Vengo caminando,por la orilla
del majestuoso magdalena,
busco el norte para llegar a ella
La Barranquilla de mi encanto señorial
mi tierra linda y bella
que soñe cuando era niño.
Dios a ti te consagro
oh! perla del caribe Colombiano
me diste la vida,para que
cuidaras tu rostro angelical.
Tu no duermes,nunca has dormido
para darnos la alegria,que tanto anhelamos.
}
Tu carnaval,tu musica
y tu junior,han trascendido
las fronteras..
Naciste pobre,pero saludable y fuerte
el mar ruge en los tajamares,
anunciando que esta es la puerta de oro
de colombia.
Tu corazon,permanece vigilante
como la estrella de Belen,
mientras vivas,permanecere a tu lado,
El tesoro que hay en ti,es inagotable.
jueves, 9 de junio de 2011
viernes, 26 de noviembre de 2010
CANTATA A LA VIDA,EL AMOR Y EL OLVIDO. CESAR MOLINA CONSUEGRA.
Idioma: Spanish
País: Canadá
Edición: Primera edicion.
Versión: 1 Libro tapa blanda
78 páginas,
encuadernado 15,24 cm x 22,86 cm,
Descripción del autor:
Es una propuesta literaria que contiene cuentos,.. entre ellos del pulpito, cabeza de nalga,el circo,el gran suspiro,en el lugar equivocado,la primera experiencia,el cielo esta gris y la variante de judas iscariote..Ademas el asiduo lector encontrara mis poemas del alma...un canto a la esperanza de un mundo mas amable,otro mundo posible del tamaño de nuestros sueños y esperanzas....Canto desde el barro de la tierra primitiva,asumiendo el dolor de los humillados y ofendidos,los gritos del silencio, de los que no tienen voz,y el rescate de la memoria de nuestros muertos...el drama de los desaparecidos,los desplazados y refugiados,en medio de una guerra demencial.
El Autor:
César Molina Consuegra, Escritor de poemas y cuentos, nació en Barranquilla (Colombia). Estudió economía en la Universidad del Atlántico, y actualmente ciencias políticas Montreal (Canadá).
Ha sido finalista en el concurso del Centro Poético de Madrid (España). Sus poemas figuran en diversas antologías. Fue finalista en el concurso de cuentos Sobre Praga en octubre del 2008. Publicó el libro de cuentos y poesía "Cantata a la vida, el amor y el olvido", Editorial Lulu, 2009.César Molina Consuegra, Escritor de poemas y cuentos, nació en Barranquilla (Colombia). Estudió economía en la Universidad del Atlántico, y actualmente ciencias políticas Montreal (Canadá). Ha sido finalista en el concurso del Centro Poético de Madrid (España). Sus poemas figuran en diversas antologías. Fue finalista en el concurso de cuentos Sobre Praga en octubre del 2008. Publicó el libro de cuentos y poesía "Cantata a la vida, el amor y el olvido", Editorial Lulu, 2009.
Libro promocionado en RESEñAS LITERARIAS.
País: Canadá
Edición: Primera edicion.
Versión: 1 Libro tapa blanda
78 páginas,
encuadernado 15,24 cm x 22,86 cm,
Descripción del autor:
Es una propuesta literaria que contiene cuentos,.. entre ellos del pulpito, cabeza de nalga,el circo,el gran suspiro,en el lugar equivocado,la primera experiencia,el cielo esta gris y la variante de judas iscariote..Ademas el asiduo lector encontrara mis poemas del alma...un canto a la esperanza de un mundo mas amable,otro mundo posible del tamaño de nuestros sueños y esperanzas....Canto desde el barro de la tierra primitiva,asumiendo el dolor de los humillados y ofendidos,los gritos del silencio, de los que no tienen voz,y el rescate de la memoria de nuestros muertos...el drama de los desaparecidos,los desplazados y refugiados,en medio de una guerra demencial.
El Autor:
César Molina Consuegra, Escritor de poemas y cuentos, nació en Barranquilla (Colombia). Estudió economía en la Universidad del Atlántico, y actualmente ciencias políticas Montreal (Canadá).
Ha sido finalista en el concurso del Centro Poético de Madrid (España). Sus poemas figuran en diversas antologías. Fue finalista en el concurso de cuentos Sobre Praga en octubre del 2008. Publicó el libro de cuentos y poesía "Cantata a la vida, el amor y el olvido", Editorial Lulu, 2009.César Molina Consuegra, Escritor de poemas y cuentos, nació en Barranquilla (Colombia). Estudió economía en la Universidad del Atlántico, y actualmente ciencias políticas Montreal (Canadá). Ha sido finalista en el concurso del Centro Poético de Madrid (España). Sus poemas figuran en diversas antologías. Fue finalista en el concurso de cuentos Sobre Praga en octubre del 2008. Publicó el libro de cuentos y poesía "Cantata a la vida, el amor y el olvido", Editorial Lulu, 2009.
Libro promocionado en RESEñAS LITERARIAS.
lunes, 22 de noviembre de 2010
ESA LUNA OCULTA..
Los pasos nos llevan por el camino
con el sabor incierto del destino,
alfombra de hojas resecas,piedras y guijarros
el bosque parece el mismo
meciendo sus hojas al cambiante viento,
y esa Luna de pronto se oculta,
y en el vertigo de las ausencias
recordamos que sufrimos
y pensamos en todos los sufrimientos acumulados
como geologicas capas
en muestra infinita piel que retoña,
y reaparece el vacio,
los ojos vagan en la penumbra
como fantasmas extraviados,
ahora no sabemos
por donde construir los caminos..
algo nos grita que sigamos,
alla al final de la linea del tiempo,
una palabra apolinea
surcara la aurora,
magica,irrepetible,
pletorica de sueños e ilusiones...
es la hora de las sombras,
demasiadas estatuas
se bañan en la turbia lluvia
del instante,
pudicas esconden, su secreto alado
alguien dice que es la historia atesorada,
otros ,los recuerdos del futuro,
y esa luna oculta,
no nos dice cuando empieza el final,
solo presientes el leve empujon
hacia la nada,
y caes al vacio
sin atravesar la puerta..
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con el sabor incierto del destino,
alfombra de hojas resecas,piedras y guijarros
el bosque parece el mismo
meciendo sus hojas al cambiante viento,
y esa Luna de pronto se oculta,
y en el vertigo de las ausencias
recordamos que sufrimos
y pensamos en todos los sufrimientos acumulados
como geologicas capas
en muestra infinita piel que retoña,
y reaparece el vacio,
los ojos vagan en la penumbra
como fantasmas extraviados,
ahora no sabemos
por donde construir los caminos..
algo nos grita que sigamos,
alla al final de la linea del tiempo,
una palabra apolinea
surcara la aurora,
magica,irrepetible,
pletorica de sueños e ilusiones...
es la hora de las sombras,
demasiadas estatuas
se bañan en la turbia lluvia
del instante,
pudicas esconden, su secreto alado
alguien dice que es la historia atesorada,
otros ,los recuerdos del futuro,
y esa luna oculta,
no nos dice cuando empieza el final,
solo presientes el leve empujon
hacia la nada,
y caes al vacio
sin atravesar la puerta..
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miércoles, 17 de noviembre de 2010
VARGAS VILA..PANFLETARIO Y LIBERTARIO.
Vargas Vila,
panfletario y libertario
José María de la Concepción Apolinar Vargas Vila Bonilla nació en Bogotá, en una familia de ideas radicales, el 23 de julio de 1860. Murió en Barcelona el 23 de mayo de 1933. Fueron sus padres el general José María Vargas Vila y Elvira Bonilla. Hizo sus estudios primarios y secundarios en Bogotá.
Desde muy temprano participó en luchas políticas como periodista, agitador y orador. Tenía dieciséis años apenas cuando se enroló en las fuerzas liberales del general Santos Acosta. A la edad de 24 años, en 1884, actuó como secretario del general radical Daniel Hernández, durante el alzamiento que éste dirigió contra el presidente Rafael Núñez, líder del partido "nacionalista" y caudillo de la "Regeneración Nacional". Colombia era entonces una República Federal constituida por "Estados Soberanos" y con frecuencia sacudida por pronunciamientos y guerras civiles regionales. El levantamiento del general Daniel Hernández se inició en el Estado Soberano de Santander (al nororiente del país) y muy pronto se irradió a toda la nación. En 1885 los sublevados vencieron a las tropas del gobierno en la batalla de La Humareda, pero sus pérdidas fueron tan grandes que les resultó imposible continuar las operaciones. El propio jefe de la rebelión murió en esa terrible carnicería. Su secretario, Vargas Vila, huyó a los Llanos del Casanare donde el general Gabriel Vargas Santos le ofreció hospitalidad y refugio. Allí escribió su obra "Pinceladas sobre la última revolución de Colombia; siluetas bélicas".
Con este libro nació el Vargas Vila demoledor, iconoclasta, panfletario. En él trazó retratos crueles, grotescos, de los grandes jefes políticos de la "Regeneración", acentuando hasta la caricatura su confesionalismo católico, descalificando con adjetivos lapidarios, quemantes, todas las supuestas virtudes cívicas de esos líderes y presentándolos como monstruos ávidos de poder y cargados con todas clase de lacras morales. La respuesta gubernamental fue inmediata: se ofreció recompensa por la captura de Vargas Vila, vivo o muerto.
El panfletario huyó a Venezuela y se estableció en Rubio, donde fundó el periódico "La Federación". El gobierno de Colombia, mediante presiones y protestas, logró que esta publicación fuera clausurada por las autoridades de Venezuela. Vargas Vila se trasladó a Maracaibo y allí inició la producción de sus primeras novelas, que publicaba y vendía en forma de folletos, por entregas.
En 1891 viajó a los Estados Unidos y se radicó en Nueva York, donde muy pronto entabló relaciones con muchos exiliados latinoamericanos, intelectuales y conspiradores. Una cálida amistad lo unió al admirable José Martí y juntos participaron en actos, reuniones literarias, foros y encuentros de trabajadores, políticos y poetas. Martí nos ha dejado el testimonio de una reunión con obreros en la cual fue apasionado "el vehemente entusiasmo con que, sacados de sus asientos por ímpetu de amor, saludaron aquellos esclavos de América la peroración cadenciosa, inspirada, valentísima del colombiano José M. Vargas Vila, que cuenta sus días ya gloriosos por las batallas afamadas de su palabra y de su pluma en pro de la libertad".
En Nueva York, Vargas Vila fundó y redactó la revista "Hispanoamérica" y el diario "El Progreso". Allí se publicó también su libro "Los Providenciales", feroz diatriba contra los arrogantes caudillos y dictadores latinoamericanos.
En 1893 viajó a Venezuela donde el presidente Crespo lo nombró su secretario particular. Pero esto duró poco, pues Crespo fue derrocado y Vargas Vila debió regresar a su exilio en Nueva York. Están documentados sus frecuentes encuentros con José Martí y una carta de éste último, escrita a fines de 1894, muestra que Vargas Vila fue informado por su amigo cubano sobre los planes de retorno a la isla para integrarse a la guerra de independencia. Pocos meses más tarde, el 19 de mayo de 1895, caía Martí herido de muerte en el suelo de la patria que había amado por sobre todas las cosas de la vida.
Vargas Vila se fue a vivir a París, donde se habían refugiado tantos brillantes escritores latinoamericanos (Rufino Blanco Fombona, Enrique Gómez Carrillo y muchos otros). Con ellos estableció relaciones de amistad personal e intelectual, al mismo tiempo que continuaba publicando artículos, ensayos, novelas, narraciones y panfletos políticos. En Nueva York, a donde regresó en 1902, fundó la revista "Némesis", que pronto se hizo muy famosa. Él la escribía y editaba íntegramente y en sus páginas pueden hallarse las más finas y las más terribles de sus frases de combate. Es notable que Vargas Vila escogiera trasladarse a Nueva York para escribir allí, y no en otro lugar, su violento libro "Ante los bárbaros", implacable requisitoria contra el expansionismo norteamericano, con sus flamantes cañoneras y su "Política del Garrote".
Nuevamente establecido en París, continuó allí la publicación de "Némesis". Pero su vida personal había llegado a un punto crítico. Era intelectualmente admirado y temido, pero también profundamente odiado por gobiernos, academias e intelectuales tradicionalistas. Era un solitario, como un toro furioso combatiendo en medio del ruedo, sin vida afectiva íntima, sin un amor profundo, sin una compañía duradera. La neurosis comenzó a manifestarse en forma de actitudes agresivas e intolerantes, incluso hacia los propios amigos que lo estimaban y admiraban. Su médico le indicó que debía cambiar de aires. Se fue a vivir a Venecia.
Aunque el paréntesis veneciano fue breve (regresó a París en 1904), sus extravagancias decadentes contribuyeron allí a alimentar la Leyenda Negra de Vargas Vila que ya había comenzado a crecer como una hidra. En París, en Bogotá, en Caracas, en Nueva York, se decía que el panfletario era inmensamente rico. Que vivía como un príncipe. Que odiaba a las mujeres, a los curas y a las monjas. Que su misantropía y su odio a la iglesia nacían del hecho de ser hijo de un cura párroco y una monja depravada. Que era anarquista y que ayudaba con su dinero a los seguidores de Malatesta, financiando asesinatos y bombazos contra duques y marqueses. Que era homosexual. Que presidía sesiones de satanismo con sus amigos y cómplices. Que era impotente y que esta era la razón de su odio a todo lo viviente. Que era hermafrodita.
La sola enumeración de las perversiones y sicopatologías que se adjudicaron a Vargas Vila podría servir para hacer el catálogo de las perversiones y sicopatologías de sus calumniadores: la beatería tradicionalista de su país, los viejos círculos clericales hinchados de privilegios, cargados de rencores y de odios, incapaces de sentir amor cristiano, inválidos para la reconciliación y la bondad. Los intelectuales al servicio de estas alimañas no mencionaban siquiera el nombre de Vargas Vila. Hablaban del "expatriado", el "satánico", el "bastardo", el "lenguaraz despreciable", el "desnaturalizado", "el blasfemo", "el luciferino mendaz", el "enemigo de la paz, el orden y la autoridad", "el decadente pernicioso", el "disolvente", el "degenerado". Nunca hicieron un crítica literaria de sus obras, un análisis de sus ideas, un cuestionamiento razonado de su pensamiento, su estilo o su lenguaje. No tuvieron valor, ni grandeza moral ni capacidad intelectual suficientes para ello. Fueron, en toda la línea, inferiores y pigmeos. Lo único que pudieron oponer a Vargas Vila fue un sartal de calumnias infames.
Por supuesto, el panfletario no era de ninguna manera perfecto. Sus opiniones eran tajantes, categóricas, no dejaban lugar a la discrepancia. Carecía de modestia intelectual, era arrogante y vanidoso. Estaba convencido de que su genio era incomparable. Se elogiaba con frecuencia a sí mismo de una manera irritante. Su egolatría era monumental. Esto daba material abundante a sus enemigos.
Pero la causa fundamental de la inquina contra Vargas Vila fue su irreductible anticlericalismo, su apasionada defensa del libre pensamiento. En la oración fúnebre para su amigo el poeta Diógenes Arrieta (1897), en París, pronunció esta frase sobre Colombia, que jamás se le ha perdonado:
-- ¡Duerme en paz, amigo, lejos del imperio monacal que nos deshonra!
Vargas Vila empleó siempre toda su potencia de fuego, su feroz estilo virulento y mordaz, contra los desmedidos privilegios del clero y de la Iglesia, contra el dogmatismo y la intolerancia. Usaba frases y metáforas que abrían heridas incurables y luego ponía en esas heridas la sal o el ácido quemante de renovadas imprecaciones. Fue un virtuoso del vituperio y de la diatriba, puestos al servicio del pensamiento laico.
Su estilo era profético: usaba palabras grandilocuentes, verbos y adjetivos tremendistas. Presentaba los conceptos abstractos como entes mitológicos, con nombres en mayúsculas: la Ambición, el Odio, la Hipocresía, la Grandeza. Sus sentencias eran lapidarias. Sus conclusiones, proverbiales. Usaba la paradoja como una maza para aplastar a sus adversarios. Su fraseo era entrecortado, con hiatos arbitrarios que evocaban el estilo desmelenado de don Simón Rodríguez; pero a diferencia de éste, nunca era campechano ni familiar. Se ha dicho a veces que era demasiado efectista, artificioso, con un cierto gusto decadente por las decoraciones recargadas, a lo D'Annunzio; pero ninguno de sus adversarios salió ileso ni sonriente después de una descarga de tales florilegios.
Sería tonto sostener que toda la obra de Vargas Vila merece admiración. En sus escritos hay mucha hojarasca, muchas extravagancias de poco mérito, muchas frases ruidosas y estridentes sin mayor substancia. Pero en aquellas líneas donde su talento fulgura, logra formular ideas propias y conceptos admirables. Es entonces cuando enseña, impresiona y apasiona.
Su estadía en París (1904) fue muy breve. El gobierno de Nicaragua lo llamó a cumplir funciones consulares en España. Allí, con Rubén Darío, integró la Comisión de Límites con Honduras ante el rey de España, quien era entonces mediador en el contencioso. Pero Vargas Vila no era hombre de cargos diplomáticos; pronto regresó a su trabajo creador. Se puso al frente de la edición de sus libros y luego de breves estancias en París y Madrid se asentó en Barcelona. Fue allí donde se inició, por acuerdo con la Editorial Sopena, la publicación de sus obras completas.
Este fue uno de los grandes éxitos editoriales de esos años. Vargas Vila llegó a gozar de ingresos muy considerables gracias a esta edición. Su popularidad como escritor era inmensa. Su nombre no se mencionaba (ni se menciona hoy) en las antologías, en las historias de la literatura o en los artículos de crítica literaria. Pero sus libros circulaban en las tabernas, en los corredores de las universidades, en las herrerías, en las oficinas de comercio, en los talleres de sastrería, entre los empleados de los servicios públicos, en la clientela de las peluquerías y de las carnicerías. Vargas Vila ha sido por eso, como pocos, forjador y maestro de la cultura popular en Nuestra América. Yo he encontrado libros suyos en bebederos de aguardiente de Risaralda (Colombia), entre bultos de papa; en un cafetín de Buenos Aires, en la zona del puerto, alimentando la conversación de los parroquianos a la hora de la siesta; en la cartera de una empleada de correos de Montevideo, para ser llevado del trabajo al café Sorocabana de la Plaza Libertad, donde un grupo de amigos esperaba para el debate intelectual del anochecer; en una pescadería de Valparaíso, cuyo propietario interrumpía la atención a los clientes para leerme párrafos enteros de "Los Césares de la decadencia" con entusiasmo sincero; en una "fazenda" brasilera, donde el mulato más letrado tenía el encargo de leer a los trabajadores reunidos algún texto "bueno para el alma"; en una peluquería del Cuzco (Perú), entreverado con revistas de moda y de deportes, para que los clientes que pagaban por la trasquilada ("sentado, 10 soles; parado, 5 soles") pudieran ilustrarse; y naturalmente, en mi propio pupitre de escolar, en Santiago de Chile, cuando fundé un club de adolescentes conspiradores y traficantes de libros prohibidos y blasfemos.
Vargas Vila hizo una gira por América Latina en 1923. Visitó Buenos Aires, Montevideo, Río de Janeiro, México, La Habana y otras ciudades importantes. Dictó conferencias, muy agitadas y concurridas. Libró polémicas a través de los periódicos. Los periodistas le hicieron entrevistas escandalosas. Causó revuelo y estrépito. Los curas sermoneaban desde los púlpitos ofreciendo las llamas eternas del infierno al apóstata que leyera los libros de este monstruo. Esto hizo aumentar explosivamente las ventas de sus obras.
Fue al final de esta gira, en La Habana, donde Vargas Vila contrajo una enfermedad extraña que afectó su vista y que terminaría por dejarlo completamente ciego. Regresó a Barcelona, donde transcurrió los últimos años de su vida en completa soledad, sin dar ni pedir cuartel a sus rencorosos enemigos. Murió en 1933, cuando ya comenzaba a gestarse el terrible drama de la guerra civil española. Los círculos de obreros anarquistas y socialistas lo leían con avidez y entusiasmo, lo respetaban y lo reconocían como a un maestro. Y en efecto, por encima de todo, Vargas Vila fue siempre un apóstol de las ideas libertarias. Esto fue lo mejor de su ideología, porque en ocasiones se perdió en los laberintos de las doctrinas nihilistas o en la búsqueda del "superhombre" de Nietzsche. Causa emoción constatar que ninguno de sus grandes defectos le hizo perder su aliento humanista.
Escribió narraciones, novelas, relatos de viaje, obras de teatro, notas de historia y de estética, conferencias, artículos de crítica y ensayos políticos. En todos ellos campea el amor por la libertad y la pasión por la justicia social.
C.V. (Estocolmo, 1997).
Bibliografía de José María Vargas Vila
La obra de Vargas Vila abarca unos cien volúmenes. Existen dos ediciones diferentes de sus Obras Completas: Bouret (París-México, abreviado aquí como PM) y Ramón Sopena (Barcelona, abreviado aquí como RS). Esta última se considera la definitiva. Las "Obras Completas" publicadas en Buenos Aires en 1946 (2 volúmenes), son apenas una selección de sus producciones más vendidas. No es fácil determinar exactamente la fecha de publicación de algunas de sus obras (hay ediciones dobles, con diferentes títulos para la misma obra, etc.). La que sigue es una lista tentativa. Un signo "?" al lado del año, indica que la fecha es dudosa.
1887 Aura o las violetas, Maracaibo; 1892, Bogotá; 1920, París; s.f., RS.
1887 Pasionarias, álbum para mi madre muerta, San Cristóbal.
1888 Emma, Maracaibo, (en una publicación literaria).
1889 Aura o las violetas; Emma; Lo irreparable, Maracaibo; 1898, 1918, 1920 y 1930, PM, Biblioteca de los Novelistas; 1934, RS, t6.
1889 Lo irreparable, Maracaibo (en el periódico Ecos de Zulia).
1892 Los Providenciales, New York.
1895 Flor de fango, París; 1918, PM, Biblioteca de los Novelistas; 1918, RS, t 14.
1900 Ibis, Roma; 1911, RS, t 2; 1917, París.
1900? A la hora del crepúsculo, París.
1901 Alba roja, París; 1919 y 1930, RS, t 4.
1901 Las rosas de la tarde, PM (Biblioteca de los Novelistas); 1933, edición definitiva, RS, t 13.
1902 Ante los bárbaros: el Yanki. He ahí el enemigo, Nueva York. 1902, París; 1923 y 1930, RS, t 55.
1902 Copos de espuma, París; 1918 y 1923, PM, Biblioteca de los novelistas; 1930, RS, t 38.
1904 Los divinos y los humanos, París; 1917, ibid.; 1920 y 1930, RS, t 29.
1906 La simiente, París; s.f., edición definitiva, RS, t 1.
1906 Laureles rojos, París; 1921, ibid.; 1921, RS, t 44.
1906? El canto de las sirenas en los mares de la historia, RS.
1907 Los Césares de la decadencia, París; 1913; 1936, RS, t 34.
1909 El camino del triunfo, La Habana; RS, t 10.
1909 La república romana, París; s.f., RS, t 36.
1910 La conquista de Bizancio, RS, t 11.
1910 La voz de las horas, Barcelona; 1920, edición definitiva, RS, t 18.
1910? Hombres y crímenes del Capitolio, RS.
1911 El ritmo de la vida: motivos para pensar, PM; s.f., edición definitiva, RS, t 33.
1911 Huerto agnóstico; cuadernos de un solitario, RS; 1912, PM y RS, t 43.
1911 Rosa mística; mes nouvelles, Barcelona.
1911? Ibis, novela, edición completa, México.
1912 Políticas e históricas (páginas escogidas), PM.
1912? El imperio romano, obra inédita, Barcelona; 1936, RS, t 54.
1913 Archipiélago sonoro, poemas sinfónicos, PM; 1930, RS, t 19.
1913 Ars-verba, PM; 1921, RS, t 42.
1913 En las zarzas del Horeb, PM; 1930, RS, t 41.
1914 El alma de los lirios, PM.
1914 El rosal Pensante, París; 1923, RS, t 40.
1914 La muerte del cóndor; del Poema de la tragedia y de la historia, Barcelona 1914; 1935, edición definitiva, RS, t 37.
1914 Los parias, París; 1926, ibid. (Biblioteca de los Novelistas); s.f., RS, t 16.
1914 Verbo de admonición y de combate, PM; 1921, edición definitiva, RS, t 39.
1915 Pretéritas, Prólogo de R. Palacio Viso, PM; 1921 y 1930, RS, t 46.
1915? Clepsidra roja, Barcelona; 1916, 3a. ed., Barcelona; 1921 y 1930, RS, t 47.
1915? En las cimas, Barcelona; 1916, ibid.
1916 La demencia de Job: novela, Madrid; 1930, RS, t 15.
1916 Prosas selectas, Barcelona; RS, t 51.
1916? María Magdalena (novela), México.
1917 Ante los bárbaros (los Estados Unidos y la Guerra) el yanki: he ahí el enemigo, RS; 1918, corregida y aumentada, RS.
1917 El cisne blanco (novela psicológica), Barcelona.
1917 Eleonora (novela de la vida artística), Barcelona.
1917 Los discípulos de Emaüs (novela de la vida intelectual), Barcelona; 1923, RS, t 7.
1917 María Magdalena; novela lírica, RS, t 5.
1917 Rubén Darío, Madrid; 1922, edición definitiva, RS, t 35.
1917? El huerto del silencio, Barcelona.
1917? Horario reflexivo, Barcelona; 1923, RS, t 26.
1918 Los estetas de Teópolis, novela, Madrid; 1922, RS, t 8.
1918 Páginas escogidas; literatura, PM.
1918? La ubre de la loba, Barcelona; 1920, edición definitiva, RS, t 28.
1919 El minotauro, novela, RS, t 12.
1920 Cachorro de león (novela de almas rústicas), RS; 1930, edición revisada y corregida por el autor, RS, t 30.
1920 De los viñedos de la eternidad; obra inédita, RS, t 25.
1920 De sus lises y de sus rosas, Barcelona; 1931, RS, t 17.
1920 El final de un sueño: novela inédita, Barcelona, 1920; 1936, RS, t 27.
1920 Libre estética, RS, t 32.
1920 Salomé, novela poema, edición definitiva, RS, t 24).
1921 Belona dea orbi, Barcelona; 1936, RS, t 48.
1921 El huerto del silencio: tragedia lírica, RS, t 43.
1921 Prosas-laudes, Barcelona; 1931, RS, t 45.
1922 Gestos de vida, obra inédita, RS, t 53.
1922 Mis mejores cuentos, novelas breves, Madrid.
1922 Saudades tácitas, obra inédita, RS, t 49.
1923 Némesis, México.
1924 Antes del último sueño (páginas de un vademécum), PM, Biblioteca de los Novelistas.
1924? Mi viaje a la Argentina; odisea romántica, Buenos Aires (Biblioteca Las Grandes Obras, 21).
1926 La cuestión religiosa en México, México.
1926 Los Soviets, con Carta-prólogo de D. Oscar Pérez Solís. Barcelona.
1927 Odisea romántica; diario de viaje a la República Argentina, Madrid (Obras Inéditas).
1928 Dietario crepuscular, Madrid, 1928 (Obras Inéditas, II).
1928? La novena sinfonía, novela, Madrid (Obras Inéditas).
1930 Lirio negro. Germania, edición definitiva, RS, t 23.
1930 Lirio rojo. Eleonora, RS, t 22.
1930 Sobre las viñas muertas, edición definitiva, RS, t 3.
1930 Tardes serenas (obra inédita), Barcelona, Colección Idea, Sección de Autores Americanos.
1932 Lirio blanco. Delia, edición definitiva, RS, t 20.
1935 El maestro, La Habana (Obras póstumas).
1937 El joyel mirobolante (desfile de visiones), Guayaquil, Ecuador (Obras Póstumas).
1938 José Martí: apóstol-libertador, con prefacio de Ramón Palacio Viso, París (Obras Póstumas).
s.f. El sendero de las almas: novelas cortas, RS, t 31.
s.f. Históricas y Políticas, RS, t 50.
s.f. Poemas sinfónicos, Barcelona.
s.f. Polen lírico, conferencias, RS, t 52.
s.f. Sombras de Águilas, RS, t 9.
C.V. (Estocolmo, 1997).
Algunas lecturas sobre Vargas Vila
Andrade Coello, Alejandro: Vargas Vila; ojeada crítica de sus obras: de "Aura o las violetas" a "El ritmo de la vida". Quito, 1912.
Besseiro, Victorio Luis: Un hombre libre: Vargas Vila, su vida y su obra. Buenos Aires, 1924.
Botero, Ebel: "Un hombre en blanco y negro: Vargas Vila", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 671-674.
Castañeda Aragón, Gregorio: "Cosas de Vargas Vila", en Revista del Atlántico (Barranquilla, Gobernación del Depto. del Atlántico, no. 1, diciembre de 1958), pp. 119-121.
Cejador, Julio: Historia de la literatura y lengua española. Madrid, 1918, vol. 9.
Escobar Uribe, Arturo: "¿Fue Vargas Vila un resentido?", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 679-683.
Giordano, Alberto: Vargas Vila: su vida y su pensamiento. Buenos Aires, 1946; ibid., 1949.
Henríquez Ureña, Max: Breve historia del modernismo. México - Buenos Aires, 1954, pp. 327-328.
Maya, Rafael: "Crónica de Vargas Vila", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 656-662.
Miramón, Alberto: "La primera producción literaria de José Ma. Vargas Vila", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 675-678.
Ortega, José J.: Historia de la literatura colombiana. Bogotá, 1934.
Palacio Viso, Ramón: Vargas Vila, su vida y su obra. s.l, s.f.
Panesso Robledo, Antonio: "Un apunte estilístico - Vargas Vila: Forma e ideas", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 663-665.
Sánchez, Luis Alberto: "Vargas Vila", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 690-700.
Torres Rioseco, Arturo: "Francisco Contreras y Vargas Vila", en Hispania, Stanford University, California, vol. XVI, no. 4, nov.-dic. de 1933 pp. 399-400.
Ugarte, Manuel: "Estampas de Vargas Vila", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 684-689.
---"José María Vargas Vila", en Escritores iberoamericanos de 1900. México, 1947, pp. 231-242.
---"Varios juicios sobre él", en Vargas Vila, José María, La demencia de Job; novela. Madrid, 1916, pp. 168-223 (Obras Completas, Sopena, t 1).
Vidales, Luis: "Iniciación al estudio crítico de José Ma.Vargas Vila", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 666-670.
Carlos Vidales (Estocolmo, 1997).
panfletario y libertario
José María de la Concepción Apolinar Vargas Vila Bonilla nació en Bogotá, en una familia de ideas radicales, el 23 de julio de 1860. Murió en Barcelona el 23 de mayo de 1933. Fueron sus padres el general José María Vargas Vila y Elvira Bonilla. Hizo sus estudios primarios y secundarios en Bogotá.
Desde muy temprano participó en luchas políticas como periodista, agitador y orador. Tenía dieciséis años apenas cuando se enroló en las fuerzas liberales del general Santos Acosta. A la edad de 24 años, en 1884, actuó como secretario del general radical Daniel Hernández, durante el alzamiento que éste dirigió contra el presidente Rafael Núñez, líder del partido "nacionalista" y caudillo de la "Regeneración Nacional". Colombia era entonces una República Federal constituida por "Estados Soberanos" y con frecuencia sacudida por pronunciamientos y guerras civiles regionales. El levantamiento del general Daniel Hernández se inició en el Estado Soberano de Santander (al nororiente del país) y muy pronto se irradió a toda la nación. En 1885 los sublevados vencieron a las tropas del gobierno en la batalla de La Humareda, pero sus pérdidas fueron tan grandes que les resultó imposible continuar las operaciones. El propio jefe de la rebelión murió en esa terrible carnicería. Su secretario, Vargas Vila, huyó a los Llanos del Casanare donde el general Gabriel Vargas Santos le ofreció hospitalidad y refugio. Allí escribió su obra "Pinceladas sobre la última revolución de Colombia; siluetas bélicas".
Con este libro nació el Vargas Vila demoledor, iconoclasta, panfletario. En él trazó retratos crueles, grotescos, de los grandes jefes políticos de la "Regeneración", acentuando hasta la caricatura su confesionalismo católico, descalificando con adjetivos lapidarios, quemantes, todas las supuestas virtudes cívicas de esos líderes y presentándolos como monstruos ávidos de poder y cargados con todas clase de lacras morales. La respuesta gubernamental fue inmediata: se ofreció recompensa por la captura de Vargas Vila, vivo o muerto.
El panfletario huyó a Venezuela y se estableció en Rubio, donde fundó el periódico "La Federación". El gobierno de Colombia, mediante presiones y protestas, logró que esta publicación fuera clausurada por las autoridades de Venezuela. Vargas Vila se trasladó a Maracaibo y allí inició la producción de sus primeras novelas, que publicaba y vendía en forma de folletos, por entregas.
En 1891 viajó a los Estados Unidos y se radicó en Nueva York, donde muy pronto entabló relaciones con muchos exiliados latinoamericanos, intelectuales y conspiradores. Una cálida amistad lo unió al admirable José Martí y juntos participaron en actos, reuniones literarias, foros y encuentros de trabajadores, políticos y poetas. Martí nos ha dejado el testimonio de una reunión con obreros en la cual fue apasionado "el vehemente entusiasmo con que, sacados de sus asientos por ímpetu de amor, saludaron aquellos esclavos de América la peroración cadenciosa, inspirada, valentísima del colombiano José M. Vargas Vila, que cuenta sus días ya gloriosos por las batallas afamadas de su palabra y de su pluma en pro de la libertad".
En Nueva York, Vargas Vila fundó y redactó la revista "Hispanoamérica" y el diario "El Progreso". Allí se publicó también su libro "Los Providenciales", feroz diatriba contra los arrogantes caudillos y dictadores latinoamericanos.
En 1893 viajó a Venezuela donde el presidente Crespo lo nombró su secretario particular. Pero esto duró poco, pues Crespo fue derrocado y Vargas Vila debió regresar a su exilio en Nueva York. Están documentados sus frecuentes encuentros con José Martí y una carta de éste último, escrita a fines de 1894, muestra que Vargas Vila fue informado por su amigo cubano sobre los planes de retorno a la isla para integrarse a la guerra de independencia. Pocos meses más tarde, el 19 de mayo de 1895, caía Martí herido de muerte en el suelo de la patria que había amado por sobre todas las cosas de la vida.
Vargas Vila se fue a vivir a París, donde se habían refugiado tantos brillantes escritores latinoamericanos (Rufino Blanco Fombona, Enrique Gómez Carrillo y muchos otros). Con ellos estableció relaciones de amistad personal e intelectual, al mismo tiempo que continuaba publicando artículos, ensayos, novelas, narraciones y panfletos políticos. En Nueva York, a donde regresó en 1902, fundó la revista "Némesis", que pronto se hizo muy famosa. Él la escribía y editaba íntegramente y en sus páginas pueden hallarse las más finas y las más terribles de sus frases de combate. Es notable que Vargas Vila escogiera trasladarse a Nueva York para escribir allí, y no en otro lugar, su violento libro "Ante los bárbaros", implacable requisitoria contra el expansionismo norteamericano, con sus flamantes cañoneras y su "Política del Garrote".
Nuevamente establecido en París, continuó allí la publicación de "Némesis". Pero su vida personal había llegado a un punto crítico. Era intelectualmente admirado y temido, pero también profundamente odiado por gobiernos, academias e intelectuales tradicionalistas. Era un solitario, como un toro furioso combatiendo en medio del ruedo, sin vida afectiva íntima, sin un amor profundo, sin una compañía duradera. La neurosis comenzó a manifestarse en forma de actitudes agresivas e intolerantes, incluso hacia los propios amigos que lo estimaban y admiraban. Su médico le indicó que debía cambiar de aires. Se fue a vivir a Venecia.
Aunque el paréntesis veneciano fue breve (regresó a París en 1904), sus extravagancias decadentes contribuyeron allí a alimentar la Leyenda Negra de Vargas Vila que ya había comenzado a crecer como una hidra. En París, en Bogotá, en Caracas, en Nueva York, se decía que el panfletario era inmensamente rico. Que vivía como un príncipe. Que odiaba a las mujeres, a los curas y a las monjas. Que su misantropía y su odio a la iglesia nacían del hecho de ser hijo de un cura párroco y una monja depravada. Que era anarquista y que ayudaba con su dinero a los seguidores de Malatesta, financiando asesinatos y bombazos contra duques y marqueses. Que era homosexual. Que presidía sesiones de satanismo con sus amigos y cómplices. Que era impotente y que esta era la razón de su odio a todo lo viviente. Que era hermafrodita.
La sola enumeración de las perversiones y sicopatologías que se adjudicaron a Vargas Vila podría servir para hacer el catálogo de las perversiones y sicopatologías de sus calumniadores: la beatería tradicionalista de su país, los viejos círculos clericales hinchados de privilegios, cargados de rencores y de odios, incapaces de sentir amor cristiano, inválidos para la reconciliación y la bondad. Los intelectuales al servicio de estas alimañas no mencionaban siquiera el nombre de Vargas Vila. Hablaban del "expatriado", el "satánico", el "bastardo", el "lenguaraz despreciable", el "desnaturalizado", "el blasfemo", "el luciferino mendaz", el "enemigo de la paz, el orden y la autoridad", "el decadente pernicioso", el "disolvente", el "degenerado". Nunca hicieron un crítica literaria de sus obras, un análisis de sus ideas, un cuestionamiento razonado de su pensamiento, su estilo o su lenguaje. No tuvieron valor, ni grandeza moral ni capacidad intelectual suficientes para ello. Fueron, en toda la línea, inferiores y pigmeos. Lo único que pudieron oponer a Vargas Vila fue un sartal de calumnias infames.
Por supuesto, el panfletario no era de ninguna manera perfecto. Sus opiniones eran tajantes, categóricas, no dejaban lugar a la discrepancia. Carecía de modestia intelectual, era arrogante y vanidoso. Estaba convencido de que su genio era incomparable. Se elogiaba con frecuencia a sí mismo de una manera irritante. Su egolatría era monumental. Esto daba material abundante a sus enemigos.
Pero la causa fundamental de la inquina contra Vargas Vila fue su irreductible anticlericalismo, su apasionada defensa del libre pensamiento. En la oración fúnebre para su amigo el poeta Diógenes Arrieta (1897), en París, pronunció esta frase sobre Colombia, que jamás se le ha perdonado:
-- ¡Duerme en paz, amigo, lejos del imperio monacal que nos deshonra!
Vargas Vila empleó siempre toda su potencia de fuego, su feroz estilo virulento y mordaz, contra los desmedidos privilegios del clero y de la Iglesia, contra el dogmatismo y la intolerancia. Usaba frases y metáforas que abrían heridas incurables y luego ponía en esas heridas la sal o el ácido quemante de renovadas imprecaciones. Fue un virtuoso del vituperio y de la diatriba, puestos al servicio del pensamiento laico.
Su estilo era profético: usaba palabras grandilocuentes, verbos y adjetivos tremendistas. Presentaba los conceptos abstractos como entes mitológicos, con nombres en mayúsculas: la Ambición, el Odio, la Hipocresía, la Grandeza. Sus sentencias eran lapidarias. Sus conclusiones, proverbiales. Usaba la paradoja como una maza para aplastar a sus adversarios. Su fraseo era entrecortado, con hiatos arbitrarios que evocaban el estilo desmelenado de don Simón Rodríguez; pero a diferencia de éste, nunca era campechano ni familiar. Se ha dicho a veces que era demasiado efectista, artificioso, con un cierto gusto decadente por las decoraciones recargadas, a lo D'Annunzio; pero ninguno de sus adversarios salió ileso ni sonriente después de una descarga de tales florilegios.
Sería tonto sostener que toda la obra de Vargas Vila merece admiración. En sus escritos hay mucha hojarasca, muchas extravagancias de poco mérito, muchas frases ruidosas y estridentes sin mayor substancia. Pero en aquellas líneas donde su talento fulgura, logra formular ideas propias y conceptos admirables. Es entonces cuando enseña, impresiona y apasiona.
Su estadía en París (1904) fue muy breve. El gobierno de Nicaragua lo llamó a cumplir funciones consulares en España. Allí, con Rubén Darío, integró la Comisión de Límites con Honduras ante el rey de España, quien era entonces mediador en el contencioso. Pero Vargas Vila no era hombre de cargos diplomáticos; pronto regresó a su trabajo creador. Se puso al frente de la edición de sus libros y luego de breves estancias en París y Madrid se asentó en Barcelona. Fue allí donde se inició, por acuerdo con la Editorial Sopena, la publicación de sus obras completas.
Este fue uno de los grandes éxitos editoriales de esos años. Vargas Vila llegó a gozar de ingresos muy considerables gracias a esta edición. Su popularidad como escritor era inmensa. Su nombre no se mencionaba (ni se menciona hoy) en las antologías, en las historias de la literatura o en los artículos de crítica literaria. Pero sus libros circulaban en las tabernas, en los corredores de las universidades, en las herrerías, en las oficinas de comercio, en los talleres de sastrería, entre los empleados de los servicios públicos, en la clientela de las peluquerías y de las carnicerías. Vargas Vila ha sido por eso, como pocos, forjador y maestro de la cultura popular en Nuestra América. Yo he encontrado libros suyos en bebederos de aguardiente de Risaralda (Colombia), entre bultos de papa; en un cafetín de Buenos Aires, en la zona del puerto, alimentando la conversación de los parroquianos a la hora de la siesta; en la cartera de una empleada de correos de Montevideo, para ser llevado del trabajo al café Sorocabana de la Plaza Libertad, donde un grupo de amigos esperaba para el debate intelectual del anochecer; en una pescadería de Valparaíso, cuyo propietario interrumpía la atención a los clientes para leerme párrafos enteros de "Los Césares de la decadencia" con entusiasmo sincero; en una "fazenda" brasilera, donde el mulato más letrado tenía el encargo de leer a los trabajadores reunidos algún texto "bueno para el alma"; en una peluquería del Cuzco (Perú), entreverado con revistas de moda y de deportes, para que los clientes que pagaban por la trasquilada ("sentado, 10 soles; parado, 5 soles") pudieran ilustrarse; y naturalmente, en mi propio pupitre de escolar, en Santiago de Chile, cuando fundé un club de adolescentes conspiradores y traficantes de libros prohibidos y blasfemos.
Vargas Vila hizo una gira por América Latina en 1923. Visitó Buenos Aires, Montevideo, Río de Janeiro, México, La Habana y otras ciudades importantes. Dictó conferencias, muy agitadas y concurridas. Libró polémicas a través de los periódicos. Los periodistas le hicieron entrevistas escandalosas. Causó revuelo y estrépito. Los curas sermoneaban desde los púlpitos ofreciendo las llamas eternas del infierno al apóstata que leyera los libros de este monstruo. Esto hizo aumentar explosivamente las ventas de sus obras.
Fue al final de esta gira, en La Habana, donde Vargas Vila contrajo una enfermedad extraña que afectó su vista y que terminaría por dejarlo completamente ciego. Regresó a Barcelona, donde transcurrió los últimos años de su vida en completa soledad, sin dar ni pedir cuartel a sus rencorosos enemigos. Murió en 1933, cuando ya comenzaba a gestarse el terrible drama de la guerra civil española. Los círculos de obreros anarquistas y socialistas lo leían con avidez y entusiasmo, lo respetaban y lo reconocían como a un maestro. Y en efecto, por encima de todo, Vargas Vila fue siempre un apóstol de las ideas libertarias. Esto fue lo mejor de su ideología, porque en ocasiones se perdió en los laberintos de las doctrinas nihilistas o en la búsqueda del "superhombre" de Nietzsche. Causa emoción constatar que ninguno de sus grandes defectos le hizo perder su aliento humanista.
Escribió narraciones, novelas, relatos de viaje, obras de teatro, notas de historia y de estética, conferencias, artículos de crítica y ensayos políticos. En todos ellos campea el amor por la libertad y la pasión por la justicia social.
C.V. (Estocolmo, 1997).
Bibliografía de José María Vargas Vila
La obra de Vargas Vila abarca unos cien volúmenes. Existen dos ediciones diferentes de sus Obras Completas: Bouret (París-México, abreviado aquí como PM) y Ramón Sopena (Barcelona, abreviado aquí como RS). Esta última se considera la definitiva. Las "Obras Completas" publicadas en Buenos Aires en 1946 (2 volúmenes), son apenas una selección de sus producciones más vendidas. No es fácil determinar exactamente la fecha de publicación de algunas de sus obras (hay ediciones dobles, con diferentes títulos para la misma obra, etc.). La que sigue es una lista tentativa. Un signo "?" al lado del año, indica que la fecha es dudosa.
1887 Aura o las violetas, Maracaibo; 1892, Bogotá; 1920, París; s.f., RS.
1887 Pasionarias, álbum para mi madre muerta, San Cristóbal.
1888 Emma, Maracaibo, (en una publicación literaria).
1889 Aura o las violetas; Emma; Lo irreparable, Maracaibo; 1898, 1918, 1920 y 1930, PM, Biblioteca de los Novelistas; 1934, RS, t6.
1889 Lo irreparable, Maracaibo (en el periódico Ecos de Zulia).
1892 Los Providenciales, New York.
1895 Flor de fango, París; 1918, PM, Biblioteca de los Novelistas; 1918, RS, t 14.
1900 Ibis, Roma; 1911, RS, t 2; 1917, París.
1900? A la hora del crepúsculo, París.
1901 Alba roja, París; 1919 y 1930, RS, t 4.
1901 Las rosas de la tarde, PM (Biblioteca de los Novelistas); 1933, edición definitiva, RS, t 13.
1902 Ante los bárbaros: el Yanki. He ahí el enemigo, Nueva York. 1902, París; 1923 y 1930, RS, t 55.
1902 Copos de espuma, París; 1918 y 1923, PM, Biblioteca de los novelistas; 1930, RS, t 38.
1904 Los divinos y los humanos, París; 1917, ibid.; 1920 y 1930, RS, t 29.
1906 La simiente, París; s.f., edición definitiva, RS, t 1.
1906 Laureles rojos, París; 1921, ibid.; 1921, RS, t 44.
1906? El canto de las sirenas en los mares de la historia, RS.
1907 Los Césares de la decadencia, París; 1913; 1936, RS, t 34.
1909 El camino del triunfo, La Habana; RS, t 10.
1909 La república romana, París; s.f., RS, t 36.
1910 La conquista de Bizancio, RS, t 11.
1910 La voz de las horas, Barcelona; 1920, edición definitiva, RS, t 18.
1910? Hombres y crímenes del Capitolio, RS.
1911 El ritmo de la vida: motivos para pensar, PM; s.f., edición definitiva, RS, t 33.
1911 Huerto agnóstico; cuadernos de un solitario, RS; 1912, PM y RS, t 43.
1911 Rosa mística; mes nouvelles, Barcelona.
1911? Ibis, novela, edición completa, México.
1912 Políticas e históricas (páginas escogidas), PM.
1912? El imperio romano, obra inédita, Barcelona; 1936, RS, t 54.
1913 Archipiélago sonoro, poemas sinfónicos, PM; 1930, RS, t 19.
1913 Ars-verba, PM; 1921, RS, t 42.
1913 En las zarzas del Horeb, PM; 1930, RS, t 41.
1914 El alma de los lirios, PM.
1914 El rosal Pensante, París; 1923, RS, t 40.
1914 La muerte del cóndor; del Poema de la tragedia y de la historia, Barcelona 1914; 1935, edición definitiva, RS, t 37.
1914 Los parias, París; 1926, ibid. (Biblioteca de los Novelistas); s.f., RS, t 16.
1914 Verbo de admonición y de combate, PM; 1921, edición definitiva, RS, t 39.
1915 Pretéritas, Prólogo de R. Palacio Viso, PM; 1921 y 1930, RS, t 46.
1915? Clepsidra roja, Barcelona; 1916, 3a. ed., Barcelona; 1921 y 1930, RS, t 47.
1915? En las cimas, Barcelona; 1916, ibid.
1916 La demencia de Job: novela, Madrid; 1930, RS, t 15.
1916 Prosas selectas, Barcelona; RS, t 51.
1916? María Magdalena (novela), México.
1917 Ante los bárbaros (los Estados Unidos y la Guerra) el yanki: he ahí el enemigo, RS; 1918, corregida y aumentada, RS.
1917 El cisne blanco (novela psicológica), Barcelona.
1917 Eleonora (novela de la vida artística), Barcelona.
1917 Los discípulos de Emaüs (novela de la vida intelectual), Barcelona; 1923, RS, t 7.
1917 María Magdalena; novela lírica, RS, t 5.
1917 Rubén Darío, Madrid; 1922, edición definitiva, RS, t 35.
1917? El huerto del silencio, Barcelona.
1917? Horario reflexivo, Barcelona; 1923, RS, t 26.
1918 Los estetas de Teópolis, novela, Madrid; 1922, RS, t 8.
1918 Páginas escogidas; literatura, PM.
1918? La ubre de la loba, Barcelona; 1920, edición definitiva, RS, t 28.
1919 El minotauro, novela, RS, t 12.
1920 Cachorro de león (novela de almas rústicas), RS; 1930, edición revisada y corregida por el autor, RS, t 30.
1920 De los viñedos de la eternidad; obra inédita, RS, t 25.
1920 De sus lises y de sus rosas, Barcelona; 1931, RS, t 17.
1920 El final de un sueño: novela inédita, Barcelona, 1920; 1936, RS, t 27.
1920 Libre estética, RS, t 32.
1920 Salomé, novela poema, edición definitiva, RS, t 24).
1921 Belona dea orbi, Barcelona; 1936, RS, t 48.
1921 El huerto del silencio: tragedia lírica, RS, t 43.
1921 Prosas-laudes, Barcelona; 1931, RS, t 45.
1922 Gestos de vida, obra inédita, RS, t 53.
1922 Mis mejores cuentos, novelas breves, Madrid.
1922 Saudades tácitas, obra inédita, RS, t 49.
1923 Némesis, México.
1924 Antes del último sueño (páginas de un vademécum), PM, Biblioteca de los Novelistas.
1924? Mi viaje a la Argentina; odisea romántica, Buenos Aires (Biblioteca Las Grandes Obras, 21).
1926 La cuestión religiosa en México, México.
1926 Los Soviets, con Carta-prólogo de D. Oscar Pérez Solís. Barcelona.
1927 Odisea romántica; diario de viaje a la República Argentina, Madrid (Obras Inéditas).
1928 Dietario crepuscular, Madrid, 1928 (Obras Inéditas, II).
1928? La novena sinfonía, novela, Madrid (Obras Inéditas).
1930 Lirio negro. Germania, edición definitiva, RS, t 23.
1930 Lirio rojo. Eleonora, RS, t 22.
1930 Sobre las viñas muertas, edición definitiva, RS, t 3.
1930 Tardes serenas (obra inédita), Barcelona, Colección Idea, Sección de Autores Americanos.
1932 Lirio blanco. Delia, edición definitiva, RS, t 20.
1935 El maestro, La Habana (Obras póstumas).
1937 El joyel mirobolante (desfile de visiones), Guayaquil, Ecuador (Obras Póstumas).
1938 José Martí: apóstol-libertador, con prefacio de Ramón Palacio Viso, París (Obras Póstumas).
s.f. El sendero de las almas: novelas cortas, RS, t 31.
s.f. Históricas y Políticas, RS, t 50.
s.f. Poemas sinfónicos, Barcelona.
s.f. Polen lírico, conferencias, RS, t 52.
s.f. Sombras de Águilas, RS, t 9.
C.V. (Estocolmo, 1997).
Algunas lecturas sobre Vargas Vila
Andrade Coello, Alejandro: Vargas Vila; ojeada crítica de sus obras: de "Aura o las violetas" a "El ritmo de la vida". Quito, 1912.
Besseiro, Victorio Luis: Un hombre libre: Vargas Vila, su vida y su obra. Buenos Aires, 1924.
Botero, Ebel: "Un hombre en blanco y negro: Vargas Vila", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 671-674.
Castañeda Aragón, Gregorio: "Cosas de Vargas Vila", en Revista del Atlántico (Barranquilla, Gobernación del Depto. del Atlántico, no. 1, diciembre de 1958), pp. 119-121.
Cejador, Julio: Historia de la literatura y lengua española. Madrid, 1918, vol. 9.
Escobar Uribe, Arturo: "¿Fue Vargas Vila un resentido?", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 679-683.
Giordano, Alberto: Vargas Vila: su vida y su pensamiento. Buenos Aires, 1946; ibid., 1949.
Henríquez Ureña, Max: Breve historia del modernismo. México - Buenos Aires, 1954, pp. 327-328.
Maya, Rafael: "Crónica de Vargas Vila", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 656-662.
Miramón, Alberto: "La primera producción literaria de José Ma. Vargas Vila", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 675-678.
Ortega, José J.: Historia de la literatura colombiana. Bogotá, 1934.
Palacio Viso, Ramón: Vargas Vila, su vida y su obra. s.l, s.f.
Panesso Robledo, Antonio: "Un apunte estilístico - Vargas Vila: Forma e ideas", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 663-665.
Sánchez, Luis Alberto: "Vargas Vila", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 690-700.
Torres Rioseco, Arturo: "Francisco Contreras y Vargas Vila", en Hispania, Stanford University, California, vol. XVI, no. 4, nov.-dic. de 1933 pp. 399-400.
Ugarte, Manuel: "Estampas de Vargas Vila", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 684-689.
---"José María Vargas Vila", en Escritores iberoamericanos de 1900. México, 1947, pp. 231-242.
---"Varios juicios sobre él", en Vargas Vila, José María, La demencia de Job; novela. Madrid, 1916, pp. 168-223 (Obras Completas, Sopena, t 1).
Vidales, Luis: "Iniciación al estudio crítico de José Ma.Vargas Vila", en Boletín Cultural y Bibliográfico, Banco de la República, vol. VIII, no. 5, Bogotá, 1965, pp. 666-670.
Carlos Vidales (Estocolmo, 1997).
UNA LECTURA DE LAS PALMERAS SALVAJES DE WILLIAN FAULKNER.
Una lectura de Las palmeras salvajes de William Faulkner
Agosto 12, 2008 | Por mvivar | Claves: las palmeras salvajes, literatura, william faulkner | # Enlace permanente
En toda su narrativa, William Faulkner, tiene ese gusto por desembarcar en cualquiera de los puntos de su narración, sin haber dado apenas noticia de los antecedentes que han desencadenado aquella situación que va contando con minuciosidad, a la que aporta múltiples digresiones, que va cercando desde múltiples puntos de vista, usando una microscópica visión para diseccionar un nimio detalle o, por el contrario, distanciándose hasta alturas que dan vértigo para ofrecer la panorámica completa de un acontecimiento, no siempre central. Está también su afición por perderse por paisajes y tramas secundarias, todo ello movido por la autoridad de un estilo prístino. O está esa querencia por los saltos temporales y espaciales, que obligan al lector a prestar una especial antención si se quiere comprender y reconstruir mentalmente la linealidad de la narración. Las palmeras salvajes[i] novela publicada en 1939 es un ejemplo más de la complicada narrativa faulkneriana. Como el mismo define, esta novela, es una especie de “contrapunto estético.”[ii] Este contrapunto le da un ritmo narrativo que de otra manera la estructura no sería digna del tema que se esta tratando Pues la compleja estructura, las diferentes voces narrativas, las digreciones, los saltos temporales y las dos historias funcionando paralelamente, arman el imbrincado mapa de múltiples caracteres que definen a los hombres y mujeres, el cual esta limitado y determindado por dos acontecimientos irreversibles de la existencia humana: el nacimiento y la muerte. Y si hay un tema el cual ponga en relación ambas historias y, a esto dos acontecimiento irremediables, ese tema es la perdida y el encuentro del amor. De esta manera, forma y contenido marchan juntos en esta novela para tratar de ilustrar la complicada realidad del hombre.[iii] Dos historias, dos hombres, dos mujeres y dos acontecimientos paralelos siempre marcados por pares de opuestos.
“Dos historias”
La novela contiene dos historias paralelas: la de un médico de Nueva Orleans que huye con una mujer casada a la que ocasiona involuntariamente la muerte al someterla a una operación abortiva, por lo que es sentenciado a quince años de prisión, y la de un convicto que cumple una condena por robo y es enviado a salvar en un bote a una mujer encinta que se ha aferrado a un árbol para no ser arrastrada por la corriente. Por horas y días, el hombre lucha contra la impetuosidad salvaje de “El Viejo” nombre familiar del río Misisipi, con el unico objetivo de librarse de esa mujer que esta a punto de parir y poder volver a la seguridad que le proporsionaba la prisión.
La primer historia agrupada bajo los capítulos llamados “Las palmeras salvajes” comienza en el instante previo al nefasto final. El narrador introduce al lector al problema de la verdad, por medio del constante preguntarse del Doctor acerca de lo que oculta esa pareja que le a alquilado la casa de al lado. Este problema sera unos de los temas de la novela y el objeto principal de reflexión y preocupación del personaje del Doctor, quien se haya obsesionado por encontrar “la forma de la verdad.”[iv] Este personaje occila todo el tiempo entre el Doctor (mandato paterno y la institución) y el hombre, y aunque no es protagónico contiene rasgos que van a ir diseminándose por el resto de los personajes masculinos. En este primer capítulo el narrador, aunque toda la novela esta escrita en tercera persona, presenta al resto de los personajes bajo la perspectiva del Doctor. En los capítulos que siguen, correspondientes a “Las palmeras salvajes”, el narrador se posiciona en la perspectiva del protagonista, Harry. En estos capítulos los temas empienzan diversificarse a medida que avanza la narración. Y si bien el Dinero y el Arte son importantes el tema principal es el amor. En esta parte de la novela la poseción o falta de Dinero es el determinante que traza el rumbo de los protagonistas. Por otro lado, el Arte es presentado a través de las pinturas de Rittenmeyer y las esculturas de Carlota. En ambos casos lo que resulta importante no son los objetos artístico en sí ni las tecnicas empleadas, sino las circunstancias que llevan a un hombre a producir Arte, y lo que implica ser un “Artista.”[v] El amor como tema principal es aquello que tanto Harry como Carlota buscan y desean pero una vez que lo encuentran parece ser demasiado para ellos. Eligiendo la clandestinidad frente al matrimonio, tratan de preservar “el amor verdadero” pero no lo logran, pues la voragine que implica el cambio constante de habitat en pos de escapar a la rutina, los lleva
a su propia destrucción. Casi como un trágedia griega ambos protagonistas terminan uno en la carcel y el otro muerto. Estos dos acontecimientos estan atravezados en el libro por la imagen recurente de las palmeras asotadas por el viento. Y en donde el color negro todo lo tiñe. El viento y las palmeras funcionan como leiv motiv que representan la angustia y confusión de los protagonistas. En el capítulo final Harry sera atormentado por esta imagen que sus sentidos persistirán en traer a su mente.[vi]
La segunda historia agrupada bajo los capítulos correspondientes a “El viejo” tienen como gran protagonista al Río Misisipi. Y al igual que el dinero en “Las palmeras salvajes”, el río marca el camino de manera despótica y tiránica sometiendo a “el penado” a su juicio. En esta parte del libro el narrador, ahora, toma la perspectiva de “el penado” y cuenta las penurias que el protagonista sufrío cuando era asotado por las aguas y llevado por la corriente. Aquí, el narrador construye su relato de manera que, el tiempo de la narración y el tiempo de lo narrado conviven marcando el constrate entre el agua mojandolo todo y el estar seco y fumando apaciblemente. En este relato también el tema principal es el amor pero visto en extrecha relación a las mujeres. A “el penado” le interesa y le preocupa mucho más desacerse de la mujer antes que de a luz que aprovechar la oportunidad que el río le ofrece de recuperar su libertad. Aquí, la mujer es simbolicamente la posibilidad del amor y paradojicamente “el penado” sólo quiere librarse de ella. En este sentido no es gratuita, de ningun modo, la última linea de la novela.[vii] Con un giro irónico y burlandose de las leyes termina el relato con “el penado” recibiendo diez años más por tentativa de fuga.
Ambas historias, narradas paralelamente logran no sólo ritmo narrativo sino que también consiguen darnos un visión más acabada del amor. Es así, como Faulkner alcanza en Las palmeras salvajes una manera de dar cuenta de la realidad a través de una peculiar conección entre forma y contenido.[viii]
“Dos hombres”
En ambas historias los personajes masculinos estan construidos y constituidos de manera tal que son victimas de una marcada despersonalización y pasividad. Tanto Harry como “el penado” se somenten, el primero ante los caprichos de Carlota y el segundo ante los azarosos destinos que el río forja para él. De Harry al menos sabemos su nombre y que ha estudiado medicina bajo el mandato paterno, al igual que el Doctor. Pero de”el penado” se mantiene su nombre oculto y sólo se informa su ingenuidad como lector. “El penado” es doblemente literario y, si se quiere en cierta medida triplemente literario, porque por un lado, al igual que el Quijote cree peligrosamente en lo que lee, y por el otro, está su singular similitud con Huck Finn y finalmente porque, efectivamente, él es un personaje de una novela.[ix] A pesar de este anonimato y paradójicamente, “el penado” encarna el único personaje con un sentido ético y moral, es el único que sale airoso de la novela conservando su dignidad. Pues, a pesar que su único objetivo es librarse de la mujer y su bebe no los abandona, ni deja de cuidarlos hasta que estan a salvo. Esta dignidad del penado está ilustrada en el detalle de la ropa, otro de los leiv motiv de la novela. Volver a la carcel con el mismo uniforme de presidiario, gastado pero limpio, es lo que marca la diferencia frente a el comisario quien en una sucia maniobra le agrega diez años a su condena.
De Harry, los datos son muchos más y se van revelando a través de los diferentes personajes masculinos; pues como si fuera un ezquizofrénico cada personaje masculino conforma un parte de la personalidad de Harry. Por ejemplo, del Doctor tiene la profesión y la razón por la cual llega a ella; de Rittenmeryer adopta la pintura; de Flint el traje y frecuentar a los artistas; del vecino, en el lago, la forma de vestirse y de Buckner el someter a su mujer a un aborto. En esta sección de la novela, la ropa también es un leiv motiv que proporciona al lector la pauta de los cambios de los rasgos de personalidad que Harry va adquiriendo a lo largo del relato. Por ejemplo, si se lee con detenimiento la descripción que hace el narrador de Harry en el primer capítulo es exactemente igual a la descripción que se hace del vecino en el capítulo cuarto. Esta diseminación de la figura de Harry lo termina anulando, pues es todos y nadie. Claramente esto se pone de manifiesto cuando en el último capítulo el policia se refiere a él siempre con nombres distintos; y él en vez de corregirlo se limita a asentir. Una vez más los detalles no son sólo por una cuestión de decorado sino que son significativos para reconstruir la compleja estructura de la realidad humana.
“Dos mujeres”
En esta novela los personajes femeninos estan presentados desde las diferentes voces narrativas, todas masculinas y se pueden clasificar en tres tipos. En un extremo, está la mujer del Doctor, quien es descripta como una mujer “gris”, rígida y fría.[x] Todas la imágenes de ella que aparecen en la novela contienen la palabra “hierro” y son imágenes que trasmiten al lector la sesación de que esta mujer es una especie de estatua viviente.[xi] El que no tenga hijos acentua su carácter de frialdad. Sin embargo, en el capítulo final es quien le ofrece caritativamente un taza de café a Harry, frente al muy perocupado Doctor por encarcelarlo y no por ocuparse de Carlota moribunda. Este personaje esta sumamente emparentado con el personaje de la madre en El sonido y la furia[xii]. Si se quiere pensar simbolicámente es probable que este tipo de mujer represente en la literatura faulkneriana a la tradición.
En el extremo opuesto está Carlota, quien es presentada en el novela, como la mujer que huye de su matrimonio con su amante. Muchas de las veces que el narrador se refiere ella lo hace desde la comparación con una prostituta. También la imagen recurente que utiliza es la de “la mujer con pantalones,” y no pantalones de mujer sino pantalones de hombre, como si lo fuera[xiii]. Otra vez el leiv motiv de la ropa aparece. Aquí, significando el lugar activo que toma la mujer frente a la pasividad del hombre. Otra de las características, es su condición de artista plástico otro lugar que usurpa al hombre. Este personaje también tiene su gemela en El sonido y la furia pues Caddy recibe similar descripción. Por ejemplo, al igual que ella, Carlota abandona a sus hijas. Y si se tiene en cuenta las palabras de Carlota con respecto a su hermano mayor la posibilidad del incesto también determina a este personaje.
Finalmente, en el medio de estos dos extremos tenemos a la mujer embarazada de quien poco sabemos aparte de su condición de madre. Este personaje femenino significativamente permanece fiel a “el penado”. Y aunque esto paresca bueno paradojicamente “el penado” no quiere más que huir de esa situación.
Tanto Carlota como la mujer encinta son las responsables de desatar la catástrofe en las vidas aparentemente tranquilas de Harry y “el penado.” Son quienes, de alguna manera, le dan acción a estos hombres que tenían esas vidas opacas antes de conocerlas. Son quienes les ofrecen la posibiliadad de conocer el amor, pero esto implica riesgos tales que no siempre conducen a buen termino. [xiv] Así, en la novela, se construye detalladamente a estos personajes femeninos pues son determinantes para la trama.
“Dos acontecimientos”
Los dos acontecimientos que marcan el comienzo y fin de la vida estan tratados en esta novela de forma análoga. Tanto en la escena del nacimiento como en la escena previa a la muerte de Carlota a causa del aborto, el narrador se concentra más en los personajes masculino que en los femeninos quienes son lo que viven la situación en carne propia. Tanto Harry como “el penado” se ven desbordados por la situación Son las mujeres quienes toman la iniciativa y dominan la escena. Dos imágenes recorren estas dos escenas, por un lado, las serpientes que lo invaden todo mientras la mujer esta dando a luz y, por el otro, el de la sangre que todo lo mancha mientras Carlota aguarda la muerte. Nuevamente aparece en estas escenas el leiv motiv de la ropa, pues Carlota que nunca usaba camisón, [xv]ahora, lo lleva puesto y la mujer ante el asombro de “el penado” encuentra un pedazo de género que utiliza para lavar a recien nacido.[xvi] Ambas escenas provocan tanto en Harry como en “el penado” estupefacción al punto tal que, el primero se entrega pasivamente a la policia y el segundo no expresa ningun signo de alivio o alegría ante el nacimiento del niño. En ningun momento se dice claramente que el niño a nacido o que Carlota ha muerto si no que el lector debe inferirlo por las consecuencias que estos dos acontecimientos acarean.
Estos dos momentos de la novela marcan el punto de contacto entre ambas historias y son dos hitos que articulan la trama. No sólo porque los temas tienen relación sino también por como estan armadas y construidas las escenas. Desde el punto de vista estructural estas dos escenas son especulares en tanto que una es reflejo de la otra.
Como punto final y a modo de conclusión, entonces, la complicada y compleja estructura que Las palmeras salvajes presenta, es determinada como la única posibilidad de dar cuenta de una realidad igualmente compleja y complicada. Pues, como a lo largo de la trama se vió, los acontecimientos que marcan el camnino de la vida de los seres humanos son demasiado imbrincados y, si se quiere absurdos, como para representarlos de manera lineal y progresiva. Así, es que Faulkner encuentra la estructura que se adapta al tema, es decir, encuentra la manera de que la forma se exprese en el contenido y viceversa.
Marcela Vivar
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[i] William Faulkner, Las palmeras salvajes, Buenos Aires, Altaya, 1999.
[ii] “Aquello era una historia: la historia de Charlotte Rittenmeyer y Harry Wilbourne, que lo sacrificaron todo por el amor y después perdieron eso. Yo no sabía que iban a ser dos historias separadas sino después de haber empezado el libro. Cuando llegué al final de lo que ahora es la primera sección de Las palmeras salvajes, comprendí súbitamente que faltaba algo, que la historia necesitaba énfasis, algo que la levantara como el contrapunto en la música. Así que me puse a escribir “El viejo” hasta que “Las palmeras salvajes” volvió a ganar intensidad. Entonces interrumpí “El viejo” en lo que ahora es su primera parte y reanudé la composición de “Las palmeras salvajes” hasta que empezó a decaer nuevamente. Entonces volví a darle intensidad con otra parte de su antítesis, que es la historia de un hombre que conquistó su amor y pasó el resto del libro huyendo de él, hasta el grado de volver voluntariamente a la cárcel en que estaría a salvo. Son dos historias sólo por casualidad, tal vez por necesidad. La historia es la de Charlotte y Wilbourne.” Entrevista a William Faulkner en Cuadernos Paris nº20 set-oct, 1956.
[iii] Stonum hablando del concepto de movimiento cautivo dice: “así el concepto permite contamplar el arte como una visión de la trascendencia de vida, el arte como una representación del movimiento de la vida, el arte como problemática de captación y el arte como metaforma para investigar el valor de formas culturales.”Gary Lee Stonum, La carrera de Faulkner. Una historia literaria inetrior, México, Noema, 1983. Pág. 30
[iv] William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. cit.. Pág.16
[v] Dice en la novela: “había visto fotografías y reproducciones de tales cosas en revistas y las había mirado sin nunguna curiosidad y sin ninguna fé, como un palurdo que mira la figura de un dinosaurio. Pero ahora es palurdo estaba delante del monstruo y Wilbourne miraba los cuadros: absorto. No lo que representaban, el procedimiento o el colorido; no le decían nada. Era como un asombro sin entusiasmo ni envidia ante las circunstancias que pueden dar a un hombre los medios y el ocio necesarios para pasar sus días pintando cosas semejantes y sus noches tocando el piano y dando de beber a gente que no conocía (y, en un caso, al menos) cuyos nombres ni se molestaba en oír.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág. 41
[vi] Dice en la novela: “podía oír ahora el chocar de las palmeras invisibles, el salvaje ruido seco que hacían.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág.277
[vii] Dice en la novela: “-¡Mujeres!…-dijo el penado gordo.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág.321
[viii] Dice Yankas en su artículo: “Faulkner no ha creado una tecnica novelesca sino que afirma una nueva realidad en el drama entre el hombre y su naturaleza” Lautaro Yankas, “William Faulkner: el cosmos y la aventura interior” en Atenea, año 40, tomo cxlix, nº 399, marzo 1963. Pág. 66
[ix] Dice Stonum en su libro: “el que un escritor adopte esa responsabilidadlos valores tratados en su obra, implica que él cree que la palabra escrita tiene considerable poder” Gary Lee Stonum, La carrera de Faulkner. Una historia literaria inetrior, ed. Cit. 156
[x] Dice en la novela: “Era una mujer deformada aunque no gorda (ni siquiera tan gordita como el mismo doctor), que había empezado a volverse toda gris hacía ya unos diez años, como si el pelo y el cutis se hubieran alterado sutilmente junto con el tono de los ojos, por el color de sus trajes de casa que posiblemente ella elegía para hacer juego” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 12
[xi] Dice en la novela: “Ya volvía a subir corriendo la escalera; entró al dormitorio, donde su mujer se enderezó en la cama sobre el codo y lo miró lidiar con los pantalones, su sombra proyectada por la lampara de la mesa de noche, grotesca sobre la pared, monstruosa, tabién la sombra (de ella) con algo de Gorgona, a fuerza de los rígidos papelitos atormentándole el pelo gris, sobre la cara gris, sobre el camisón de cuello alto que también parecía gris, como si cada una de sus ropas participara de ese horrendo color fierro de su implacable e invencible moralidad” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 17
[xii] William Faulkner, El sonido y la furia, Buenos Aires, Mirasol, 1961.
[xiii] Dice en la novela: “- la mujer usa pantalones- le dijo- Es decir, no bombachas de señora, sino pantalones, pantalones de hombre. Quiero, decir le quedan chicos justo en los sitios donde a un hombre le gusta verlos chicos, pero no a una mujer, salvo que sea ella misma quien los use.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 10
[xiv] Dice Onis en su artículo: “En la obra de Faulkner la relación entre hombre y mujer es casi siempre tortuosa. La más de las veces es la de la mosca debatiéndose en la tela de la araña, o la lujuria brutal”. Harriet de Onis, “William Faulkner” en La Torre, revista general de la Univarsidad de Puerto Rico, nº 12 , oct-dic 1955. Pág. 16.
[xv]Dice en la novela: “Carlota estaba de espaldas, con los ojos cerrados, el camisón (esa prenda que nunca había tenido, que nunca había usado) arrollado a su pecho bajo los brazos, el cuerpo no desparramado, no abandonado, sino al contrario, un poco tenso.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 267
[xvi]Dice en la novela: “Una vez calentada el agua ella sacó de alguna parte que él no conocería nunca y que ella tal vez ignoraba también hasta que llegó el momento, de una parte que tal vez ninguna mujer conoce pero que no asombra a ninguna mujer, ese cuadrado de algo entre alpillera y seda.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 219
Agosto 12, 2008 | Por mvivar | Claves: las palmeras salvajes, literatura, william faulkner | # Enlace permanente
En toda su narrativa, William Faulkner, tiene ese gusto por desembarcar en cualquiera de los puntos de su narración, sin haber dado apenas noticia de los antecedentes que han desencadenado aquella situación que va contando con minuciosidad, a la que aporta múltiples digresiones, que va cercando desde múltiples puntos de vista, usando una microscópica visión para diseccionar un nimio detalle o, por el contrario, distanciándose hasta alturas que dan vértigo para ofrecer la panorámica completa de un acontecimiento, no siempre central. Está también su afición por perderse por paisajes y tramas secundarias, todo ello movido por la autoridad de un estilo prístino. O está esa querencia por los saltos temporales y espaciales, que obligan al lector a prestar una especial antención si se quiere comprender y reconstruir mentalmente la linealidad de la narración. Las palmeras salvajes[i] novela publicada en 1939 es un ejemplo más de la complicada narrativa faulkneriana. Como el mismo define, esta novela, es una especie de “contrapunto estético.”[ii] Este contrapunto le da un ritmo narrativo que de otra manera la estructura no sería digna del tema que se esta tratando Pues la compleja estructura, las diferentes voces narrativas, las digreciones, los saltos temporales y las dos historias funcionando paralelamente, arman el imbrincado mapa de múltiples caracteres que definen a los hombres y mujeres, el cual esta limitado y determindado por dos acontecimientos irreversibles de la existencia humana: el nacimiento y la muerte. Y si hay un tema el cual ponga en relación ambas historias y, a esto dos acontecimiento irremediables, ese tema es la perdida y el encuentro del amor. De esta manera, forma y contenido marchan juntos en esta novela para tratar de ilustrar la complicada realidad del hombre.[iii] Dos historias, dos hombres, dos mujeres y dos acontecimientos paralelos siempre marcados por pares de opuestos.
“Dos historias”
La novela contiene dos historias paralelas: la de un médico de Nueva Orleans que huye con una mujer casada a la que ocasiona involuntariamente la muerte al someterla a una operación abortiva, por lo que es sentenciado a quince años de prisión, y la de un convicto que cumple una condena por robo y es enviado a salvar en un bote a una mujer encinta que se ha aferrado a un árbol para no ser arrastrada por la corriente. Por horas y días, el hombre lucha contra la impetuosidad salvaje de “El Viejo” nombre familiar del río Misisipi, con el unico objetivo de librarse de esa mujer que esta a punto de parir y poder volver a la seguridad que le proporsionaba la prisión.
La primer historia agrupada bajo los capítulos llamados “Las palmeras salvajes” comienza en el instante previo al nefasto final. El narrador introduce al lector al problema de la verdad, por medio del constante preguntarse del Doctor acerca de lo que oculta esa pareja que le a alquilado la casa de al lado. Este problema sera unos de los temas de la novela y el objeto principal de reflexión y preocupación del personaje del Doctor, quien se haya obsesionado por encontrar “la forma de la verdad.”[iv] Este personaje occila todo el tiempo entre el Doctor (mandato paterno y la institución) y el hombre, y aunque no es protagónico contiene rasgos que van a ir diseminándose por el resto de los personajes masculinos. En este primer capítulo el narrador, aunque toda la novela esta escrita en tercera persona, presenta al resto de los personajes bajo la perspectiva del Doctor. En los capítulos que siguen, correspondientes a “Las palmeras salvajes”, el narrador se posiciona en la perspectiva del protagonista, Harry. En estos capítulos los temas empienzan diversificarse a medida que avanza la narración. Y si bien el Dinero y el Arte son importantes el tema principal es el amor. En esta parte de la novela la poseción o falta de Dinero es el determinante que traza el rumbo de los protagonistas. Por otro lado, el Arte es presentado a través de las pinturas de Rittenmeyer y las esculturas de Carlota. En ambos casos lo que resulta importante no son los objetos artístico en sí ni las tecnicas empleadas, sino las circunstancias que llevan a un hombre a producir Arte, y lo que implica ser un “Artista.”[v] El amor como tema principal es aquello que tanto Harry como Carlota buscan y desean pero una vez que lo encuentran parece ser demasiado para ellos. Eligiendo la clandestinidad frente al matrimonio, tratan de preservar “el amor verdadero” pero no lo logran, pues la voragine que implica el cambio constante de habitat en pos de escapar a la rutina, los lleva
a su propia destrucción. Casi como un trágedia griega ambos protagonistas terminan uno en la carcel y el otro muerto. Estos dos acontecimientos estan atravezados en el libro por la imagen recurente de las palmeras asotadas por el viento. Y en donde el color negro todo lo tiñe. El viento y las palmeras funcionan como leiv motiv que representan la angustia y confusión de los protagonistas. En el capítulo final Harry sera atormentado por esta imagen que sus sentidos persistirán en traer a su mente.[vi]
La segunda historia agrupada bajo los capítulos correspondientes a “El viejo” tienen como gran protagonista al Río Misisipi. Y al igual que el dinero en “Las palmeras salvajes”, el río marca el camino de manera despótica y tiránica sometiendo a “el penado” a su juicio. En esta parte del libro el narrador, ahora, toma la perspectiva de “el penado” y cuenta las penurias que el protagonista sufrío cuando era asotado por las aguas y llevado por la corriente. Aquí, el narrador construye su relato de manera que, el tiempo de la narración y el tiempo de lo narrado conviven marcando el constrate entre el agua mojandolo todo y el estar seco y fumando apaciblemente. En este relato también el tema principal es el amor pero visto en extrecha relación a las mujeres. A “el penado” le interesa y le preocupa mucho más desacerse de la mujer antes que de a luz que aprovechar la oportunidad que el río le ofrece de recuperar su libertad. Aquí, la mujer es simbolicamente la posibilidad del amor y paradojicamente “el penado” sólo quiere librarse de ella. En este sentido no es gratuita, de ningun modo, la última linea de la novela.[vii] Con un giro irónico y burlandose de las leyes termina el relato con “el penado” recibiendo diez años más por tentativa de fuga.
Ambas historias, narradas paralelamente logran no sólo ritmo narrativo sino que también consiguen darnos un visión más acabada del amor. Es así, como Faulkner alcanza en Las palmeras salvajes una manera de dar cuenta de la realidad a través de una peculiar conección entre forma y contenido.[viii]
“Dos hombres”
En ambas historias los personajes masculinos estan construidos y constituidos de manera tal que son victimas de una marcada despersonalización y pasividad. Tanto Harry como “el penado” se somenten, el primero ante los caprichos de Carlota y el segundo ante los azarosos destinos que el río forja para él. De Harry al menos sabemos su nombre y que ha estudiado medicina bajo el mandato paterno, al igual que el Doctor. Pero de”el penado” se mantiene su nombre oculto y sólo se informa su ingenuidad como lector. “El penado” es doblemente literario y, si se quiere en cierta medida triplemente literario, porque por un lado, al igual que el Quijote cree peligrosamente en lo que lee, y por el otro, está su singular similitud con Huck Finn y finalmente porque, efectivamente, él es un personaje de una novela.[ix] A pesar de este anonimato y paradójicamente, “el penado” encarna el único personaje con un sentido ético y moral, es el único que sale airoso de la novela conservando su dignidad. Pues, a pesar que su único objetivo es librarse de la mujer y su bebe no los abandona, ni deja de cuidarlos hasta que estan a salvo. Esta dignidad del penado está ilustrada en el detalle de la ropa, otro de los leiv motiv de la novela. Volver a la carcel con el mismo uniforme de presidiario, gastado pero limpio, es lo que marca la diferencia frente a el comisario quien en una sucia maniobra le agrega diez años a su condena.
De Harry, los datos son muchos más y se van revelando a través de los diferentes personajes masculinos; pues como si fuera un ezquizofrénico cada personaje masculino conforma un parte de la personalidad de Harry. Por ejemplo, del Doctor tiene la profesión y la razón por la cual llega a ella; de Rittenmeryer adopta la pintura; de Flint el traje y frecuentar a los artistas; del vecino, en el lago, la forma de vestirse y de Buckner el someter a su mujer a un aborto. En esta sección de la novela, la ropa también es un leiv motiv que proporciona al lector la pauta de los cambios de los rasgos de personalidad que Harry va adquiriendo a lo largo del relato. Por ejemplo, si se lee con detenimiento la descripción que hace el narrador de Harry en el primer capítulo es exactemente igual a la descripción que se hace del vecino en el capítulo cuarto. Esta diseminación de la figura de Harry lo termina anulando, pues es todos y nadie. Claramente esto se pone de manifiesto cuando en el último capítulo el policia se refiere a él siempre con nombres distintos; y él en vez de corregirlo se limita a asentir. Una vez más los detalles no son sólo por una cuestión de decorado sino que son significativos para reconstruir la compleja estructura de la realidad humana.
“Dos mujeres”
En esta novela los personajes femeninos estan presentados desde las diferentes voces narrativas, todas masculinas y se pueden clasificar en tres tipos. En un extremo, está la mujer del Doctor, quien es descripta como una mujer “gris”, rígida y fría.[x] Todas la imágenes de ella que aparecen en la novela contienen la palabra “hierro” y son imágenes que trasmiten al lector la sesación de que esta mujer es una especie de estatua viviente.[xi] El que no tenga hijos acentua su carácter de frialdad. Sin embargo, en el capítulo final es quien le ofrece caritativamente un taza de café a Harry, frente al muy perocupado Doctor por encarcelarlo y no por ocuparse de Carlota moribunda. Este personaje esta sumamente emparentado con el personaje de la madre en El sonido y la furia[xii]. Si se quiere pensar simbolicámente es probable que este tipo de mujer represente en la literatura faulkneriana a la tradición.
En el extremo opuesto está Carlota, quien es presentada en el novela, como la mujer que huye de su matrimonio con su amante. Muchas de las veces que el narrador se refiere ella lo hace desde la comparación con una prostituta. También la imagen recurente que utiliza es la de “la mujer con pantalones,” y no pantalones de mujer sino pantalones de hombre, como si lo fuera[xiii]. Otra vez el leiv motiv de la ropa aparece. Aquí, significando el lugar activo que toma la mujer frente a la pasividad del hombre. Otra de las características, es su condición de artista plástico otro lugar que usurpa al hombre. Este personaje también tiene su gemela en El sonido y la furia pues Caddy recibe similar descripción. Por ejemplo, al igual que ella, Carlota abandona a sus hijas. Y si se tiene en cuenta las palabras de Carlota con respecto a su hermano mayor la posibilidad del incesto también determina a este personaje.
Finalmente, en el medio de estos dos extremos tenemos a la mujer embarazada de quien poco sabemos aparte de su condición de madre. Este personaje femenino significativamente permanece fiel a “el penado”. Y aunque esto paresca bueno paradojicamente “el penado” no quiere más que huir de esa situación.
Tanto Carlota como la mujer encinta son las responsables de desatar la catástrofe en las vidas aparentemente tranquilas de Harry y “el penado.” Son quienes, de alguna manera, le dan acción a estos hombres que tenían esas vidas opacas antes de conocerlas. Son quienes les ofrecen la posibiliadad de conocer el amor, pero esto implica riesgos tales que no siempre conducen a buen termino. [xiv] Así, en la novela, se construye detalladamente a estos personajes femeninos pues son determinantes para la trama.
“Dos acontecimientos”
Los dos acontecimientos que marcan el comienzo y fin de la vida estan tratados en esta novela de forma análoga. Tanto en la escena del nacimiento como en la escena previa a la muerte de Carlota a causa del aborto, el narrador se concentra más en los personajes masculino que en los femeninos quienes son lo que viven la situación en carne propia. Tanto Harry como “el penado” se ven desbordados por la situación Son las mujeres quienes toman la iniciativa y dominan la escena. Dos imágenes recorren estas dos escenas, por un lado, las serpientes que lo invaden todo mientras la mujer esta dando a luz y, por el otro, el de la sangre que todo lo mancha mientras Carlota aguarda la muerte. Nuevamente aparece en estas escenas el leiv motiv de la ropa, pues Carlota que nunca usaba camisón, [xv]ahora, lo lleva puesto y la mujer ante el asombro de “el penado” encuentra un pedazo de género que utiliza para lavar a recien nacido.[xvi] Ambas escenas provocan tanto en Harry como en “el penado” estupefacción al punto tal que, el primero se entrega pasivamente a la policia y el segundo no expresa ningun signo de alivio o alegría ante el nacimiento del niño. En ningun momento se dice claramente que el niño a nacido o que Carlota ha muerto si no que el lector debe inferirlo por las consecuencias que estos dos acontecimientos acarean.
Estos dos momentos de la novela marcan el punto de contacto entre ambas historias y son dos hitos que articulan la trama. No sólo porque los temas tienen relación sino también por como estan armadas y construidas las escenas. Desde el punto de vista estructural estas dos escenas son especulares en tanto que una es reflejo de la otra.
Como punto final y a modo de conclusión, entonces, la complicada y compleja estructura que Las palmeras salvajes presenta, es determinada como la única posibilidad de dar cuenta de una realidad igualmente compleja y complicada. Pues, como a lo largo de la trama se vió, los acontecimientos que marcan el camnino de la vida de los seres humanos son demasiado imbrincados y, si se quiere absurdos, como para representarlos de manera lineal y progresiva. Así, es que Faulkner encuentra la estructura que se adapta al tema, es decir, encuentra la manera de que la forma se exprese en el contenido y viceversa.
Marcela Vivar
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[i] William Faulkner, Las palmeras salvajes, Buenos Aires, Altaya, 1999.
[ii] “Aquello era una historia: la historia de Charlotte Rittenmeyer y Harry Wilbourne, que lo sacrificaron todo por el amor y después perdieron eso. Yo no sabía que iban a ser dos historias separadas sino después de haber empezado el libro. Cuando llegué al final de lo que ahora es la primera sección de Las palmeras salvajes, comprendí súbitamente que faltaba algo, que la historia necesitaba énfasis, algo que la levantara como el contrapunto en la música. Así que me puse a escribir “El viejo” hasta que “Las palmeras salvajes” volvió a ganar intensidad. Entonces interrumpí “El viejo” en lo que ahora es su primera parte y reanudé la composición de “Las palmeras salvajes” hasta que empezó a decaer nuevamente. Entonces volví a darle intensidad con otra parte de su antítesis, que es la historia de un hombre que conquistó su amor y pasó el resto del libro huyendo de él, hasta el grado de volver voluntariamente a la cárcel en que estaría a salvo. Son dos historias sólo por casualidad, tal vez por necesidad. La historia es la de Charlotte y Wilbourne.” Entrevista a William Faulkner en Cuadernos Paris nº20 set-oct, 1956.
[iii] Stonum hablando del concepto de movimiento cautivo dice: “así el concepto permite contamplar el arte como una visión de la trascendencia de vida, el arte como una representación del movimiento de la vida, el arte como problemática de captación y el arte como metaforma para investigar el valor de formas culturales.”Gary Lee Stonum, La carrera de Faulkner. Una historia literaria inetrior, México, Noema, 1983. Pág. 30
[iv] William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. cit.. Pág.16
[v] Dice en la novela: “había visto fotografías y reproducciones de tales cosas en revistas y las había mirado sin nunguna curiosidad y sin ninguna fé, como un palurdo que mira la figura de un dinosaurio. Pero ahora es palurdo estaba delante del monstruo y Wilbourne miraba los cuadros: absorto. No lo que representaban, el procedimiento o el colorido; no le decían nada. Era como un asombro sin entusiasmo ni envidia ante las circunstancias que pueden dar a un hombre los medios y el ocio necesarios para pasar sus días pintando cosas semejantes y sus noches tocando el piano y dando de beber a gente que no conocía (y, en un caso, al menos) cuyos nombres ni se molestaba en oír.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág. 41
[vi] Dice en la novela: “podía oír ahora el chocar de las palmeras invisibles, el salvaje ruido seco que hacían.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág.277
[vii] Dice en la novela: “-¡Mujeres!…-dijo el penado gordo.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág.321
[viii] Dice Yankas en su artículo: “Faulkner no ha creado una tecnica novelesca sino que afirma una nueva realidad en el drama entre el hombre y su naturaleza” Lautaro Yankas, “William Faulkner: el cosmos y la aventura interior” en Atenea, año 40, tomo cxlix, nº 399, marzo 1963. Pág. 66
[ix] Dice Stonum en su libro: “el que un escritor adopte esa responsabilidadlos valores tratados en su obra, implica que él cree que la palabra escrita tiene considerable poder” Gary Lee Stonum, La carrera de Faulkner. Una historia literaria inetrior, ed. Cit. 156
[x] Dice en la novela: “Era una mujer deformada aunque no gorda (ni siquiera tan gordita como el mismo doctor), que había empezado a volverse toda gris hacía ya unos diez años, como si el pelo y el cutis se hubieran alterado sutilmente junto con el tono de los ojos, por el color de sus trajes de casa que posiblemente ella elegía para hacer juego” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 12
[xi] Dice en la novela: “Ya volvía a subir corriendo la escalera; entró al dormitorio, donde su mujer se enderezó en la cama sobre el codo y lo miró lidiar con los pantalones, su sombra proyectada por la lampara de la mesa de noche, grotesca sobre la pared, monstruosa, tabién la sombra (de ella) con algo de Gorgona, a fuerza de los rígidos papelitos atormentándole el pelo gris, sobre la cara gris, sobre el camisón de cuello alto que también parecía gris, como si cada una de sus ropas participara de ese horrendo color fierro de su implacable e invencible moralidad” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 17
[xii] William Faulkner, El sonido y la furia, Buenos Aires, Mirasol, 1961.
[xiii] Dice en la novela: “- la mujer usa pantalones- le dijo- Es decir, no bombachas de señora, sino pantalones, pantalones de hombre. Quiero, decir le quedan chicos justo en los sitios donde a un hombre le gusta verlos chicos, pero no a una mujer, salvo que sea ella misma quien los use.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 10
[xiv] Dice Onis en su artículo: “En la obra de Faulkner la relación entre hombre y mujer es casi siempre tortuosa. La más de las veces es la de la mosca debatiéndose en la tela de la araña, o la lujuria brutal”. Harriet de Onis, “William Faulkner” en La Torre, revista general de la Univarsidad de Puerto Rico, nº 12 , oct-dic 1955. Pág. 16.
[xv]Dice en la novela: “Carlota estaba de espaldas, con los ojos cerrados, el camisón (esa prenda que nunca había tenido, que nunca había usado) arrollado a su pecho bajo los brazos, el cuerpo no desparramado, no abandonado, sino al contrario, un poco tenso.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 267
[xvi]Dice en la novela: “Una vez calentada el agua ella sacó de alguna parte que él no conocería nunca y que ella tal vez ignoraba también hasta que llegó el momento, de una parte que tal vez ninguna mujer conoce pero que no asombra a ninguna mujer, ese cuadrado de algo entre alpillera y seda.” William Faulkner, Las palmeras salvajes, ed. Cit. pág 219
martes, 9 de noviembre de 2010
ESTOS PASOS..
Estos pasos
que me llevan hacia ninguna parte,
rostros anonimos que se cruzan,
andares de brazos caidos,
sonrisas postizas
atraves de las ventanas
gatos pensativos en las persianas,
el ruido infernal de la avenida,
el claxon que embotella,
unas manos esquivas
que ansian el mendrugo de pan de la vida...
Esos ojos llorosos,
turvia la mirada,sin objeto,
rostros y cuerpos sin sombra,
el estrupicio de los pensamientos,
aves ansiosas de partir
hacia otros cielos,
y de pronto ese llanto
de un bebe que esta naciendo
al dolor hecho mercancia!!
que me llevan hacia ninguna parte,
rostros anonimos que se cruzan,
andares de brazos caidos,
sonrisas postizas
atraves de las ventanas
gatos pensativos en las persianas,
el ruido infernal de la avenida,
el claxon que embotella,
unas manos esquivas
que ansian el mendrugo de pan de la vida...
Esos ojos llorosos,
turvia la mirada,sin objeto,
rostros y cuerpos sin sombra,
el estrupicio de los pensamientos,
aves ansiosas de partir
hacia otros cielos,
y de pronto ese llanto
de un bebe que esta naciendo
al dolor hecho mercancia!!
domingo, 24 de octubre de 2010
POR QUE ADORO LOS DETECTIVES SALVAJES..POR MARTIN CRISTAL.
Por qué adoro Los detectives salvajes
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Por Martín Cristal
Le he dedicado varios artículos a 2666 simplemente porque es una gran novela y tiene mucha tela para cortar, pero mi favorita entre las novelas de Roberto Bolaño sigue siendo Los detectives salvajes.
A mediados de 2001, yo ya llevaba en México DF casi tres años; había publicado mi primera novela, tenía un buen trabajo y acababa de mudarme a la calle Bucareli. Una fiebre me tumbó en la cama de ese departamento, enorme y vacío; falté al trabajo y me animé con el único libro que me quedaba sin leer: Los detectives salvajes. Lo había comprado junto con otros libros, por recomendación de Mónica Maristain (quien tiempo más tarde le haría a Bolaño su última entrevista). De esos libros, Los detectives salvajes había quedado al final, quizás por su mayor volumen. De inmediato me sorprendió que la historia escrita por un chileno que vivía cerca de Barcelona iniciara, no ya en el DF, sino precisamente en la misma calle a la que yo me había mudado.
Me sedujeron, claro, el dominio de un lenguaje mexicano con el que por entonces yo convivía, la evocación de un México mítico elegido como un territorio fecundo para disparar la imaginación… pero lo que más me atrapó fue la desmesura (que no es meramente extensión): una novela de seiscientas y tantas páginas, sí, pero cuya acción transcurre en un lapso de veinte años, en muchas ciudades diferentes, con más de cincuenta narradores distintos (algunos de ellos tomados de la vida real), con una gran cantidad de historias y voces… Imposible no impresionarse.
Bolaño narra vidas completas: registra todo el “ancho de banda” de la vida. En esto se opone diametralmente a Borges, cuya estrategia era cifrar el destino de un hombre en un momento de la vida de ese hombre, como si narrando ese único momento diera cuenta de la vida entera de esa persona. Bolaño no le saca el cuerpo a los pormenores, a las idas y vueltas, y así la vida en sus relatos se parece, efectivamente, a la vida: caprichosa, llena de meandros e incertidumbres, con tiempos muertos, pausas, vértigo, cambios, traslados… No se trata de que Borges sólo haya escrito cuentos y entonces, por una cuestión de síntesis, haya preferido aquella estrategia, mientras que Bolaño puede desarrollar más porque escribe largas novelas: no es eso, digo, ya que Bolaño no lo hace sólo en las novelas; también se da el lujo de lograr esa impresión en muchos de sus cuentos, como por ejemplo en “Vida de Anne Moore” (en Llamadas telefónicas).
Con Los detectives… Bolaño se ubica en la genealogía de Rayuela de Cortázar (1963), novela que le debe mucho al Adán Buenosayres de Marechal (1948), que a su vez desciende de dos líneas entrelazadas, el Ulises de Joyce (1922) y la Comedia de Dante (siglo XIV), y por ende de Virgilio y de Homero. Una línea genealógica en la que reconozco diversos placeres que me definen como lector.
Audacia, desmesura; narración coral; emociones alternadas, no pura tristeza, tampoco pura alegría; humor, a veces absurdo, con frecuencia irónico o lúdico, muy pocas veces simple; prosa sin ornamentos innecesarios, con períodos largos, y cadencias atractivas, de poeta con calle, que no reniega de la oralidad; metáforas desbordadas, hiperdesarrolladas; cierto riesgo estructural (estructuras abiertas); descripciones disyuntivas —del tipo “en la habitación había tal cosa, o quizás tal otra, o quizás no había nada”— que construyen una atmósfera, no meros inventarios; un buen equilibrio entre lo vital y lo metaliterario; la digresión como estrategia y un poder de fabulación enorme, una gran concatenación de anécdotas pequeñas y grandes: todo eso encontré en Los detectives salvajes.
Eso me sorprendió desde el arte; en un plano más íntimo, la novela me conmovió con sus personajes nómades, cuya vida parece triste porque no consigue enraizarse en ninguna parte. Ése era exactamente el sentimiento que comenzaba a surgir en mí por aquellos años (yo viviría aún dos más en el DF). El viaje como búsqueda. La vida lejos del lugar que te vio nacer. Ulteriormente, ese sentimiento creció y pesó mucho en la decisión de volver a la Argentina, luego de un paso muy breve por Europa. De vuelta, lo primero que publiqué fue Mapamundi (2005), un librito con siete cuentos que, en distintos tonos, querían tocar esa fibra. Hoy sé que la vida no para en ningún lado porque está en todas partes.
Mis razones para volver de México a la Argentina fueron muchas, y no todas muy claras al momento de volver, por eso me pregunto: ¿cuánto habrá tenido que ver la lectura de Roberto Bolaño en esa decisión? Quizás leer a Bolaño tuvo algo que ver también porque ¿qué hubiera podido seguir escribiendo en el DF, que historia personal hubiera podido narrar o inventar allá luego de que ya había hecho mi pequeña “novela de extranjero en México” (Bares vacíos, 2001) y luego de haber leído algo como Los detectives salvajes? ¿Seguir con otras historias de exilio o extranjería? ¿Adoptar el lenguaje mexicano ya no como un juego, sino como algo propio? Quizás era hora de volver, de descubrir mi verdadero lugar, y tal vez leer a Bolaño me ayudó a darme cuenta de eso.
Roberto Bolaño murió el 14 de julio de 2003. Hoy se cumplen seis inviernos. Este pequeño artículo no surge del mero deseo de hacer un homenaje, sino de la más pura gratitud.
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Por Martín Cristal
Le he dedicado varios artículos a 2666 simplemente porque es una gran novela y tiene mucha tela para cortar, pero mi favorita entre las novelas de Roberto Bolaño sigue siendo Los detectives salvajes.
A mediados de 2001, yo ya llevaba en México DF casi tres años; había publicado mi primera novela, tenía un buen trabajo y acababa de mudarme a la calle Bucareli. Una fiebre me tumbó en la cama de ese departamento, enorme y vacío; falté al trabajo y me animé con el único libro que me quedaba sin leer: Los detectives salvajes. Lo había comprado junto con otros libros, por recomendación de Mónica Maristain (quien tiempo más tarde le haría a Bolaño su última entrevista). De esos libros, Los detectives salvajes había quedado al final, quizás por su mayor volumen. De inmediato me sorprendió que la historia escrita por un chileno que vivía cerca de Barcelona iniciara, no ya en el DF, sino precisamente en la misma calle a la que yo me había mudado.
Me sedujeron, claro, el dominio de un lenguaje mexicano con el que por entonces yo convivía, la evocación de un México mítico elegido como un territorio fecundo para disparar la imaginación… pero lo que más me atrapó fue la desmesura (que no es meramente extensión): una novela de seiscientas y tantas páginas, sí, pero cuya acción transcurre en un lapso de veinte años, en muchas ciudades diferentes, con más de cincuenta narradores distintos (algunos de ellos tomados de la vida real), con una gran cantidad de historias y voces… Imposible no impresionarse.
Bolaño narra vidas completas: registra todo el “ancho de banda” de la vida. En esto se opone diametralmente a Borges, cuya estrategia era cifrar el destino de un hombre en un momento de la vida de ese hombre, como si narrando ese único momento diera cuenta de la vida entera de esa persona. Bolaño no le saca el cuerpo a los pormenores, a las idas y vueltas, y así la vida en sus relatos se parece, efectivamente, a la vida: caprichosa, llena de meandros e incertidumbres, con tiempos muertos, pausas, vértigo, cambios, traslados… No se trata de que Borges sólo haya escrito cuentos y entonces, por una cuestión de síntesis, haya preferido aquella estrategia, mientras que Bolaño puede desarrollar más porque escribe largas novelas: no es eso, digo, ya que Bolaño no lo hace sólo en las novelas; también se da el lujo de lograr esa impresión en muchos de sus cuentos, como por ejemplo en “Vida de Anne Moore” (en Llamadas telefónicas).
Con Los detectives… Bolaño se ubica en la genealogía de Rayuela de Cortázar (1963), novela que le debe mucho al Adán Buenosayres de Marechal (1948), que a su vez desciende de dos líneas entrelazadas, el Ulises de Joyce (1922) y la Comedia de Dante (siglo XIV), y por ende de Virgilio y de Homero. Una línea genealógica en la que reconozco diversos placeres que me definen como lector.
Audacia, desmesura; narración coral; emociones alternadas, no pura tristeza, tampoco pura alegría; humor, a veces absurdo, con frecuencia irónico o lúdico, muy pocas veces simple; prosa sin ornamentos innecesarios, con períodos largos, y cadencias atractivas, de poeta con calle, que no reniega de la oralidad; metáforas desbordadas, hiperdesarrolladas; cierto riesgo estructural (estructuras abiertas); descripciones disyuntivas —del tipo “en la habitación había tal cosa, o quizás tal otra, o quizás no había nada”— que construyen una atmósfera, no meros inventarios; un buen equilibrio entre lo vital y lo metaliterario; la digresión como estrategia y un poder de fabulación enorme, una gran concatenación de anécdotas pequeñas y grandes: todo eso encontré en Los detectives salvajes.
Eso me sorprendió desde el arte; en un plano más íntimo, la novela me conmovió con sus personajes nómades, cuya vida parece triste porque no consigue enraizarse en ninguna parte. Ése era exactamente el sentimiento que comenzaba a surgir en mí por aquellos años (yo viviría aún dos más en el DF). El viaje como búsqueda. La vida lejos del lugar que te vio nacer. Ulteriormente, ese sentimiento creció y pesó mucho en la decisión de volver a la Argentina, luego de un paso muy breve por Europa. De vuelta, lo primero que publiqué fue Mapamundi (2005), un librito con siete cuentos que, en distintos tonos, querían tocar esa fibra. Hoy sé que la vida no para en ningún lado porque está en todas partes.
Mis razones para volver de México a la Argentina fueron muchas, y no todas muy claras al momento de volver, por eso me pregunto: ¿cuánto habrá tenido que ver la lectura de Roberto Bolaño en esa decisión? Quizás leer a Bolaño tuvo algo que ver también porque ¿qué hubiera podido seguir escribiendo en el DF, que historia personal hubiera podido narrar o inventar allá luego de que ya había hecho mi pequeña “novela de extranjero en México” (Bares vacíos, 2001) y luego de haber leído algo como Los detectives salvajes? ¿Seguir con otras historias de exilio o extranjería? ¿Adoptar el lenguaje mexicano ya no como un juego, sino como algo propio? Quizás era hora de volver, de descubrir mi verdadero lugar, y tal vez leer a Bolaño me ayudó a darme cuenta de eso.
Roberto Bolaño murió el 14 de julio de 2003. Hoy se cumplen seis inviernos. Este pequeño artículo no surge del mero deseo de hacer un homenaje, sino de la más pura gratitud.
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