GEORGE TRAKL,nos arroja de un solo empujon, al fondo de la gran ciudad,con sus mitos y leyendas,con sus miles de rostros ocultos,con su corazon de lata,con la mierda de sus bajas miserias ocultas,en las alcantarillas de sus bufones,y sus escritores de cafe,sicofantes garrulos de un orden que se desmorona por pedazos,que se agrieta y anuncia que no puede ser eterna una noche de negacion de la vida y la esperanza...no puede ser eterna la alienacion humanas y el extrañamiento..el oscuro repique de las campanas del crepusculo...la odiosa carcajada del oro...
Alguien pule y labra en metal duro,pacientemente el Rostro Redentor...para que esta pesadilla siniestra,termine para todo el genero humano!!
George Trakl
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(Austria, 1887-1914)
Poeta austriaco nacido en Salzburgo en el seno de una familia burguesa. Estudió la carrera de Farmacia y vivió siempre en su ciudad natal y Viena. Sus mejores poemas aparecieron por primera vez en la revista Der Brenner. Su estilo es abrupto y violento y su obra poética es breve pero de una rara densidad, en ella une la nostalgia de la ternura y el presentimiento del fin del mundo occidental. Su obra poética, influenciada por Rimbaud, se compone de tres obras, Gedichte (1914), Sebastian in Traum (1915) y Die Dichtungen (1919). En 1914 a consecuencia de la guerra es movilizado dentro de los servicios sanitarios y asiste a la batalla de Grodek. Quedó tan horrorizado de esa experiencia que se suicidó la noche del 4 de Noviembre de 1914, con una sobredosis de cocaína. © epdlp
Textos:
Decadencia
En un álbum antiguo
Ah, la locura de la gran ciudad cuando al anochecer,
junto a los negros muros, se levantan los árboles deformes
y a través de la máscara de plata se asoma el genio del mal;
la luz con látigos que atraen ahuyenta pétrea noche.
Oh, el hundido repique de las campanas del crepúsculo.
Ramera que entre escalofríos alumbra una criatura
muerta. La ira de Dios con rabia azota la frente de los poseídos,
epidemia purpúrea, hambre que rompe verdes ojos.
Ah, la odiosa carcajada del oro.
Pero una humanidad más silenciosa sangra en oscura cueva
forjando con metales duros el rostro redentor.
Por George Trakl
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