más no fuera en forma parcial, ya que, si parciales son siempre los logros, parcial es también la medida de la pérdida: aun sin rima, una correcta composición rítmica aporta ya cierta arquitectura. Pero allí donde resultan imposibles rimas perfectas, consonantes: ¿por qué antes de renunciar definitivamente a la rima no probar primero con la asonancia, que multiplica las posibilidades de elección y contribuye, en escala nada desdeñable, a la unidad del poema? En este sentido representa un límite casi imposible de franquear —al menos, así lo ha sido para estas versiones— la repetición de la rima en los cuartetos, que corresponde a la forma canónica del soneto barroco mencionada más arriba. En los epigramas, el problema de traducción es mucho más grave, precisamente por el modo peculiar en que se articula el concepto poetizado, y por tratarse de pareados. El epigrama compuesto por dos alejandrinos rimados, con una estructura fuertemente realzada por las cesuras, materializa, dice E. Brock «la dialéctica mística de tesis, antítesis y síntesis (Dios, el hombre y su unidad) con una exactitud con la que pocas formas poéticas corresponden a su objeto. Las diversas posibilidades de situar las cesuras permiten también reflejar en la forma múltiples y adecuadas variaciones de este paso triádico.»

La «dedicatoria» y los epigramas de Silesius reproducidos en último término pertenecen a mi versión «Peregrino querubínico o Rimas espirituales: gnómicas y epigramáticas que conducen a la divina contemplación», hasta donde sé, la primera completa, traducida directamente al español del Cherubinischer Wandersmann, que consta de prólogo y seis libros con un total de 1.675 epigramas, más un apéndice de diez sonetos al libro quinto. Para su realización —el trabajo, aunque todavía inédito, cuenta ya casi diez años— tomé como fuente la edición de Georg Ellinger en los Neudrücke de Braune, N° 136-138, Niemeyer, Halle, 18951, tal como la reprodujo H. Plard en su «Pèlerin Chérubinique», Paris, Aubier, 1940. La única versión del Peregrino que circula en el mundo de habla hispana, publicada por una editorial de Palma de Mallorca en 1985 sin indicación de fuentes, está evidentemente tomada de la versión francesa de este autor. La transcripción del texto alemán de los demás poetas corresponde a la de Edgar Hederer, en Deutsche Dichtung des Barock, Carl Hanser Verlag, München, 1957.